LA GRACIA DE DIOS

 


La gracia de Dios lo describe a Él concediendo favor de un modo perfecto a aquellos que no pueden merecerlo, porque lo han rechazado y están bajo la sentencia de la condenación divina.

La gracia es sencillamente “favor” (heb, kjen;gr.jàris); por tanto, no incluye en sí misma base alguna en el mérito o en la falta de mérito. Dios siempre se favorece a sí mismo antes que a cualquier cosa o cualquier otro.

Enseñanza bíblica sobre la gracia de Dios.

·         Su objeto es, principalmente el pueblo de Dios.

Éxodo 33:12 “Y dijo Moisés a Jehová: Mira, tú me dices a mí: Saca este pueblo; y tú no me has declarado a quién enviarás conmigo. Sin embargo, tú dices: Yo te he conocido por tu nombre, y has hallado también gracia en mis ojos”.

·         Israel fue escogido y bendecido por Dios, solo por la gracia.

Éxodo 15:13 “Condujiste en tu misericordia a este pueblo que redimiste; Lo llevaste con tu poder a tu santa morada”.

·         La gracia de Dios es abundante

Salmos 86:15 “Mas tú, Señor, Dios misericordioso y clemente, Lento para la ira, y grande en misericordia y verdad,”

·         En el Nuevo Testamento, la gracia de Dios es, de forma especial, su favor gratuito e inmerecido hacia los pecadores al darles la salvación del pecado.

Romanos 3:24 “siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús,”

·         La gracia de Dios se manifiesta en Jesucristo

1 pedro 1:13 “Por tanto, ceñid los lomos de vuestro entendimiento, sed sobrios, y esperad por completo en la gracia que se os traerá cuando Jesucristo sea manifestado;”

·         Los dones de bendiciones espirituales y terrenales de Dios son llamados gracia.

Efesios 4:7” Pero a cada uno de nosotros fue dada la gracia conforme a la medida del don de Cristo.”

·         La gracia de Dios es inmerecida; no da lugar a las obras de mérito.

Efesios 2:8 “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios;”

 

COMO VIVIR EN LA GRACIA PRÁCTICA

 

La gracia no es una fuerza impersonal, una especie de electricidad celestial que se recibe como una carga de una batería conectando una línea a los sacramentos. La gracia es una actividad personal por la que Dios obra en amor para con el hombre.

Aunque se habla de ella en muchos sermones y libros, parece que hubiera muchos en nuestras iglesias que aún entienden y crean en esta gracia. El concepto que tiene de la gracia no es tan solo un concepto vago sino inexistente. El concepto no significa nada para ellos; no entra en el campo de su experiencia para nada. Si se les habla de cuestiones temporales de la iglesia se demuestra interés y entusiasmo. Cuanto más tiempo se viva la vida cristiana sin tener claro este concepto, se llegará a un estado de creer no necesitarlo.

¿Qué es lo que impide a tantas personas que profesan creer en la gracia, hacerlo realmente? ¿por qué es el que el tema significa tan poco, incluso para algunos que hablan mucho sobre el mismo?

La raíz del problema es una falta de creencia verdadera en la mente y el corazón, en el nivel profundo de las cosas que jamás cuestionamos, porque las damos por sentado. La gracia representa verdades cruciales para la vida de todo creyente. Si no se entiende y cree en ellas, se hace imposible experimentar la gracia de Dios.

En el día de hoy la fe en la gracia es algo raro. La autosuficiencia de la humanidad y aun del creyente es el impedimento número uno para no rendirse a la gracia de Dios. La humanidad caída insiste en usar sus merito propios para acercarse a Dios. Incluso a estas alturas, la humanidad ya casi no ve necesidad en reconocer a Dios. La serpiente ha segado a la humanidad para que no vea ni entienda su condición de banca rota espiritual. ¿cómo es posible socorrer y extender misericordia y perdón a quien siente engañosamente no necesitarlo? Es por eso necesario entender algunas verdades acerca de la condición de la humanidad.

 

La falta de mérito moral del hombre

 

El hombre moderno, es un hombre muy consciente de sus méritos, de sus éxitos, por naturaleza tiende a tener un alto concepto de sí mismo. Su corazón esta en las riquezas materiales y todo lo temporal. Lo moral ya no tiene importancia y en esta esfera se trata a si mismo muy amablemente. Considera que sus pequeñas virtudes, recompensan sus grandes vicios. Tiende a descartar la mala conciencia en si mismo como en los otros. Hablar de moral es como hablar de una enfermedad una aberración mal sana. Está convencido de que, a pesar de todos sus pecadillos, los juegos de azar, el beber de más, holgazanería, deshonestidad, irresponsabilidad, las mentiras piadosas, pornografía y todo lo demás…” él es un tipo excelente”.

El corazón del hombre moderno, es pagano, de eso no hay duda. Imagina a Dios como una imagen magnificada de él, y supone que Dios comparte su complacencia consigo mismo. La idea de que él puede ser una criatura que ha perdido la imagen de Dios, un rebelde contra la ley de Dios, digno de la condenación, jamás se le ocurre.

La justicia retributiva de Dios

El hombre moderno hace vista gorda de la maldad, hasta donde le conviene. Los padres titubean al corregir a sus hijos, el publico aguanta el vandalismo y el comportamiento antisocial de todo tipo casi sin chistar. El mal se aguanta y se considera castigarlo casi en último recurso.

Siguiendo esta orientación pagana damos por sentado que Dios siente y piensa como nosotros. La idea de que la retribución a este mal sea la ley moral del mundo de Dios y expresión de su santo carácter, parece al hombre moderno enteramente imaginaria.

La Biblia insiste en que este mundo creado por Dios en su bondad es un mundo moral, en el que la retribución es un hecho tan básico como lo es la respiración. Dios es el juez de toda la tierra, y el ha de obrar rectamente, vindicando al inocente, si lo hubiere, pero castigando en ellos su pecado a los que quebrantan la ley

Genesis 18:25 “Lejos de ti el hacer tal, que hagas morir al justo con el impío, y que sea el justo tratado como el impío; nunca tal hagas. El Juez de toda la tierra, ¿no ha de hacer lo que es justo?”

Dios no es fiel a sí mismo a menos que castigue el pecado. Y a menos que no entendamos y aceptemos la verdad de este hecho, tanto inconversos como creyentes, no podremos jamás compartir la fe bíblica en la gracia divina.

 

La impotencia espiritual del hombre

Las religiones han incentivado al hombre moderno para que crea que puede poner al señor en una posición de no poder decir “no”. En la antigüedad pagana, se hacían ofrendas, sacrificios y multiplicaban los dones. El paganismo moderno procura hacerlo por medio de la moralidad y la actividad eclesiástica. Reconocen que no son perfectos, pero, aun así, no les cabe la menor duda de que van a ser finalmente aceptados por Dios, cualquiera haya sido su vida pasada.

Podemos observar la posición de la biblia en este pensamiento.

 

No son las obras de mis manos

Las que pueden cumplir las demandas de tu ley

Aunque mi cielo no conociera el descanso

Aunque mis lagrimas corrieran interminablemente

Nada de esto podría expiar mi pecado.

 

Esto nos lleva a aceptar que solo “Tu tiene que salvar y solo tú

Por las obras de la ley (es decir, la moralidad y la actividad eclesiástica) ningún ser humano será justificado delante de Él declara el Apóstol Pablo.

Romanos 3:20 “ya que por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de él; porque por medio de la ley es el conocimiento del pecado”.

No podemos reparar nuestra relación con Dios después de haberla perdido. Está más allá de lo que puede hacer cualquier hombre. Y es preciso ver esto y aceptarlo humildemente antes de poder compartir la fe bíblica en la gracia divina.

 

La libertad soberana de Dios

El paganismo antiguo y el moderno comparten los mismos lazos egoístas con los que se amarraban a sus dioses. Dios esta obligado a amarnos y ayudarnos, aunque no lo merezcamos.

Este es un pensamiento que no esta bien fundamentado. El Dios de la Biblia no depende de sus criaturas humanas para su bienestar

Hechos 17:24-25 “El Dios que hizo el mundo y todas las cosas que en él hay, siendo Señor del cielo y de la tierra, no habita en templos hechos por manos humanas, ni es honrado por manos de hombres, como si necesitase de algo; pues él es quien da a todos vida y aliento y todas las cosas.”

Tampoco, está obligado a mostrarnos ningún favor. Todo lo que podemos exigirle es justicia, y justicia para nosotros significa condenación segura. Dios no tiene por qué evitar que la justicia siga su curso. No está obligado a tener lastima ni a perdonar; si lo hace es un acto que hace, como se dice, “por su propia y libre libertad” y nadie lo obliga a hacer lo que no quiere.

Romanos 9:16 “Así que no depende del que quiere, ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia”.

La gracia es libre, en el sentido de que se origina en si misma, y en el sentido de proceder de aquel que estaba en libertad de no obrar con gracia. Solo cuando se entiende de que decide el destino de cada hombre es el que Dios haya resuelto o no salvarlo de sus pecados, y que se trata de una decisión de Dios no está obligado a tomar en ningún caso, se puede comenzar a comprender la perspectiva de la gracia.

La gracia de Dios es amor libremente manifestado hacia pecadores culpables, a pesar de lo que merecían o, mejor dicho, a consecuencia de su falta de méritos. Es Dios manifestando su bondad hacia personas que solo merecen severidad, y que no tenían razón alguna para esperar otra cosa que severidad.

Hemos visto por qué el concepto de la gracia significa tan poco para mucha gente de la iglesia. Ahora preguntémonos ¿que hace que para otros signifique?, ¿cuánto significa para mí mismo?

No es necesario tanto rodeo para encontrar una respuesta; mas aun resulta evidente en lo que se ha dicho antes. De seguro cuando nos damos cuenta de que nuestra condición era tal cual se ha descrito antes, y que nuestras necesidades eran las mismas; no puede más que infundir agradecimiento, humildad, alegría y admiración por lo que Dios ha hecho.

¡Esto nos hace ver la forma en que nuestro juez se ha transformado en nuestro Salvador!

La gracia y la Salvación son conceptos que van juntamente como causa y efecto.

Efesios 2:5 “aboliendo en su carne las enemistades, la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas, para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz,”

La gracia de Dios se ha manifestado para salvación

Tito 2:11 “Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres,”

Romanos 5:8 “Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que, siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros”.

Zacarias 13:1 “En aquel tiempo habrá un manantial abierto para la casa de David y para los habitantes de Jerusalén, para la purificación del pecado y de la inmundicia.”

Un manantial ha sido abierto según la profecía para el pecado y la inmundicia y que el Cristo viviente ahora llama a todos los que escuchan el evangelio diciendo

Mateo 11:28 “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar.”

Isaac Watts, cristiano ingles de los años 1700, autor de muchos himnos, escribió en una de sus poesías de la naturaleza del hombre y su estado total de extravió.

 

Pero hay una voz de gracia principesca

Que resuena de la Santa Palabra de Dios.

¡ah! Pobres pecadores cautivos, venid

Y confiad en el Señor

Mi alma obedece al soberano llamado,

Y correr hacia este alivio;

Quiero creer tu promesa Señor,

Oh ayuda mi incredulidad.

A la bendita fuente de tu sangre,

Dios encarnado, acudo,

Para lavar mi alma de manchas escarlata,

Y pecados de tintes más profundo.

Como gusano vil, débil e impotente,

En tus manos me entrego;

Tu eres el Señor, mi justicia,

Mi Salvador, y mi todo.

 

La gracia es la fuente de perdón del pecado. El evangelio se centra en la justificación, en la remisión de pecados y por consecuencia en ser aceptados por Dios. La justificación es una transición dramática de nuestro estado de criminales condenados que esperan una terrible sentencia, al de un heredero que espera una herencia incorruptible y maravillosa.

El motivo del plan de salvación es la gracia. El perdón es la médula del evangelio, pero no es toda la doctrina de la gracia. El plan de salvación comienza con la elección y deseo de Dios antes que el mundo fuera y se completará solo cuando la Iglesia sea perfeccionada hasta la gloria.

El creyente debe alegrarse en el conocimiento de que su conversión no fue ningún accidente sino un acto de Dios que tuvo su lugar en un plan eterno para beneficiarlo con el don gratuito de la salvación del pecado. Dios promete, cumplir su plan hasta el final, y en razón de que se ejecutará el mismo, con su soberano poder.

 

Anunciemos su maravillosa fidelidad,

Y proclamemos su poder por doquier;

cantemos la dulce promesa de su gracia,

Y a nuestro actuante Dios,

Grabada como el bronce eterno

Brilla la poderosa promesa,

No pueden los poderes de las tinieblas borrar

Esas líneas imperecederas.

Su misma palabra de gracia es fuerte

Como aquella que hizo los cielos,

La voz que hace trasladarse a las estrellas

Anuncia todas las promesas.

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