Nuestra palabra “majestad” viene
del latín, significa grandeza. Cuando le conferimos majestad a alguien, estamos
reconociendo grandeza en su persona, y haciendo conocer nuestro respeto por
ella: como, por ejemplo, cuando hablamos acerca de su majestad la Reina o el Rey.
“Majestad” en la biblia, es un
vocablo que expresa el concepto de grandeza de Dios, nuestro Hacedor y Señor.
Salmo 93:1 “Jehová
reina; se vistió de magnificencia; Jehová se vistió, se ciñó de poder. Afirmó
también el mundo, y no se moverá”.
Salmo 145:5 “En
la hermosura de la gloria de tu magnificencia, Y en tus hechos maravillosos
meditaré”.
La palabra majestad, cuando se
aplica a Dios, constituye siempre una declaración de su grandeza y una invitación
a la adoración.
Hebreos 1: 3 “el
cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y
quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado
la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la
diestra de la Majestad en las alturas”
Lo mismo es cierto cuando la
Biblia habla de que Dios está en “las alturas” y “en los cielos”; la idea aquí no
es la que Dios está separado de nosotros por una distancia espacial, sino de
que está muy por encima de nosotros en grandeza, y que por lo tanto es motivo
de adoración.
Salmo 48:1 “Grande
es Jehová, y digno de ser en gran manera alabado. En la ciudad de nuestro Dios,
en su monte santo”.
Salmos 95:3,6 “Porque
Jehová es Dios grande, Y Rey grande sobre todos los dioses. Venid, adoremos y
postrémonos; Arrodillémonos delante de Jehová nuestro Hacedor”.
Ante el conocimiento de la
grandeza de Dios, el instinto cristiano de adorar recibe un poderoso estímulo.
De no ser tal el conocimiento de esta grandeza, hará que el cristiano
experimente una fe débil y un culto flojo.
Como hombres modernos, sabemos
que, en esta época, la humanidad tiene un buen y exagerado concepto de sí mismo,
no obstante, muy bajo de Dios. Es más, hablando del hombre creyente, al expresar
el nombre “Dios” quizás lo que le viene a la mente no es generalmente el de “majestad
divina”.
“Tu Dios es demasiado pequeño” esta expresión
bien refleja el concepto divino, en la época de hoy. Observamos estar en el polo
opuesto a nuestros antepasados creyentes. Aún cuando confesamos nuestra fe con
las mismas palabras que ellos. Cuando leemos los profetas, las epístolas del Apóstol
Pablo, los demás Apóstoles, vemos que tenemos muy poco que ver con ese Dios
poderoso a quienes ellos conocían tan íntimamente.
Cuando vemos que Dios es un
ser personal, debemos cuidar de no asemejarlo a nuestra forma humana, puesto
que el no es como nosotros, una persona débil inadecuada, poco efectiva. ¡Este
no es el Dios de la biblia! Los hombres como seres finitos estamos limitados en
todas las áreas y direcciones, espacio, tiempo, conocimiento, poder etc. Pero
Dios no es limitado, ni lo esta por nada. Es eterno, infinito y todopoderoso.
El nos tiene en sus manos; pero nosotros jamás podremos tenerlo a él en las
nuestras. Como nosotros el es un ser personal, pero a diferencia de nosotros, Él
es grande.
Desde el comienzo del relato bíblico
nuestro Señor se nos revela como un Dios personal y majestuoso. En ninguna otra
parte de la biblia se expresa de manera más clara y hermosa este concepto que
en Génesis 1.26. Dios delibera consigo mismo, “hagamos”
Genesis 1:26 “Entonces
dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y
señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en
toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra”.
Luego el relato bíblico continúa
mostrando como el Señor se relaciona con Adán, trayéndole los animales para que
este ponga cada uno de sus nombres. Se pasea en el jardín llamando a Adán, haciéndolo
preguntas a sus criaturas.
En Génesis 1:5 vemos a un Dios
bajar del cielo a fin de enterarse que están haciendo los hombres. Luego vemos
que su dolor fue tan grande al ver la desobediencia y caída de su amada
humanidad, que se duele en su corazón por haberlos creado.
Toda esta muestra, que Dios
mismos nos da de su carácter, por medio de estas manifestaciones de su
personalidad, nos deben hacer entender que el Dios con el que tenemos que
tratar no es un mero principio cósmico, impersonal e indiferente, sino una
maravillosa persona viviente, un extraordinario ser pensante, que siente, que
es activa, que aprueba el bien, que desaprueba el mal y que está
permanentemente preocupada de sus criaturas.
El Dios del Génesis es el Dios
creador que pone orden en el caos, que hace surgir la
vida con el poder de su palabra, que modela a Adán con el polvo de la tierra y
a Eva con una costilla de Adán. Él es además
Señor de todo lo que ha creado.
Frente a la caída de su creación
en desobediencia, como juez debe actuar en justicia sometiendo a la humanidad a
muerte espiritual y maldice la tierra. Todo queda en espera de poder ser
restaurado en su plan universal de salvación.
Modifica así el orden
universal, cubre la tierra con las aguas del diluvio, destruyendo así toda vida
en señal de juicio, salvo aquellos que estaban en el arca.
Al multiplicarse nuevamente la
humanidad y persistir en sus maldades y pecados, debe actuar en Babel
confundiendo el lenguaje humano y desparrama a los edificadores de Babel. Luego
en Sodoma y Gomorra destruye por fuego a las ciudades pecadoras. Más adelante
Abraham le llama “el juez de toda la tierra”
Génesis 18:25 “Lejos
de ti el hacer tal, que hagas morir al justo con el impío, y que sea el justo
tratado como el impío; nunca tal hagas. El Juez de toda la tierra, ¿no ha de
hacer lo que es justo?”
Dios esta presente en todas
partes y observándolo todo. Efectivamente es un Dios que ve, oye y nada se le escapa.
El mismo se ha dado el nombre de “El Shaddai”, “Dios todopoderoso”
y todos sus actos son una ilustración de la omnipotencia que su nombre
proclama.
¿cómo
podemos formarnos una idea exacta de la grandeza de Dios?
Primeramente, debemos eliminar
de nuestros pensamientos, limitaciones que puedan empequeñecerlo. Y nunca compararlo
a nada que nos parezca grande. ¡Nadie es como nuestro Dios!
El salmo 139 nos habla de la omnisciencia
y omnipotencia de Dios. Aquí vemos y podemos conocer nuestro amado Señor
poderoso y personal. El salmista se maravilla meditando en la naturaleza
infinita e ilimitada de la presencia, el conocimiento, y el poder de Dios en
relación con los hombres. El hombre, dice, está siempre en la presencia de
Dios, uno puede aislarse de los demás hombres, pero es imposible esconderse del
creador.
Salmo 139:1-7 “Oh
Jehová, tú me has examinado y conocido. Tú has conocido mi sentarme y mi
levantarme; Has entendido desde lejos mis pensamientos. Has escudriñado mi
andar y mi reposo, Y todos mis caminos te son conocidos. Pues aún no está la
palabra en mi lengua, Y he aquí, oh Jehová, tú la sabes toda. Detrás y delante
me rodeaste, Y sobre mí pusiste tu mano. Tal conocimiento es demasiado
maravilloso para mí; Alto es, no lo puedo comprender. ¿A dónde me iré de tu
Espíritu? ¿Y a dónde huiré de tu
presencia?”
Así como no hay límites a su
presencia conmigo, tampoco hay límites para su conocimiento de mí. Así como jamás
me deja solo, jamás paso desapercibido” Oh Jehová tú me has examinado y
conocido”.
Todos mis planes, metas, hábitos,
deseos, como también toda mi vida hasta la fecha. Aún la palabra que no
esta en mi lengua (dicha o pensada), tu lo sabes todo. Nada puedo encubrir de
ti Señor.
El descubre todo lo que me
reservo y todo lo que aparento ser, me conoce tal como soy, mejor, en realidad,
de lo que me conozco yo mismo.
Si pudiéremos eludirnos de la
presencia y escrutinio de un “dios” sería pequeño, una deidad pequeña. Pero el
Dios verdadero es grande y terrible, por el solo hecho de que está siempre
conmigo y su vista esta sobre mí constantemente.
Nuestro vivir se torna de
cuidado cuando se tiene conciencia de que cada momento de la vida acontece ante
la vista y en la compañía de un creador omnisciente. Esto, sin embargo, no es todo.
El Dios que todo lo ve también es todopoderoso.
Al considerar las maravillas
de su propia grandeza, de la grandeza que desplegó aún al dar forma a nuestro
propio cuerpo y ser, nos deben llevar a imitar al salmista para que nuestras
meditaciones en este poder se vuelvan en adoración. “Te alabare; porque
formidables, maravillosas son tus obras”.
Comprendemos entonces, que,
para aprehender la grandeza de Dios, es necesario comprobar cuán ilimitada es
su sabiduría, su presencia y su poder.
También es necesario, como
dijimos, no compararlo a ningún otro poder que nos parezca. ¡Nada es como Él!!
Isaías 40:12 “¿Quién
midió las aguas con el hueco de su mano y los cielos con su palmo, con tres
dedos juntó el polvo de la tierra, y pesó los montes con balanza y con pesas
los collados?”
Aquí el Señor le está hablando
a gente de poco ánimo, como muchos cristianos en la actualidad. Gente que esta
desesperada y acobardada, a veces secretamente desesperada, gente que el correr
de estos acontecimientos actuales los ha turbado y confundido. Aquellos que
dejan de creer que Cristo puede y hará que todo prospere según sus planes
eternos.
En este salmo también vemos
como Dios razona con sus profetas. Les dice miren las obras que he hecho. ¿podrían
hacerla ustedes? ¿puede hombre alguno hacerla? ¿son ustedes los suficientemente
sabios como para hacer estas cosas? ¿tienen el poder necesario? En cambio, yo
sí, de otro modo no habría podido hacer este mundo.
Les sigue diciendo a sus profetas que observen las naciones, esas grandes potencias de antaño. Asiria, Egipto, Babilonia, todas con poderosos ejércitos, con grandes recursos en comparación a ellos. Ustedes les tienen temor. Pero luego les dice consideren la posición de vuestro Dios frente a estas poderosas fuerzas que ustedes tanto temen.
Isaías 40:15 “He
aquí que las naciones le son como la gota de agua que cae del cubo, y como
menudo polvo en las balanzas le son estimadas; he aquí que hace desaparecer las
islas como polvo.”
Ustedes tiemblan ante las
naciones porque son mucho más débiles que ellas; pero Dios es tanto más grande
que las naciones que para el son como nada. ¡Este es nuestro Dios!
Ahora echemos un vistazo a
nuestro mundo, a toda su complejidad, a los millones de habitantes que lo
pueblan y en el enorme cielo que está sobre todos ellos y nosotros. ¡Que seres
diminutos somos en comparación al planeta en que vivimos! Y, sin embargo, ¿Qué es
todo este portentoso plantea en comparación a nuestro Dios? “Él está sentado
sobre (encima de) el círculo de la tierra, cuyos moradores son como langostas.
Isaías 40.22 “Él
está sentado sobre el círculo de la tierra, cuyos moradores son como langostas;
él extiende los cielos como una cortina, los despliega como una tienda para
morar”.
El mundo nos empequeñece a
todos, pero Dios empequeñece al mundo. El mundo es el estrado de sus pies,
sobre lo que el esta sentado inexpugnablemente. El es más grande que el mundo y
todo lo que en el hay.
Toda esta frenética actividad
mundana de millones de habitantes no lo afectan en ninguna medida como a
nosotros nos atormentan. Es tan solo como un ruido de langostas en un día de
sol.
Que diremos de los gobernantes
de este mundo, cuya leyes y programas políticos determinan el “bienestar” de
millones de personas; los que aspiran a gobernar el mundo, los dictadores, los
creadores de imperios, hombres que tienen en sus manos el poder necesario para
desencadenar una guerra global. Piensen en los grandes que la historia y la
palabra nos ha mostrado, Senaquerib, Nabucodonosor, Alejandro Magno, Napoleón, Hitler.
¿Suponen ustedes que estos hombres han determinado o determinaran el giro de
este mundo? Volvamos a pensar esto; porque Dios, nuestro Dios es más grande que
los más grande entre ellos.
Isaías 40.23 “El
convierte en nada a los poderosos, y a los que gobiernan la tierra hace como
cosa vana.”
“Él único que gobierna a los príncipes
es Dios”
Miremos a las estrellas. Podríamos
pasar extasiados observando la impresionante maravilla de las galaxias, inconmensurables
creadas por nuestro Dios. Nada, da más una sensación de lejanía y distancia; no
hay experiencia que nos haga tomar conciencia de nuestra pequeñez e insignificancia.
El universo nos hace quedar mentalmente estupefactos y mareados. Pero, ¿Qué es
esto para Dios?
Isaías 40:26 “Levantad
en alto vuestros ojos, y mirad quién creó estas cosas; él saca y cuenta su
ejército; a todas llama por sus nombres; ninguna faltará; tal es la grandeza de
su fuerza, y el poder de su dominio”.
Es Dios quien hizo las
estrellas; fue Dios quien las puso en el espacio en primer lugar; Él es su Hacedor
y Amo: están todas en sus manos, y sujetas a su voluntad. Tal es su poder y
majestad.
Finalmente dejemos que Isaías
nos haga tres preguntas para ayudarnos a aplicar la doctrina de la majestad de
Dios a nuestra vida.
Isaías 40:26 ¿A quién
pues me comparareis para que yo sea como él?
Esto censura nuestros
conceptos tan humanos y errados de Dios. Nuestros conceptos de Dios no son
suficientemente grandes, no tenemos en cuenta la realidad de su poder y su
sabiduría ilimitados.
Rectifiquen este error, dice
Dios, aprendan a reconocer la plena majestad de su incomparable Dios y
Salvador.
Isaías 40:27 ¿Por
qué dices, oh Jacob, y hablas tú, Israel: ¿Mi camino está escondido de Jehová,
y de mi Dios pasó mi juicio?
Esta pregunta censura los
conceptos errados acerca de nosotros mismos. Dios no nos ha abandonado, así como
no abandono a Job. Jamás abandona a la persona a quien dirige su amor; tampoco
Cristo el buen pastor, pierde jamás la huella de sus ovejas. Dios nunca pasa
por alto, ni olvida la situación de su pueblo. El pesimismo incrédulo deshonra
profundamente a nuestro gran Dios y Salvador.
Isaías 40:28 ¿No
has sabido, no has oído que el Dios eterno es Jehová, el cual creó los confines
de la tierra? No desfallece, ni se fatiga con cansancio, y su entendimiento no
hay quien lo alcance.
Dios quiere sacarnos de la
incredulidad moviéndonos a la vergüenza. ¿Qué pasa? Dios pregunta: ¿se han
estado imaginando que yo, el Creador, estoy viejo y cansado? ¿NADIE LES HA DICHO LA VERDAD SOBRE MI?.
Muchos somos merecedores de
este reproche. ¡que lentos somos para creer en Dios como Dios soberano,
todopoderoso, que todo lo ve! ¡que poco tenemos en cuenta la majestad de
nuestro Señor y Salvador Jesucristo! Lo que necesitamos es “esperar a Jehová”
y meditar sobre su majestad, hasta que estas cosas se nos graben con fuego en el
corazón y encontremos que de este modo nuestras fuerzas han sido renovadas.
Dios
es magnífico
Solo
Él es Admirable
Él
está en todas partes.
Sin Él
no hay justicia
Sin Él
no hay santidad
Sin Él
no hay promesa de perdón,
ni fuente
de verdad absoluta, ni razones para soportar,
ni esperanza más allá de la muerte.
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