ESTUDIO ROMANOS V

 



 

Resumen anterior: En los capítulos 1 al 5 de Romanos vimos como el apóstol Pablo nos mostraba mediante la imagen de un tribunal, el juicio de Dios; que como juez justo hace a la humanidad, dando su veredicto, otorgando su gracia, y absolviendo a los culpables, mediante la figura de nuestro Señor Jesucristo. Concluimos el último estudio diciendo que el pecador arrepentido recibe mucho más en Cristo que lo que ha perdido en Adán.

Hoy veremos el segundo edificio que el apóstol Pablo nos presenta. Lo llamaremos “La central de energía de la gracia”

Los capítulos 6 al 8 componen el segundo “edificio” en este libro Romanos. En esta central de energía de la gracia, nos encontramos con tres pisos.

A.    plan. Primer piso: la santificación (Romanos 6).

B.    El dolor. Segundo piso: la frustración (Romanos 7).

C.   El premio: Tercer piso: la preservación.

Este es el método de Dios para enseñarnos la santificación, la cual constituye el proceso, por medio del cual, el creyente desarrolla su crecimiento espiritual, a la medida de un varón perfecto, como Cristo. Este camino no está exento de frustración, pero si somos fieles seremos preservados hasta el fin. El apóstol Pablo nos muestra su propia experiencia y la del pueblo de Israel.

 

La central de energía de la gracia: el método de Dios (la santificación y la preservación. Romanos 6 al 8).

El apóstol Pablo no trata el tema de la santificación de los santos hasta el capítulo 6, pero a partir de ese momento no vuelve a tocar el asunto de la justificación de los pecadores. Creo que nos será de ayuda contrastar ahora estas dos palabras.

    

JUSTIFICACIÓN

SANTIFICACIÓN

La justificación es un acto, mientras que

la santificación (que simplemente significa “ser apartado”) es una obra.

La justificación es el medio, mientras que

la santificación es el fin.

La justificación quita la culpa y la pena del pecado, mientras que

La santificación neutraliza el crecimiento y el poder del pecado.

La justificación obra por nosotros, mientras que

la santificación opera en nosotros.

La justificación nos declara justos mientras que

la santificación nos hace justos.

La justificación nos provee de la vía que nos lleva al cielo

la santificación nos proporciona el tren.


Ya hemos señalado que santificación simplemente quiere decir “ser apartado”. De forma que en la Biblia encontramos distintas formas de apartarse para Dios. Así como el hombre de Dios es llamado a apartarse de toda especie de mal para poder tener comunión con un Dios santo, santo, santo. Así también los malvados podían santificarse (apartarse, consagrarse) así mismos para practicar la iniquidad.

A los creyentes se les manda que santifiquen a Dios.

1Pedro 3:15 “sino santificad a Dios el Señor en vuestros corazones, y estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros;”

 

EL EDIFICIO DE LA CENTRAL DE ENERGÍA DE LA GRACIA

 

Los capítulos 6 al 8 componen el segundo “edificio” en el libro de Romanos. Nos encontramos con tres pisos en esta “central de energía de la gracia.”

A. El plan. Primer piso: la santificación (Romanos 6).


1. Sepan (Romanos 6:1-10).

a. Que han sido “sepultados juntamente con él (Cristo) para muerte por el bautismo”

Romanos 6:4 “Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva.”

Pablo declara aquí que Cristo no solamente murió en mi lugar, sino como yo.

La palabra bautismo habla de, “identificación”. Esta identificación con Cristo en el Calvario es uno de los muchos “bautismos secos” de la Biblia. Otros son:

(1) El bautismo del pecado y sufrimiento sobre Cristo (Mateo. 20:22).

(2) El bautismo del Espíritu Santo sobre los creyentes en Pentecostés (Hechos. 1:5).

(3) El bautismo de los creyentes en el cuerpo de Cristo (1 Corintios. 12:13).

(4) El bautismo “por los muertos” (1 Corintios. 15:29).

Nota: Se piensa que esto se refiere al acto de los creyentes vivos de identificarse con los mártires cristianos recogiendo sus banderas caídas.

(5) El bautismo “en Moisés” (1 Corintios. 10:2).

(6) El bautismo del juicio durante la tribulación (Mateo 3:11,12). 

b. Que han sido “plantados juntamente con él en la semejanza de su resurrección”

Romanos 6:5 “Porque si fuimos plantados juntamente con él en la semejanza de su muerte, así también lo seremos en la de su resurrección;”

 El creyente ha sido “trasplantado” tres veces:

(1) En el huerto del Edén, donde pecó con Adán.

(2) En la cruz, donde murió con Cristo.

(3) En la tumba, donde resucitó con Cristo.

c. Debido a estos dos hechos, (ser sepultados y plantados en Cristo) el creyente está:

(1) “Muerto al pecado”

Romanos 6:2 “…Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él?”

(2) “Justificado del pecado”

Romanos 6:7 “Porque el que ha muerto, ha sido justificado del pecado.”

La muerte cancela todas las obligaciones. El pecado aparece aquí personificado como un tirano que oprime a sus esclavos hasta lo inaguantable. La única manera de liberarse es muriendo, pues así queda inactivo (aunque no desaparece) el cuerpo del pecado y despojado de su poder.

Efesios 4:22-24 “En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad.

Colosenses 3:9,10 “No mintáis los unos a los otros, habiéndoos despojado del viejo hombre con sus hechos, y revestido del nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo creó se va renovando hasta el conocimiento pleno,”.

El creyente regenerado y convertido muere a su vida, pasiones y deseos. Ahora solo vive para Dios y su gloria. En el bautismo da fe publica de su muerte y resurrección a una nueva vida dedicada enteramente para Dios. Deberá enfrentar día a día su proceso de santificación mediante el Espíritu Santo en total obediencia. Su deber es despojarse del viejo hombre que esta viciado.

2. Consideren

Romanos 6:11, 12 “Así también vosotros consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro. No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que lo obedezcáis en sus concupiscencias;”

Esto quiere decir que tenemos que actuar por fe sobre estos hechos independientemente de nuestros sentimientos personales.

3. Reconozcan

Romanos 6:13-15 “ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado como instrumentos de iniquidad, sino presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia. Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia. ¿Qué, pues? ¿Pecaremos, porque no estamos bajo la ley, sino bajo la gracia? En ninguna manera.”

a. Que tenemos que parar de presentar (tiempo presente) nuestros miembros al pecado como instrumentos de iniquidad.

Ya es suficiente el tiempo de vivir en nuestra ignorancia. Hoy que hemos sido justificados e iluminados por la verdad divina, debemos caminar en la nueva senda en verdad y honor.

b. De una vez y para siempre (tiempo aoristo: expresa una acción que ya pasó) presentar nuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia.

Los motivos más fuertes contra el pecado, y para hacer cumplir la santidad, se manifestaron aquí. “Que habéis sido libertados del dominio del pecado, pero vivos para Dios, y teniendo la posibilidad de la vida eterna”. Esto insta al creyente a avanzar en esta realidad.

Las pasiones impías están muy arraigadas en esta vida, por lo tanto, el cuidado de los cristianos debe estar en resistir y parar sus movimientos, esforzándose, a través de la gracia divina.

Presentemos todas nuestras fuerzas a Dios, como armas o herramientas listas para la guerra, y el trabajo de la justicia, en su servicio. Hay fuerza en el pacto de gracia para nosotros. El pecado no tendrá dominio. Las promesas de Dios para nosotros son más potentes y eficaces para destruir el pecado. El pecado puede luchar en un verdadero creyente, y crear una gran cantidad de problemas, pero no tendrá dominio; le puede afligir, pero no se enseñoreará de él.

¿Cuál puede ser el motivo más fuerte contra el pecado que el amor de Cristo? ¿Vamos a pecar contra tanta bondad, y tal amor?

4. Obedezcan

Romanos 6:16-23 “¿No sabéis que si os sometéis a alguien como esclavos para obedecerle, sois esclavos de aquel a quien obedecéis, sea del pecado para muerte, o sea de la obediencia para justicia? Pero gracias a Dios, que aunque erais esclavos del pecado, habéis obedecido de corazón a aquella forma de doctrina a la cual fuisteis entregados; y libertados del pecado, vinisteis a ser siervos de la justicia. Hablo como humano, por vuestra humana debilidad; que así como para iniquidad presentasteis vuestros miembros para servir a la inmundicia y a la iniquidad, así ahora para santificación presentad vuestros miembros para servir a la justicia. Porque cuando erais esclavos del pecado, erais libres acerca de la justicia. ¿Pero qué fruto teníais de aquellas cosas de las cuales ahora os avergonzáis? Porque el fin de ellas es muerte. Mas ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y como fin, la vida eterna. Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.

a. ¿A quién tenemos que obedecer?

(1) El cristiano debe obedecer a su nuevo Maestro e ignorar al anterior.

Romanos 6:16 “¿No sabéis que si os sometéis a alguien como esclavos para obedecerle, sois esclavos de aquel a quien obedecéis, sea del pecado para muerte, o sea de la obediencia para justicia?”

Sólo podemos servir a un señor a la vez

Mateo 6:24 “Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas.”

(2) Debemos obedecer aquella forma de doctrina a la que hemos sido entregados. Hemos sido salvados para ser metidos ahora en el molde de la salvación. Tenemos ahora que obedecer los preceptos de este molde y permitir que ese molde forme nuestra nueva vida.

b. ¿Por qué tenemos que obedecer?

(1) Porque hemos “sido libertados del pecado” (Romanos 6:22). Esta es la sexta vez que el apóstol Pablo señala este hecho.

Hay tres expresiones teológicas latinas que nos pueden ayudar a clarificar esta valiosa doctrina, y son:

(a) Non posse non pecare: incapaz de no pecar. Esto se refiere a la condición de los creyentes antes de su salvación.

(b) Posse non pecare: capaz de no pecar. Esto los describe después de su salvación. Ahora tienen el poder de vivir vidas victoriosas.

(c) Non posse pecare: incapaz de pecar. Esto habla de su existencia después del rapto.

(2) Porque Dios desea de los creyentes los frutos de la justificación, los cuales sólo se producen por medio de la obediencia.

Romanos 6:21,22 “¿Pero qué fruto teníais de aquellas cosas de las cuales ahora os avergonzáis? Porque el fin de ellas es muerte. Mas ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y como fin, la vida eterna.”

Si, hoy nos avergonzamos de lo que fuimos y agradecemos de ser libre de ello. Ningún buen fruto tuvimos de una vida sin Dios. Ahora que somos libres para ser sus siervos consagramos la vida con temor y temblor para dar el fruto divino que suba como un perfume agradable al trono de nuestro Dios.

B. El dolor. Segundo piso: la frustración (Romanos 7).

Este capítulo ha sido el centro de mucha especulación. ¿Escribe el apóstol Pablo aquí como un hombre salvo o como no salvo? Se ha sugerido que aparecen aquí descritas al menos tres condiciones espirituales relacionadas con la ley. Son:

1.-El hombre espiritual y la ley (Romanos 7:1-6),

a. Un hombre está sujeto a la ley como una mujer lo está a su marido.

b. Sólo la muerte podía liberar a la mujer infeliz de la sujeción a su marido, en este caso la muerte del esposo

Romanos 7:3 “Así que, si en vida del marido se uniere a otro varón, será llamada adúltera; pero si su marido muriere, es libre de esa ley, de tal manera que si se uniere a otro marido, no será adúltera.”

c. Sólo la muerte podía liberar al hombre infeliz sujeto a la ley, en este caso su propia muerte 

Romanos 7:4-6 “Así también vosotros, hermanos míos, habéis muerto a la ley mediante el cuerpo de Cristo, para que seáis de otro, del que resucitó de los muertos, a fin de que llevemos fruto para Dios. Porque mientras estábamos en la carne, las pasiones pecaminosas que eran por la ley obraban en nuestros miembros llevando fruto para muerte. Pero ahora estamos libres de la ley, por haber muerto para aquella en que estábamos sujetos, de modo que sirvamos bajo el régimen nuevo del Espíritu y no bajo el régimen viejo de la letra."

“Pero ahora estamos libres de la ley, por haber muerto.”

El griego habla aquí de una muerte violenta, como la del Calvario. Podemos decir que en cierto sentido era necesaria la muerte tanto para Cristo como para el creyente a fin de unirse. Consideremos lo siguiente:

(1) En el Antiguo Testamento, Cristo estaba ligado con el Israel infiel (esto se muestra en el libro de Oseas). Dios muestra su relación con Israel, como la de un esposo y su esposa. Israel le fue infiel por sus "adulterios espirituales" y desobediencias.

(2) En el Nuevo testamento, los pecadores están encadenados por el poder del pecado y las cadenas de la ley. La ley (mandamientos de Dios) muestran las normas divinas para el hombre, y a su vez son el instrumento para revelar lo pecaminoso del corazón y la incapacidad del hombre pecador de cumplir las normas divinas.Es la ley el espejo en donde vemos nuestra condición caída y nuestra imposibilidad de agradar a Dios por nuestros propios méritos.

(3) Entonces Cristo muere, así se libera de la relación del Antiguo Testamento con el Israel pecador (durante esta dispensación de la Iglesia); y al mismo tiempo el creyente también muere, liberándose de la ley y del pecado.

(4) Esta bendita relación quedará completamente consumada en las bodas del Cordero

Apocalipsis 19:7, 8 “Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria; porque han llegado las bodas del Cordero, y su esposa se ha preparado. Y a ella se le ha concedido que se vista de lino fino, limpio y resplandeciente; porque el lino fino es las acciones justas de los santos.”

d. El propósito de todo esto es que "llevemos fruto para Dios" 

Romanos 7:4"Así también vosotros, hermanos míos, habéis muerto a la ley mediante el cuerpo de Cristo, para que seáis de otro, del que resucitó de los muertos, a fin de que llevemos fruto para Dios."

 El hombre espiritual está, por tanto, liberado de la ley.

2. El hombre natural y la ley (Romanos 7:7-13). 

Aquí el apóstol Pablo muestra en su propia experiencia como fue tener conocimiento de la ley de Dios y como este conocimiento de lo que para Dios bueno y malo, provoco que pudiera ver su propia condición pecaminosa, frente a su incapacidad de poder cumplir la voluntad de Dios por su naturaleza caída.

Algunos creen que estos versículos describen la vida de Pablo antes de su conversión. Hay, sin embargo, algunos problemas relacionados con este punto de vista.

a. La ley fue usada por el pecado para matar a Pablo (Romanos 7:9-11). Esta puede haber sido una referencia a su Bar Mitzvah (una ceremonia religiosa que observaban todos los jovencitos judíos a los trece años), en cuyo momento tomaba sobre sí las responsabilidades solemnes de la ley. Sus días de niñez inocente habían terminado; desde ese momento era responsable ante Dios por sus acciones.

De igual forma cuando el hombre pecador conoce la ley de Dios, esta le muestra que es bueno y que es malo, según el punto de vista divino, no humano. Ante este conocimiento debe responder por sus actos que transgredan estas normas divinas. Al conocer lo que es bueno para Dios, está en conocimiento de su voluntad. 

Romanos 5:13 "pues ante la ley, había pecado en el mundo, pero donde no hay ley, no se inculpa de pecado."

b. La ley fue usada por el pecado para producir en él “toda codicia (toda clase de malos deseos)”

Romanos 7:8 “Mas el pecado, tomando ocasión por el mandamiento, produjo en mí toda codicia; porque sin la ley el pecado está muerto.”

En otras palabras, la ley revelaba y, según es usada por el pecado, reavivaba la naturaleza pecaminosa de Pablo. De manera que el pecado usaba la ley como su base de operaciones en su lucha contra Pablo.

c. La ley en sí misma no es mala, sino por el contrario es “santa, justa y buena”

Romanos 7:12 “De manera que la ley a la verdad es santa, y el mandamiento santo, justo y bueno.”

(1) Es santa porque procede de Dios (Romanos 7:14).

(2) Es justa porque correctamente condena al pecador.

(3) Es buena porque prepara al pecador para Cristo (Gálatas 3:24).

d. La ley se mostró ineficaz debido únicamente a la debilidad de la carne (Romanos 7:18). Ese es el verdadero problema.

3. El hombre carnal y la ley (Romanos 7:14-25).

Pablo deseaba hacer lo bueno y evitar hacer lo malo: 

Romanos 7:22 “Porque según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios” 

2 corintios 4:16 “Por tanto, no desmayamos; antes aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día.”

Efesios 3:16 “para que os dé, conforme a las riquezas de su gloria, el ser fortalecidos con poder en el hombre interior por su Espíritu;”

Descubre, sin embargo, (para su profunda frustración) que estaba haciendo lo malo y evitando hacer lo bueno. Pablo tenía muy buenos deseos pero fallaba en la determinación. La voluntad estaba lista, pero no el camino. Encontró que “queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley: que el mal está en mí”

Romanos 7:21 Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley: que el mal está en mí.”

Con profunda desesperación grita: “¡Miserable de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte?” Esta puede haber sido una comparación espiritual con la costumbre romana de castigar al criminal atándole al cadáver de su víctima, usando así su propia descomposición y fetidez para ejecutar al homicida.

Pablo se da entonces cuenta de que el ser humano no puede cambiar, ni limpiar, ni conquistar, ni mandar, ni corregir ni crucificar la carne.

El apóstol termina el capítulo 6 con la declaración de que la vida eterna viene sólo por medio de Jesucristo.

Romanos 6:23 “Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.”

Concluye el capítulo 7 afirmando que la vida victoriosa sólo se alcanza por medio de Cristo Jesús

Romanos 7:25 “Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro. Así que, yo mismo con la mente sirvo a la ley de Dios, mas con la carne a la ley del pecado.”

Nota: Antes de dejar el capítulo 7 nos puede ser de ayuda el resumir brevemente el propósito y ministerio de la ley del Antiguo Testamento. La ley consistía de tres secciones:

(1) Los Diez Mandamientos (Éxodo. 20:3- 17; Deuteronomio 5:7-21).

(2) Las regulaciones sociales relacionadas con la gente (Éxodo 21— 23).

(3) Las ordenanzas religiosas que tenían que ver con el tabernáculo (Éxodo 24— 40).

e. La ley fue dada casi cinco siglos después del pacto abrahámico y no abrogó en ningún sentido las promesas anteriores de Dios.

Génesis 12:1-3 “Pero Jehová había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré. Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición. Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra.”

Gálatas 3:17, 18 “Esto, pues, digo: El pacto previamente ratificado por Dios para con Cristo, la ley que vino cuatrocientos treinta años después, no lo abroga, para invalidar la promesa. Porque si la herencia es por la ley, ya no es por la promesa; pero Dios la concedió a Abraham mediante la promesa.”

Era un camino de vida, pero no un camino a la vida.

Gálatas 2:15,16 “Nosotros, judíos de nacimiento, y no pecadores de entre los gentiles, sabiendo que el hombre no es justificado por las obras de la ley, sino por la fe de Jesucristo, nosotros también hemos creído en Jesucristo, para ser justificados por la fe de Cristo y no por las obras de la ley, por cuanto por las obras de la ley nadie será justificado.

Gálatas 3:21 ¿Luego la ley es contraria a las promesas de Dios? En ninguna manera; porque si la ley dada pudiera vivificar, la justicia fuera verdaderamente por la ley.”

2 Corintios 3:7,9 “Y si el ministerio de muerte grabado con letras en piedras fue con gloria, tanto que los hijos de Israel no pudieron fijar la vista en el rostro de Moisés a causa de la gloria de su rostro, la cual había de perecer, Porque si el ministerio de condenación fue con gloria, mucho más abundará en gloria el ministerio de justificación.”

 

 ¿Por qué no vino Cristo durante el tiempo de Abraham? La fe ya estaba presente (Génesis.15; Romanos 4).

La respuesta es que el significado principal de la ley está en el desarrollo de una expectación por un Redentor mediante la revelación de la maldad humana.

La ley era, por tanto, una adición debido a que el pacto con Abraham carecía de suficiente énfasis en el pecado. Dios usó el ministerio de dos hombres para desarrollar plenamente el significado del arrepentimiento y de la fe que lleva a la salvación.

Veamos a estos dos hombres:

 

MOISES

ABRAHAM

Moisés nos dio a conocer la maldición (Gálatas 3:13).

Abraham nos presentó la bendición (Gálatas 3:9, 14).

Moisés señaló al sistema de muerte (2 Corintios 3:6; Romanos 7: 9,10).

Abraham apuntó al sistema de vida (Romanos 4:17-25; Hebreos 11:19).

Moisés nos lleva a la crucifixión (Gálatas 2:19,20:3:13).

Abraham nos dirige a la resurrección

 

“Es imposible separar los dos conceptos, porque el pecador necesita la redención y para ello ha de ser regenerado. El nuevo nacimiento presupone una verdadera conversión que se reviste de dos aspectos: el pecador vuelve las espaldas a sí mismo, pronunciando un “NO” rotundo frente a toda tendencia de justificación propia; al mismo tiempo vuelve su rostro a Dios, atreviéndose a decir “SÍ” a todas las promesas de la gracia de Dios. Expresado de otra forma, y en el lenguaje del Nuevo Testamento, la redención depende del arrepentimiento y de la fe. Provistos de esta llave podemos abrir las puertas de los misterios del Antiguo Testamento, averiguando su verdadero significado: Por el pacto de Abraham (y por todo cuanto surge de él) Dios reiteraba la palabra FE en los oídos de su pueblo a través de un proceso de instrucción que duró dos mil años.

Por medio de la ley de Moisés Dios repetía la palabra ARREPENTIMIENTO, de modo que el régimen legal fue una escuela que enseñaba la contrición durante quince siglos.”[1]

Entonces “Jesús vino a Galilea predicando el evangelio del reino de Dios, diciendo:

Marcos 1:14, 15 “El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio”

De esta manera, con una sola declaración, Jesús une perfectamente los mensajes s de Moisés y de Abraham.

Hechos 20:21 testificando a judíos y a gentiles acerca del arrepentimiento para con Dios, y de la fe en nuestro Señor Jesucristo.”

Podemos, por tanto, concluir diciendo que la ley funcionó como:

(1) Una rienda, mediante la cual Dios controlaba a Israel desde arriba.

(2) Una cerca, que separaba a Israel de las demás naciones del mundo.

(3) Un espejo, revelando la verdadera condición del hombre.

(4) Un estimulante, que saca a la superficie el pecado oculto del hombre.

(5) Un maestro, que nos prepara para Cristo y nos lleva a Él

Gálatas 3:19,24 “Entonces, ¿para qué sirve la ley? Fue añadida a causa de las transgresiones, hasta que viniese la simiente a quien fue hecha la promesa; y fue ordenada por medio de ángeles en mano de un mediador. De manera que la ley ha sido nuestro ayo, para llevarnos a Cristo, a fin de que fuésemos justificados por la fe.”

Romanos 3:20 “ya que por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de él; porque por medio de la ley es el conocimiento del pecado.”

Romanos 7:7 “¿Qué diremos, pues? ¿La ley es pecado? En ninguna manera. Pero yo no conocí el pecado sino por la ley; porque tampoco conociera la codicia, si la ley no dijera: No codiciarás.”

Por eso dice la palabra que el pecado esta en aquel que sabiendo hacer lo bueno no lo hace.

Damos gracias a Dios por proveernos de tan grande salvación en Cristo. Nuestro deber es seguir la santificación, apartándonos de este mundo, sabiendo que experimentaremos muchas veces la misma frustración del apóstol Pablo. Somos débiles en nosotros mismos para obedecer y ser fieles a Dios, pero el ya nos ha liberado de las cadenas de la muerte y para nosotros ya no hay condenación, sino solo libertad en él.

En el próximo encuentro veremos como Dios en su fidelidad preserva nuestras vidas.

Recuerde que por la gracia de Dios hoy nuestra condición se define en "Posse non pecare": capaz de no pecar. Esto nos  describe ahora que somos salvos. Hoy por Cristo tenemos el poder de vivir vidas victoriosas. Luchamos día a día hasta llegar a el tiempo en que nuestra condición en la eternidad sera de Non posse pecare: incapaz de pecar. Nuestra única realidad será adorar a nuestro bello Dios por la eternidad.

"Aleluya"


[1] (Erich Sauer, La aurora de la redención del mundo, pp. 173,174.)

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