Resumen capítulo anterior: En el estudio anterior revisamos el
tercer piso del edificio de la “central de energía de la gracia”: “la preservación”
Dios ha prometido preservar a su pueblo. Aquellos que
han llegado a ser hechos hijos de Dios por medio del arrepentimiento y la fe en
Jesucristo. El apóstol Pablo ha fundamentado esta preservación en los
siguientes puntos.
1.Nuestra nueva posición en Cristo
2.La morada del Espíritu Santo en nosotros
3.Nuestra adopción
4.Tenemos un ayudador y maestro; el Espíritu Santo
5.Tenemos una nueva expectativa, la eternidad
6.Tenemos un nuevo conocimiento
7.Tenemos una nueva meta y la garantía absoluta de
ella.
Hoy veremos el tercer edificio que nos presenta la epístola
a los Romanos: “La sinagoga de Israel”. Aquí el apóstol Pablo explica y da solución a dos problemas. El primero es el rechazo de Cristo por Israel y el segundo, lo difícil que es para el judío
entender y aceptar la gracia soberana de Dios.
En estos capítulos se observará que hay ahora un cambio en la
epístola. Los tres siguientes capítulos constituyen un paréntesis. La justicia
de Dios ha quedado ahora plenamente revelada y explicada en sus tratos tanto
con los judíos como con los gentiles, llevándolos a Sí mismo. Ambos eran
igualmente culpables y ahora son los dos por igual justificados, de modo que no
hay condenación ni separación del amor de Dios en Cristo Jesús Señor nuestro.
Pero, en tal caso, ¿qué hay de todas las promesas especiales dadas a Israel en
los profetas? Este es el tema que se examina en los siguientes tres capítulos.
Hoy revisaremos el capítulo 9.
EL TERCER EDIFICIO:LA SINAGOGA DE
ISRAEL
A. La
soberanía de Dios y la elección de Israel en el pasado (Romanos 9)
1. La doble confesión de Pablo (Romanos 9:1-3)
Romanos 9:1-3 “Verdad digo en Cristo, no miento, y
mi conciencia me da testimonio en el Espíritu Santo, que tengo gran tristeza y
continuo dolor en mi corazón. Porque deseara yo mismo ser anatema, separado de
Cristo, por amor a mis hermanos, los que son mis parientes según la carne;”
a. Tenía “gran tristeza y continuo dolor” en su corazón por
Israel.
b. Decía que desea ser el mismo “anatema, separado de Cristo
por amor a mis hermanos, los que son mis parientes según la carne”.
No fue fácil para el apóstol
Pablo tener que enfrentar a su propio pueblo (sus parientes en la carne) y
hacer ver la verdad de Dios en cuanto a la redención. El expuso con claridad y valentía
que no hay diferencia ahora en los tratos de Dios hacia unos y otros. “Todos
son culpables y deben buscar la salvación en Cristo”.
El amor por su raza era profundo, lo que hizo que su dolor
fuera aun mayor al ser perseguido, encarcelado por su propio pueblo. Aun así, debía
decirles a su raza que debían entrar junto a todas las otras naciones, en el Nuevo
Pacto en la sangre de Cristo, a quienes ellos habían rechazado.
2.La múltiple ventaja de Israel (Romanos 9:4, 5)
Aquí el apóstol reconoce todos los privilegios nacionales de
que gozaban:
Romanos 9:4-5 “Que son israelitas, de los cuales son la adopción,
la gloria, el pacto, la promulgación de la ley, el culto y las promesas; de quienes
son los patriarcas, y de los cuales, según la carne, vino Cristo, el cual es
Dios sobre todas las cosas, bendito por los siglos. Amén”. ¡Qué privilegios!
a.
Eran israelitas. Eran una nación especial que tenía poder con Dios.
Deuteronomio 7:6 “Porque tú eres pueblo santo para
Jehová tu Dios; Jehová tu Dios te ha escogido para serle un pueblo especial,
más que todos los pueblos que están sobre la tierra.”
Jeremías 31:9 “ Irán con lloro, mas con misericordia los haré volver, y los haré andar junto a arroyos de aguas, por camino derecho en el cual no tropezarán; porque soy a Israel por padre, y Efraín es mi primogénito.”
c. Tenían la gloria. Esta es una referencia a la nube del Shekinah, aquella aparición visible y gloriosa de la presencia de Dios que:
(1) Los dirigió por el desierto (Éxodo
13:21,22; Números. 9:17-22)
(2) Los protegió en el cruce del mar Rojo
(Exodo14:19, 20,24)
(3) Llenó el tabernáculo durante la
dedicación de Moisés (Exodo40:34-48).
(4) Llenó el templo durante la
dedicación de Salomón (1 Reyes 8:10,11)
(5) Fue retirada en el tiempo de
Ezequiel (Ezequiel 10)
d.
Tenían los pactos.
(1) El pacto abrahámico: prometiendo que serían una gran
nación (Génesis 12:2, 3,7; 13:14-17; 15:5, 18; 17:8)
(2) El pacto palestino: prometiéndoles la tierra (Deuteronomio
30:3)
(3) El pacto davídico: prometiendo un reino eterno (2 Samuel
7:12-16; 23:5)
(4) El nuevo pacto: prometiéndoles un corazón nuevo (Jeremías.
31:31-34)
e.
Tenían la ley (Éxodo 20; Deuteronomio. 5).
f.
Tenían el servicio a Dios. Era Israel el que ministraba tanto en el tabernáculo
como en el templo.
g. Ellos tenían las promesas. Estas incluían el nacimiento de
Cristo y su futuro reinado.
h.
Tenían a los padres. Israel disfrutaba de un linaje regenerado, que incluía
gigantes como Abraham, Moisés, David, etc.
i.
Ellos produjeron la línea humana que facilitó la encamación de Cristo (Mateo
1:1-16)
3. Los múltiples ejemplos de la historia (Romanos 9:6-29).
Pablo demuestra ahora la soberanía de Dios y su gracia
inmerecida mediante la propia historia de Israel.
Ellos eran la nación adoptada con la que Dios había habitado
en el tabernáculo. El Dios eterno se había encarnado, tomando carne de aquella
nación. Todo esto se admite abiertamente. Aquel que es sobre todas las cosas,
Dios bendito para siempre, en cuanto a la carne, el cuerpo, nació de María, del
linaje regio de aquella nación.
Pero ahora se expone otro principio. Es incuestionable que
Dios había establecido una diferencia incluso en el linaje de Abraham.
a. El ejemplo de Ismael e Isaac (Romanos 9:6-9)
Romanos 9:6-9 “No que la palabra de Dios haya fallado; porque no
todos los que descienden de Israel son israelitas, ni por ser descendientes de
Abraham, son todos hijos; sino: En Isaac te será llamada descendencia. Esto es:
No los que son hijos según la carne son los hijos de Dios, sino que los que son
hijos según la promesa son contados como descendientes. Porque la palabra de la
promesa es esta: Por este tiempo vendré, y Sara tendrá un hijo.
Podemos ver la soberanía de Dios en la elección de Isaac (el
hijo más joven de Abraham) en lugar de Ismael (el hijo mayor). Sólo los
descendientes de Isaac llegarían a ser ciudadanos de la nación escogida de Dios.
No todos en el linaje de Abraham fueron escogidos, adoptados como hijos de la promesa, “sino: En Isaac te será llamada descendencia”. “Los que son hijos según la promesa son contados como descendientes.” De Abraham surgió una multitud, pero Ismael fue rechazado, y sólo en Isaac se encontró el linaje escogido.
b. El ejemplo de Esaú y Jacob (Romanos 9:10-13) Algunos se han sentido perturbados por la declaración
del apóstol Pablo en el versículo 13:
Romanos 9:10-13 “Y no sólo esto, sino también cuando
Rebeca concibió de uno, de Isaac nuestro padre (pues no habían aún nacido, ni
habían hecho aún ni bien ni mal, para que el propósito de Dios conforme a la
elección permaneciese, no por las obras sino por el que llama), se le dijo: El
mayor servirá al menor. Como está escrito: A Jacob amé, mas a Esaú aborrecí.”
Hubo el mismo propósito de Dios en la elección de Jacob. Le
fue dicho a Rebeca: “El mayor servirá al menor”. También Malaquías escribió,
cientos de años después: “A Jacob amé, mas a Esaú aborrecí”.
Debe notarse que la declaración no se refiere para nada a los
dos hijos, sino a las naciones que ellos fundaron, es decir, Israel y Edom.
Esta cuestión del favor libre y soberano de Dios es de gran importancia
para la explicación del apóstol Pablo, y nadie que creyese las Escrituras
podría dudar de ello, en los casos a que se hace aquí referencia, como Dios
había dicho a Moisés: “Tendré misericordia del que yo tenga misericordia, y me
compadeceré del que yo me compadezca”. Así, es cosa bien cierta que Dios tenía
un derecho soberano a mostrar misericordia a los gentiles, aquello mismo que
tanto ofendía a los judíos. Es notable observar que aquellos que dicen que son
judíos en la actualidad, o que adoptan el terreno judío, siempre discuten la
gracia soberana de Dios.
Muchos eruditos niegan la soberanía divina, pero Dios es más
sabio que los hombres. No debemos olvidar que la cruz demuestra que el hombre
es enemigo de Dios. No tiene deseo alguno, de natural, hacia Dios. “Así que no
depende del que quiere, ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia.”
Esto es muy humillante, pero es desde luego verdad.
c. El ejemplo de Faraón (Romanos 9:14-23).
(1) Los hechos de los tratos de Dios con
Israel y faraón.
(a) Dios decidió perdonar el pecado
de Israel con gracia inmerecida. “Tendré misericordia del que yo tenga
misericordia, y me compadeceré del que yo me compadezca” (Romanos 9:15).
(b) Dios decidió castigar el pecado
de faraón con un juicio merecido. “Para esto mismo te he levantado, para
mostrar en ti mi poder, y para que mi nombre sea anunciado por toda la tierra”
(Romanos 9:17).
(2) La rectitud de los tratos de Dios con Israel y faraón.
Pablo responde aquí a dos objeciones:
(a) Que Dios no es justo.
Faraón es dado como
ejemplo de la maldad del hombre y del justo juicio de Dios sobre él. ¡Cuánto
tiempo Dios soportó con paciencia su osada incredulidad y rebelión, hasta que,
en el justo gobierno de Dios, fue abandonado, endurecido, a su propia destrucción!
Esta es una advertencia a la rebeldía del hombre, no sea que la condenación de
Faraón llegue a ser la suya. Faraón era un blasfemo. Él había dicho: “¿Quién es
Jehová, para que yo oiga su voz y deje ir a Israel? Yo no conozco a Jehová, ni
tampoco dejaré ir a Israel” (Éxodo 5:2).
Que cada escarnecedor de nuestro tiempo quede advertido, no
sea que su corazón quede endurecido contra el Señor, y se precipite a su
destrucción eterna. “De manera que de quien quiere, tiene misericordia, y al
que quiere endurecer, endurece.” Puede que los hombres respondan: ¡no somos responsables!
Esta es la segunda objeción.
(b) El hombre no es responsable.
“¿Por qué, pues, inculpa? porque ¿quién ha resistido a su voluntad?”
¿No resistió Faraón a Dios? ¿No has resistido tú y has rechazado a Dios? “¿Quién
eres tú, para que alterques con Dios?”
¿Acaso tiene la mera criatura, la cosa formada, derecho a
cuestionar: “¿Por qué me has hecho así?” No, la pregunta es: ¿Me ha hecho Dios
así? No, en absoluto. ¿Es Él el Autor de la rebelión y del pecado del hombre? Esto
no se trata de una declaración, sino de una pregunta: “¿O no tiene potestad el
alfarero sobre el barro?” ¿No es Dios soberano? No dice que Él haya hecho
algunos para deshonra. Se revela Su ira contra toda impiedad, pero, ¿cuánto
tiempo ha soportado con mucha paciencia los vasos de ira preparados para
destrucción?
¿No se preparó Faraón a sí mismo para destrucción? Y así es
con cada pecador. Es, sin embargo, muy felizmente cierto que Él prepara de
antemano a los vasos de misericordia para gloria. Por lo que a esto respecta,
todo es un favor soberano, según las riquezas de Su gloria. “Y para hacer
notorias las riquezas de su gloria, las mostró para con los vasos de
misericordia que él preparó de antemano para gloria.” El hombre se prepara a sí
mismo para destrucción, como lo estaban haciendo los judíos. En cambio, Dios
prepara los vasos de misericordia para gloria.
d. El ejemplo de Oseas (Romanos 9:24-26). Este profeta predijo que Dios llamaría “pueblo mío al que no era mi pueblo”
Romanos 9:24-26 “…a los cuales también ha llamado, esto es, a nosotros, no sólo de los judíos, sino también de los gentiles? Como también en Oseas dice: Llamaré pueblo mío al que no era mi pueblo, Y a la no amada, amada. Y en el lugar donde se les dijo: Vosotros no sois pueblo mío, Allí serán llamados hijos del Dios viviente.”
“A nosotros, no sólo
de los judíos, sino también de los gentiles”, citando luego a Oseas como prueba
de ello: “Llamaré pueblo mío al que no era mi pueblo, Y a la no amada, amada”.
Así demuestra mediante el propio profeta de ellos que se mostraría misericordia
a los gentiles.
Luego cita de Isaías y muestra que es sólo un remanente de Israel el que será salvo. Sí: “si el Señor de los ejércitos no nos hubiera dejado descendencia, como Sodoma habríamos venido a ser, y a Gomorra seríamos semejantes”. Es cosa bien cierta que su rechazo de Jesús, a quien Dios había hecho Señor y Cristo, demostraba que su culpa no podía ser mayor. Pero la perversidad humana fue más allá incluso que el rechazamiento. Ellos dieron muerte al Justo y al Santo de Dios, e incluso en ello se aferraban a la ley de justicia.
La doble conclusión del apóstol Pablo (Romanos 9:30-33).
Romanos 9: 30 “¿Qué, pues, diremos? Que los
gentiles, que no iban tras la justicia, han alcanzado la justicia, es decir, la
justicia que es por fe; mas Israel, que iba tras una ley de justicia, no la
alcanzó. Mas Israel, que iba tras una ley de justicia, no la alcanzó. ¿Por qué?
Porque iban tras ella no por fe, sino como por obras de la ley, pues tropezaron
en la piedra de tropiezo, como está escrito:
He aquí pongo en Sion piedra de tropiezo y roca de caída; Y el que
creyere en él, no será avergonzado.”
a.
Los gentiles, sin haberlo buscado, han alcanzado la justicia que es mediante la
fe.
b.
Israel no ha alcanzado mediante la ley esta justicia a pesar de haberla estado
buscando. Ellos esperaban a un león osado, pero Dios les envió un cordero que
daba su sangre. Querían un trono, pero les fue ofrecida una cruz.
Los judíos buscaban justicia mediante el cumplimiento de la
ley, pero nunca la alcanzaron. ¿No es así hasta el día de hoy? Todos aquellos
que toman terreno judaico y buscan ser justos cumpliendo la ley, no importa
cuál ley, nunca lo alcanzan. Nunca pueden estar seguros de que son
suficientemente justos para que Dios los justifique, y por ello nunca alcanzan
la paz para con Dios. Cuanta más religión tiene un inconverso, tanto más
difícil es que le llegue el evangelio. ¿Por qué no llegaron ellos a la justicia
ni a la justificación? “¿Por qué? Porque iban tras ella no por fe, sino como
por obras de la ley, pues tropezaron en la piedra de tropiezo.”
¿Cómo llegaron los gentiles a la justicia y a la paz con
Dios? Oyeron las
buenas nuevas de misericordia para ellos, mediante la sangre del Redentor;
creyeron a Dios; fueron justificados; tuvieron, al creer a Dios, paz para con
Dios. ¿Y no es así también ahora? El evangelio es oído por una persona criada
bajo la ley, y que espera que algún día la habrá cumplido de modo que llegue a
ser justa, y luego espera que en otro mundo, después del día del juicio, tendrá
vida eterna y paz para con Dios. Muchas veces embargada de tenebrosas dudas , incluso de temores de ira eterna. Prueba soluciones humanas como un
sacerdocio en el que descarga, si es sincera, las tinieblas de su alma, el peso
de sus pecados y el temor al futuro. ¿Alcanza esta persona una justicia que le
hace apta para la presencia de Dios? Nunca. ¿Servirá algún otro mecanismo
religioso dar esta paz para con Dios? No, ninguno.
¡Qué diferencia cuando un pobre y culpable pecador, ignorante
y abrumado con su culpa, oye el evangelio y lo cree como los gentiles de la
antigüedad! Ellos no tenían la ley y no buscaban justicia por las obras de la
ley. Oyeron la dulce historia del amor de Dios por los pecadores como ellos.
Oyeron cómo Dios se había apiadado de ellos. Sí, cómo había entregado a Su Hijo
amado para que muriese por ellos. Él había muerto, el Justo por los injustos, y
Dios lo había resucitado de entre los muertos.
Oyeron las gratas nuevas de perdón de los pecados por medio
de Él. Oyeron, creyeron y fueron justificados de todas las cosas. Tuvieron paz
para con Dios.
Las siguientes interrogantes son para nuestra final
reflexión: ¿Has oído, has creído esto? ¿Estás así justificado? Y si es así, ¿no
tienes paz para con Dios?
En el siguiente encuentro el apóstol Pablo nos expondrá esto
de manera más plena.
Próximo tema: La justicia de Dios y el rechazo
presente de Israel.
Punto a considerar: Romanos 9 y 10 deberían leerse siempre
juntos. El capítulo 9 muestra por qué algunos judíos son salvos y el capítulo
10 explica por qué la mayoría se pierde.
!BENDICIONES A TODOS!
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