Resumen capítulo anterior: en el capítulo 11 de Romanos vimos que el
rechazo de Israel no era total, ni final. El apóstol Pablo lustra como Dios,
por medio de su sabiduría concibe la futura restauración de Israel. A pesar de
que una gran mayoría insiste en rechazar a Cristo y la salvación por medio de
la fe; Dios se ha guardado un remanente que acepta la salvación por medio de la
gracia. En el final de los tiempos el Israel rebelde se enfrentará a la
justicia de Dios.
Hoy comenzamos con el último edificio que el apóstol
ilustra. “El templo de Dios”.
IV.
El templo de Dios: la voluntad de Dios (la transformación y la exhortación) (Romanos
12— 16).
Llegamos
ahora a la justicia práctica, el estado y el andar de aquellos que han sido
hechos objeto de la gracia de Dios, que han sido aceptados en un favor soberano
y libre, justificados de todas las cosas, y que están sin condenación en
Cristo. Es por esta misma compasión de Dios que les son dirigidos estos
preceptos.
A. Responsabilidades públicas de todos
los redimidos (Romanos 12:1— 15:13).
1.
El creyente y el yo (Romanos 12:1-3)
Romanos 12.1-3 “Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de
Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a
Dios, que es vuestro culto racional. No os conforméis a este siglo, sino
transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que
comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta. Digo,
pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no
tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con
cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno.”
Desde
luego, se precisa de alguna inteligencia, respecto a estos cuerpos, para
presentarlos así en servicio inteligente. Estamos "esperando la adopción, la
redención de nuestro cuerpo"
Romanos. 8:23 “y no sólo ella, sino que también nosotros mismos, que
tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros
mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo.”
En
breve "traeremos también la imagen del celestial.". Incluso por lo que respecta
a nuestros cuerpos, pronto le veremos y seremos como Él es.
Filipenses 3:20-21” Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también
esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo; el cual transformará el cuerpo de
la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por
el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas.”
Teniendo
inteligencia respecto a todo esto, podemos ya presentar nuestros cuerpos por
adelantado para que sean de Él, usados en santa separación a Él y para Él. Pero
esto es imposible si nos amoldamos a este mundo; un mundo en enemistad con Él.
Somos exhortados: "Transformaos por medio de la renovación de vuestro
entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios,
agradable y perfecta". Si Dios nos ha salvado en pura misericordia y compasión,
entonces busquemos de manera inteligente conocer Su voluntad y probar cuál sea
esta voluntad. Esto exigirá inteligencia espiritual en cuanto a la dispensación
en la que nos encontramos. La "buena voluntad de Dios, agradable y perfecta" en
cuanto a esto sólo puede ser conocida y probada en humildad de alma y plena
dependencia.
“Digo,
pues, por la gracia que me es dada.” Existe la necesidad de una conciencia viva,
respecto al misericordioso y libre favor que nos es mostrado individualmente, y
que nos ha sido dado. Es esto lo que posibilita que tengamos pensamientos humildes
acerca del yo, y que pensemos con sobriedad para tener sabiduría, de la manera
en que Dios ha otorgado a cada uno una medida de fe.
Resumiremos
este punto tan importante del “creyente y el yo”, recordando que el apóstol
Pablo en el capitulo 6 de Romanos nos ha dado una explicación detallada de
aquellos pasos que nos llevan a la santificación. Ahora en este capítulo, nos
ha extendido la invitación. Analicemos las siguientes interrogantes.
¿Cómo se ofrece esta invitación? “Os ruego.” Pablo no da un mandamiento
seco, sino una súplica. El servicio de amor no puede ser ordenado. Este es el
lenguaje de la gracia y es el método del apóstol. Pablo.
¿A qué se le invita al creyente? A presentar su cuerpo “en sacrificio
vivo, santo, agradable a Dios”. Notemos lo siguiente:
·
Tiene
que ser su cuerpo. Dios no está principalmente interesado en nuestro tiempo,
talentos o dinero. La única ofrenda que satisface al Redentor Creador es el
cuerpo de sus criaturas redimidas.
1 corintios 3:16 “¿No sabéis que sois templo de Dios, y
que el Espíritu de Dios mora en vosotros?”
1 corintios 6:19-20“¿O ignoráis que vuestro cuerpo es
templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y
que no sois vuestros? Porque habéis sido comprados por precio; glorificad,
pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios.”
·
Tiene
que ser un cuerpo vivo. Algunas veces es más fácil morir por el Señor que vivir
para Él.
·
Tiene
que ser un cuerpo vivo y santo.
¿Por qué se le
invita al creyente a hacer esto?
·
Porque
ya ha experimentado la misericordia de Dios. La religión humana hace del
sacrifico la raíz, pero el cristianismo lo convierte en la flor. No
sacrificamos holocaustos, obras costosas. Es nuestra propia humanidad que
ponemos en sacrificio.
·
Porque
no es solamente el curso de acción apropiado y requerido, sino el camino
práctico y razonable.
(a) Dios le dice al pecador: “Venid luego,
dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como
la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser
como blanca lana” (Isaías. 1:18). Lo más apropiado y práctico para el pecador
es darle el corazón a Dios.
(b) Dios le dice al santo: "Presenta tu
cuerpo en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es tu culto racional." Lo apropiado y práctico para el santo es entregarle su cuerpo a Dios.
¿Cuáles son los resultados de obedecer a la invitación?
·
El
creyente no será conformado (moldeado) desde fuera por el mundo.
·
El
creyente será transformado desde dentro por la renovación de su mente. El
término “transformado” proviene del griego metamorpheo, de donde sacamos
nuestra palabra metamorfosis, que habla del cambio biológico que lleva a un
gusano de seda a transformarse en mariposa. Se usa esta misma palabra para la transfiguración
de Jesús en (Mateo 17:2) y la transformación en la semejanza del Señor de los
santos. (2 corintios 3:18)
Esta transformación se refiere a aquel acto
del creyente mediante el cual arregla su posición exterior para que se ajuste a
su condición interior. (1 Pedro 1:14; 1 Juan 2:15.) La renovación de la mente
de la que se habla en Romanos 12:2 es probablemente una referencia al estudio
de la Biblia y a la oración constantes.
Efesios 4:22-23 “En cuanto a la pasada manera de vivir,
despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y
renovaos en el espíritu de vuestra mente,”
Colosenses 3:10 y revestido del nuevo (hombre) el cual
conforme a la imagen del que lo creó, se va renovando hasta el conocimiento
pleno”
Esta renovación diaria es la única Y verdadera
protección contra el fracaso.
1 corintios 9:24-27 “¿No sabéis que los que corren en el
estadio, todos a la verdad corren, pero uno solo se lleva el premio? Corred de
tal manera que lo obtengáis. Todo aquel que lucha, de todo se abstiene; ellos,
a la verdad, para recibir una corona corruptible, pero nosotros, una
incorruptible. Así que, yo de esta manera corro, no como a la ventura; de esta
manera peleo, no como quien golpea el aire, sino que golpeo mi cuerpo, y lo
pongo en servidumbre, no sea que habiendo sido heraldo para otros, yo mismo
venga a ser eliminado.”
·
El
creyente entonces estará en condiciones de discernir y llevar a cabo la
perfecta voluntad de Dios para su vida.
·
Se
verá así mismo como Dios le ve a él y no tendrá de sí "más alto concepto que el
que debe tener" (Romanos 12:3).
2.
El creyente y el servicio (Romanos 12:4-21).
Romanos 12:4-5 “Porque de la manera que en un cuerpo tenemos muchos
miembros, pero no todos los miembros tienen la misma función, así nosotros,
siendo muchos, somos un cuerpo en Cristo, y todos miembros los unos de los
otros.”
Así
como había una nación en la carne en la pasada dispensación y un pacto de
mandamientos adaptados a aquella dispensación, “así nosotros, siendo muchos,
somos un cuerpo en Cristo, y todos miembros los unos de los otros”.
Existe
un gran contraste entre la realidad de Israel y la Iglesia. Debemos tener
inteligencia respecto a esto, o no podremos probar la excelente voluntad de
Dios para con nosotros ahora.
En
el pasado, nadie podía estar en Cristo. Cristo tenía que morir y ser resucitado
de entre los muertos, o bien quedaba solo, pero ahora somos un cuerpo en
Cristo. Esta verdad tiene que regir toda nuestra obediencia a Cristo.
Tenemos
que actuar en unión, como los diversos miembros del cuerpo humano, así como
somos un cuerpo en Cristo.
a.
Las herramientas para el servicio (Romanos 12:4-8).
Romanos 12:4-8 “Porque de la manera que en un cuerpo tenemos muchos
miembros, pero no todos los miembros tienen la misma función, así nosotros,
siendo muchos, somos un cuerpo en Cristo, y todos miembros los unos de los
otros. De manera que, teniendo diferentes dones, según la gracia que nos es
dada, si el de profecía, úsese conforme a la medida de la fe; o si de servicio,
en servir; o el que enseña, en la enseñanza; el que exhorta, en la exhortación;
el que reparte, con liberalidad; el que preside, con solicitud; el que hace
misericordia, con alegría.”
Tenemos
que recordar que tenemos "diferentes dones, según la gracia que nos es dada".
Ciertamente, sea cual sea el servicio de cada uno en el un cuerpo de Cristo, es
todo de gracia, todo un libre favor.
Con
esta bendita conciencia del libre favor de Dios, seamos diligentes en el
servicio, sea el que sea, trátese de profecía, ministerio, enseñanza, exhortación
o gobierno.
El
Espíritu Santo le ha provisto al creyente de varios dones sobrenaturales con
los que puede servir a Cristo. Aquí se mencionan siete de estas herramientas de
servicio: Profetizar., Servir, Enseñar, Exhortar, Repartir, Presidir, Hacer
misericordia
Que
todo se haga con alegría. Estos preceptos celestiales son tan claros que no
precisan de explicación alguna, aparte de ver que todo se debe hacer con
referencia al cuerpo en Cristo. Pero cada precepto es de gran importancia, y
sólo se puede guardar en tanto que se ande en el Espíritu. ¿Acaso podrá la
carne, que sigue en nosotros, “procurar lo bueno”, o actuará “en cuanto a
honra, prefiriéndoos los unos a los otros”, o practicará la instrucción “bendecid
a los que os persiguen”? No, no lo hará. Siempre perseguirá aquello que es
nacido del Espíritu.
b.
Las técnicas del servicio (Romanos 12:9-21).
(1)
Tenemos que amar sinceramente (sin fingimiento) a todos los santos.
Romanos 12:9, 10 “El amor sea sin fingimiento. Aborreced lo malo, seguid lo
bueno.”
Morar
en el cielo, en amor con todos los santos, será una experiencia gloriosa; pero
hacerlo aquí con los santos que conocemos bien es otra cosa muy diferente.
(2)
Tenemos que “aborrecer lo malo”
(3)
Debemos “seguir (aferramos a) lo bueno”
(4)
Tenemos que crecer en el gozo, la paciencia y la oración
Romanos 12:12 “gozosos en la esperanza; sufridos en la tribulación;
constantes en la oración.”
(5)
Tenemos que ser fervientes (hasta lo máximo) en nuestro deseo de agradar a Dios
Romanos 12:11 “En lo que requiere diligencia, no perezosos; fervientes
en el espíritu sirviendo al Señor;”
El Señor aborrece la indiferencia
Apocalipsis. 3:15, 16 “Yo conozco tus obras, que ni eres frío
ni caliente. !!Ojalá fueses frío o caliente! Pero por cuanto eres tibio, y no
frío ni caliente, te vomitaré de mi boca.”
(6)
Tenemos que aportar con generosidad para las necesidades de los santos
Romanos 12:13 “compartiendo para las necesidades de los santos;
practicando la hospitalidad.”
Hebreos 13:16 “Y de hacer bien y de la ayuda mutua no os olvidéis;
porque de tales sacrificios se agrada Dios.”
1 Juan 3:17
“Pero el que tiene bienes de este mundo y ve a su hermano tener necesidad, y
cierra contra él su corazón, ¿cómo mora el amor de Dios en él?”
(7)
Debemos hablar bien de aquellos que nos persiguen. La frase “no maldigáis” (Romanos
12:14) no es un mandamiento prohibiendo usar un vocabulario profano contra
nuestros enemigos, sino más bien contra el orar de manera impropia por ellos: “Señor,
tú sabes lo que me ha hecho, espero que le des lo que se merece.”
1 Pedro 2:23 “quien cuando le maldecían, no respondía con maldición;
cuando padecía, no amenazaba, sino encomendaba la causa al que juzga
justamente;”
1 Pedro 3:9
“no devolviendo mal por mal, ni maldición por maldición, sino por el contrario,
bendiciendo, sabiendo que fuisteis llamados para que heredaseis bendición.”
(8)
Tenemos que “gozamos con los que se gozan; llorar con los que lloran” (Romanos
12:15)
Jesucristo
lo hizo y nos da razones teológicas para hacerlo.
1 Corintios 12:26 “De manera que si un miembro padece, todos los miembros se
duelen con él, y si un miembro recibe honra, todos los miembros con él se
gozan.”
(9)
Tenemos que evitar ser “altivos, sino asociarnos con los humildes”
Romanos 12:16 “Unánimes entre vosotros; no altivos, sino asociándoos con
los humildes. No seáis sabios en vuestra propia opinión.”
(10)
Tenemos que destruir a nuestros enemigos. La manera de hacerlo es
convirtiéndolos en nuestros amigos
Romanos 12:17-21 “No paguéis a nadie mal por mal; procurad lo bueno delante
de todos los hombres. Si es posible, en
cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres. No os venguéis
vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito
está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor. Así que, si tu enemigo tuviere hambre, dale de
comer; si tuviere sed, dale de beber; pues haciendo esto, ascuas de fuego
amontonarás sobre su cabeza. No seas vencido de lo malo, sino vence con el bien
el mal.”
Encontramos
dos ejemplos clásicos de ello en el Antiguo Testamento: en el trato de David al
rey Saúl (1 Samuel 24, 26) y en la actitud de José hacia sus hermanos (Génesis
45).
“Tened
el mismo respeto unos hacia otros, no altivos, sino asociándoos con los humildes”.
Esto es precisamente lo contrario a los caminos del mundo.
Estas
son unas palabras que deberían ser puestas en cada oficina, tienda, taller y
hogar: “PROCURAD LO BUENO DELANTE DE TODOS LOS HOMBRES”. ¡Qué propensos somos a
olvidar esta bendita enseñanza! ¡Cuán dispuesta está la carne a devolver mal
por mal!
¡Cómo
la carne en nosotros buscaría la venganza! Pero estas son las palabras del
Espíritu dirigidas a nosotros: “No os venguéis vosotros mismos, amados míos”.
¿Acaso se vengó Aquel cuyo precioso nombre llevamos nosotros? El día de la
venganza, del juicio sobre un mundo impío, llegará indefectiblemente, pero, ¿no
somos seguidores de Aquel que restauró la oreja de Su enemigo?
¡Hermanos,
que seamos más como Él! ¡Qué palabras más tiernas son éstas: “Así que, si tu
enemigo tuviere hambre, dale de comer; si tuviere sed, ¡dale de beber”! ¿Dónde
encontraremos unas palabras así, fuera de las inspiradas Escrituras de verdad?
Si
Dios no nos sujetara, ¿actuaríamos bien? No, no, este es solo gracias al
precioso fruto del Espíritu.
¡Que abunde en nosotros más y más!!
Próximo estudio: capítulo 13. Explica el caminar del hombre celestial
en la tierra. ¿Cuál ha de ser su conducta con respecto al gobierno de este
mundo? Debe estar sometido. Debe considerar a los poderes de gobierno que existen
como designados por Dios. Debe alejarse de toda rebelión e insubordinación. “Y
los que resisten, acarrean condenación para sí mismos”, esto es, se harán
culpables. El cristiano debe, incluso por causa de la conciencia, “Pagar a
todos lo que debe: al que tributo, tributo; al que impuesto, impuesto; al que
respeto, respeto; al que honra, honra”. .
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