Resumen clases anteriores: El apóstol Pablo llega a Éfeso, una ciudad enorme y epicentro de la adoración a la mayoría de los dioses griegos y romanos. El apóstol tuvo una labor misionera realmente efectiva, muchos se convirtieron en seguidores de Jesús. Años más tarde es encarcelado en Roma y es allí donde escribe esta epístola.
El apóstol divide esta carta en dos secciones muy importantes.
1 Mitad:
En la primera mitad explora la historia del evangelio y como toda esta historia llega a su clímax en Jesús y en la creación de su comunidad multicultural y étnica de seguidores.
2 Mitad.
La segunda mitad de la carta se enlaza con la primera con la palabra “pues” y aquí el apóstol explora como la narrativa del evangelio debe afectar cada parte de nuestras vidas, a nivel personal, en nuestros vecindarios, comunidades y familia.
El apóstol desarrolla todos estos temas de la siguiente forma, como vimos algunos ya.
Capítulo 1: este capítulo se inicia como un hermoso poema al estilo judío, donde el apóstol alaba a Dios Padre por las cosas asombrosas que ha hecho en Cristo Jesús. Desde la eternidad pasada, el Padre determinó elegir y bendecir al pueblo del pacto. Recordemos aquí la familia de Abraham, y ahora a través de Jesús cualquier persona puede ser adoptada en esta familia. La muerte de Jesús cubre aún nuestros más oscuros pecados, nuestros peores fracasos, y encontramos en Jesús la gracia de Dios. De hecho la gracia, dice el Apóstol ha abierto un camino completamente nuevo para nosotros y entender cada parte de nuestras vidas. Él dice en el capitulo1 verso 10 que el propósito de Dios era reunir bajo el dominio de Cristo, (título que significa Mesías), toda las cosas tanto en el cielo como en la tierra. El plan de Dios siempre fue tener una numerosa familia de seres humanos restaurados, unificados en Jesús el Mesías.
Este propósito divino se hizo claro, dijo el apóstol, cuando nosotros fuimos hecho parte de esa familia. Aquí se refiere a los judíos étnicos pertenecientes a la familia de Abraham, pero luego el apóstol habla como “ustedes” refiriéndose aquí a los no judíos que escucharon acerca de Jesús, de la salvación a través de él y fueron hechos parte de esta familia por el Espíritu Santo. De manera que aquí él se refiere a los eventos que se cuentan en las historias del libro de los hechos, de como el Espíritu de Dios unió a los judíos y a los no judíos en una sola familia bajo Jesús; tal como Dios le prometió a Abraham hacía mucho tiempo.
En este poema también el apóstol empieza a hablando acerca de Dios Padre, luego acerca de Jesús el hijo y en la parte final está hablando del Espíritu. Las tres personas de la trinidad trabajan juntas. Es realmente genial como el apóstol Pablo relata el contenido del evangelio.
Después del poema el apóstol responde con una oración para que estos seguidores de Jesús no solos conozcan cosas del evangelio sino que experimenten su poder de manera personal y sean vitalizados por ese mismo poder que levanto a Jesús de los muertos y que lo coloco como la cabeza exaltada de todo el universo.
En esta oportunidad veremos el capítulo 1:15-22 en donde el apóstol ora para que seamos llenos del conocimiento de la verdad de Dios y seamos capacitados. Él quiere que seamos llenos del Espíritu de sabiduría y de revelación.
I. LA GRANDEZA DE NUESTRO LLAMAMIENTO.
Efesios 1:15-16 “Por esta causa también yo, habiendo oído de vuestra fe en el Señor Jesús, y de vuestro amor para con todos los santos, no ceso de dar gracias por vosotros, haciendo memoria de vosotros en ms oraciones.”.
El apóstol Pablo inicia estos versículos expresando su felicidad al saber de la obra que Dios había hecho en los efesios al convertirlos de las tinieblas a su luz admirable, su fe era notoria a todos los hombres que los conocían. El apóstol se sentía agradecido por la fe y el amor de sus lectores. La fe se centra en Cristo y se expresa mediante el amor a los demás, que es la prueba de una confianza sincera.
En nuestra conversión radica la grandeza de Dios, ya que solo Él tiene el poder para transformar al ser humano y por tanto es necesario que los cristianos vivamos a la altura del llamamiento que se nos ha hecho.
Efesios 4:1 “Yo pues, preso en el Señor, os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados”.
La fe y el amor de los hermanos efesios era un tema de gran preocupación para el apóstol. Él había conocido su fe y su amor personalmente cuando estuvo con ellos, pero años han pasado, muchos años; pero él seguía recibiendo noticias de cómo se habían mantenido firmes en unidad con Dios y entre ellos. Por este motivo el apóstol escribe, "Por lo cual (o "por esta causa") no ceso de dar gracias por causa de vosotros...",
El ora con el fin de que los receptores de la carta lleguen a comprender la infinita sabiduría de Dios manifestada en el plan de los siglos, ordenando sus vidas de acuerdo con la voluntad de Dios.
Por estas grandes razones, es importante que los cristianos entendamos y valoremos lo que realmente somos ante Dios y como tales debemos llevar una vida diferente a la del resto del mundo.
¡Cuán importante es que se mantenga la fe, la absoluta confianza en el Señor Jesús, según van pasando los años! ¡Cuán vital es que permanezca el amor para con todos los santos! Si el apóstol hubiera recibido noticias de fluctuaciones en la fe de los efesios, y de parcialidades en la manifestación del amor, no habría sido posible exponerles las maravillas del Plan de Dios.
El apóstol había oído acerca de la fe y del amor de los efesios y por ello daba gracias a Dios y elevaba al mismo tiempo una oración: “no ceso de dar gracias por vosotros, haciendo memoria de vosotros en mis oraciones.” Veamos en qué consistía esa oración.
II. LA GRANDEZA DE SU CONOCIMIENTO.
Efesios 1:17-18 “Para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de él, alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál es la esperanza a que él os ha llamado, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos”.
El apóstol Pablo quería que los creyentes efesios conocieran los grandes recursos espirituales que eran de ellos en Cristo. Revelación se refiere a la perspectiva y el discernimiento que el Espíritu Santo aporta sobre los misterios de la verdad divina. El apóstol deseaba que sus lectores tuvieran un espíritu de sabiduría para que conocieran a Dios de una forma más completa. Los creyentes han recibido sabiduría, pero el apóstol, oraba para que la iglesia no solo entendiera, sino que también experimentara esas bendiciones.
Debido a lo vital de experimentar esta relación, es que, en primer lugar el apóstol Pablo pide que Dios dé espíritu de sabiduría y revelación en el conocimiento de Él. El deseo de Dios es que todos lo conozcamos, sin embargo, esto no solo se logra por medios académicos, la Biblia dice que solo el Espíritu Santo puede hacer esta obra:
1 Corintios 2:14 “Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente”.
Nuestros ruegos deben estar dirigidos a Dios para que nos de la capacidad de comprender y conocer su maravillosa y gloriosa persona por medio de la iluminación del Espíritu Santo. Lamentablemente muy pocos cristianos se esfuerzan por conocerlo a través del estudio de su palabra, de la oración y de una vida consagrada que dé como resultado los frutos que de esa relación se espera. De hecho, en el Antiguo Testamento se alaba al hombre que verdaderamente lo conozca.
Jeremías 9:23-24 “Así dijo Jehová: No se alabe el sabio en su sabiduría, ni en su valentía se alabe el valiente, ni el rico se alabe en sus riquezas. Mas alábese en esto el que se hubiere de alabar: en entenderme y conocerme, que yo soy Jehová, que hago misericordia, juicio y justicia en la tierra; porque estas cosas quiero, dice Jehová”.
· Peticiones de importancia fundamental (Efesios 1:17-18)
El apóstol Pablo pide que se conceda a los hermanos espíritu de sabiduría. En vista de que muchos hermanos suelen formular sus oraciones públicas en términos muy generales e imprecisos, se les recomienda que presenten peticiones concretas delante del Señor. Hay base razonable para ello, pero no hemos de perder de vista que, en las oraciones detalladas que se conservan del apóstol Pablo, éste no acostumbra pedir bendiciones materiales, ni mejorías de salud, etc., sino anhela bienes espirituales para los santos, pues éstos constituyen el fundamento de todo lo demás. Esta oración se dirige al "Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria", ya que el camino hacia el Padre es por medio del Hijo.
La primera petición del apóstol es de una inteligencia espiritual notable y muy hermosa:
"Que os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el pleno conocimiento de él".
Sin duda la contestación a esta petición depende de la operación del Espíritu de Dios, quien nos hace conocer "lo profundo de Dios" (1 Corintios 2:10-14)
La frase "espíritu de sabiduría" se refiere al resultado de la obra divina dentro de nosotros, la que nos enseña a discernir lo falso de lo verdadero; además de reconocer el falso espíritu del mundo, que bajo el disfraz de algunas frases de inteligencia mundana, busca conducirnos hacia el error.
La posibilidad de poseer espíritu de sabiduría depende de la revelación que vamos recibiendo de Dios. El apóstol Pablo no está pensando aquí en las "revelaciones" especiales que podrían recibir los profetas del Nuevo Testamento, sino en la obra del Espíritu de Dios, quien, de modo constante y continuo, a través de la Palabra, va descubriéndonos las verdades que Dios quiere que sepamos. Gracias a este proceso de revelación, podemos ser sabios espiritualmente, y no sólo eso, sino también inteligentes en el manejo de los asuntos de esta vida. Es algo para todos los santos, no tratándose aquí del privilegio de algunos dotados.
Necesitamos este "espíritu" para comprender el Plan universal de Dios, pero, en primer término, la luz de la revelación se enfoca en Dios mismo, de modo que somos llevados "al pleno conocimiento de él", y solo podemos conocer a Dios por medio del Hijo encarnado y la obra actual del Espíritu Santo.
La iluminación de los ojos del corazón. En algunas traducciones se halla "mente" y no "corazón", pero, sin duda alguna, el apóstol Pablo escribió "corazón" según el testimonio de los mejores textos griegos. En las Sagradas Escrituras, "corazón" significa "el hombre interior", y no sólo la sede de los afectos, según el uso figurado de hoy. De él surgen los pensamientos, los deseos y los impulsos que se manifiestan luego en acciones. Sobre todo es la fuente de las decisiones, la voluntad.
El mismo Señor señaló al corazón como el centro activo de la vida interior del hombre, con énfasis especial sobre las manifestaciones de la maldad del hombre caído (Marcos 7:1-23. “Lo que contamina al hombre”).
Marcos 7:21-23 “Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios, los hurtos, las avaricias, las maldades, el engaño, la lascivia, la envidia, la maledicencia, la soberbia, la insensatez. Todas estas maldades de dentro salen, y contaminan al hombre.”
El nuevo nacimiento transforma el "corazón", de modo que el apóstol Pablo puede valerse de la figura, hermosa y atrevida a la vez, de "los ojos de vuestro corazón". Este hombre interior puede ver, pero, para ver bien, necesita la iluminación del Espíritu Santo de Dios, que le capacitará para distinguir entre lo espiritual y lo carnal. Aquí precisa de la ayuda divina para comprender el desarrollo del maravilloso plan de los siglos, con cuanto implica para la vida y el servicio de los santos.
III. LA GRANDEZA DE SU PODER.
El deseo de Dios no solo es que le conozcamos a Él, sino también todas sus promesas y las riquezas incalculables que se encuentra en la palabra de Dios:
“Efesios 1:18-23 “alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál es la esperanza a que él os ha llamado, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos.”, y cuál la supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, según la operación del poder de su fuerza, la cual operó en Cristo, resucitándole de los muertos y sentándole a su diestra en los lugares celestiales, sobre todo principado y autoridad y poder y señorío, y sobre todo nombre que se nombra, no sólo en este siglo, sino también en el venidero; y sometió todas las cosas bajo sus pies, y lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia, la cual es su cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo”.
El apóstol Pablo oraba a Dios para que los efesios conocieran: la supereminente grandeza de su poder para con nosotros. Nosotros como cristianos tenemos este gran poder a favor de nuestras vidas, un poder mucho mayor a cualquiera de esta tierra a tal punto que el apóstol utiliza el superlativo: supereminente grandeza, para expresar su grandeza. Este poder es el que provoco la resurrección de Cristo de entre los muertos, el que le dio autoridad sobre todo principado y autoridad para darle un nombre sobre todo nombre. Pablo explica que este poder es capaz de derribar cualquier argumento o fortaleza:
2 Corintios 10:4-5 “Porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo”.
El apóstol Pablo rogaba a Dios que los cristianos en Éfeso llegaran a comprender la grandeza de este poder el cual opera en nosotros por obra del Espíritu Santo.
Zacarías 4:6 “…No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos”.
· Tres peticiones detalladas
El apóstol Pablo pidió que los creyentes recibiesen inteligencia espiritual con el fin de que comprendiesen claramente tres aspectos de las bendiciones que habían recibido en Cristo
a) que supiesen cuál fuese la esperanza de su vocación
b) cuáles las riquezas de la gloria de la herencia de Dios en los santos
c) cuál la magnitud de la potencia que Dios concedía a los santos.
a) La esperanza de la vocación. Los dos primeros elementos de esta petición se relacionan estrechamente con el llamamiento de los creyentes, esto es, aquel que llegó a sus oídos mediante la predicación del Evangelio. Al responder afirmativamente al llamamiento, entraron a formar parte de la maravillosa herencia de Dios, sellada para la redención completa cuando venga el Señor. Esto lo vimos anteriormente en (Efesios 1:11-14).
Efesios 1:11-14 “En él asimismo tuvimos herencia, habiendo sido predestinados conforme al propósito del que hace todas las cosas según el designio de su voluntad, a fin de que seamos para alabanza de su gloria, nosotros los que primeramente esperábamos en Cristo. En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa, que es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida, para alabanza de su gloria.”
¿Para qué nos llamó? ¿Cuál es la esperanza por medio de la cual fuimos salvos, según la terminología de Pablo en (Romanos 8:24)? No es posible contestar estas preguntas aquí, pero recordamos lo que vimos en el libro de Romanos.
Romanos 8:24 “Porque en esperanza fuimos salvos; pero la esperanza que se ve, no es esperanza; porque lo que alguno ve, ¿a qué esperarlo?”
Las sagradas escrituras nos dan las múltiples facetas de la gloria y la meta que tenemos delante y que nos anima a proseguir por el camino que nuestro Dios nos abrió. Estas verdades están allí para nuestro estudio y meditación, con el fin de que la esperanza futura, la objetiva, la obra final de Dios en cuanto a los suyos, nos vaya renovando en la esperanza presente, "la esperanza que no avergüenza", verdadero impulso del alma cristiana.
b) Las riquezas de la herencia. Esta herencia es la que Dios ha "comprado" por la sangre de Cristo, constituida por los redimidos, y que corresponde a la que se nos presentó en los versículos 11 al 14. La oración del apóstol Pablo no sólo pone de relieve "las riquezas de la gloria" de esta herencia, sino que nos hace ver la importancia de que crezca nuestro conocimiento de los propósitos de Dios. Él nos llama a una obra de colaboración con Él mismo: una obra cuya finalidad es la de completar la herencia. Si nuestro conocimiento es limitado y la esperanza pobre y fría, habrá poco entusiasmo y celo en nuestros esfuerzos por extender el Reino de Dios.
c) La magnitud del poder de Dios. Según sus inescrutables designios, Dios ha determinado que la obra del testimonio en el mundo, resultando en la separación y la santificación de quienes han de formar la herencia consumada de la eternidad, ha de ser llevada a cabo por medio de hombres en la tierra: los redimidos desde los apóstoles en adelante, los llamados a servir al Señor. La tarea a la cual fueron llamados los apóstoles en el Día de Pentecostés parecía totalmente fuera de su alcance, ya que ellos constituían un grupo minúsculo frente a las añejas tradiciones del judaísmo y el poderío de las fuerzas satánicas que animaban los sistemas paganos del Imperio de Roma. El apóstol Pablo analiza la aparente flaqueza y locura de la predicación del Evangelio en tales circunstancias en (1 Co 1:17-2:5), enfatizando a la vez que el Evangelio, el anuncio de Cristo crucificado, es potencia de Dios y sabiduría de Dios para aquellos que reciben el mensaje por la fe.
Esta es la fue la fuente de poder capaz de convertir a unos sencillos galileos en instrumentos que habían de fundar un Reino espiritual, el único duradero, que presenciaría el colapso del judaísmo, por lo menos en su tierra, y persistiría después de la desaparición de las legiones de Roma.
La exaltación del Cristo
Cristo a la Diestra de Dios. La Resurrección y la Exaltación de Cristo constituyeron conjuntamente el tema principal del apóstol Pedro cuando primeramente proclamó el Evangelio en el Día de Pentecostés; frente al rechazo de Cristo por parte de los judíos, quienes clavaron a su Mesías en un madero, valiéndose de los romanos, anunció la resurrección del Señor y su exaltación a la diestra de Dios, desde donde derramó la potencia del Espíritu Santo sobre los creyentes.
El apóstol Pablo enfatiza así que se trata del Mesías, del Ungido, aquel que había de llevar a feliz término todas las obras de Dios. Hallamos la frase "en los lugares celestiales", señalando el contexto que el Cristo exaltado se halla en el centro de las esferas donde se desarrolla la vida espiritual de los redimidos.
El dominio de Cristo sobre toda jerarquía humana y espiritual. El apóstol Pablo, por el Espíritu, enfatiza la soberanía absoluta del Cristo exaltado.
Cristo, Cabeza suprema de la Iglesia. Por referencias posteriores en esta misma epístola, sabemos que "Iglesia" es la designación del conjunto de los salvos, el "Cuerpo místico de Cristo". Por su derivación, "Iglesia" ("ekklesía"), significa "un grupo llamado fuera".
La expresión: "Y (Dios) le dio por cabeza suprema a la Iglesia", Cristo, como Cabeza, vitaliza todo el Cuerpo y a la vez él mismo concede a la Iglesia los dones especiales necesarios para su funcionamiento.
"la plenitud de aquel que llena todas las cosas en todos"
Las últimas palabras ponen de relieve que Cristo llena "todo en todos" en el universo, dando valor real a todo lo creado, de modo que el énfasis del pasaje recae sobre la obra de Cristo más que en la función del cuerpo como tal.
El Cuerpo será la "plenitud de Cristo" en sentido pasivo, o sea, como todas las demás cosas, y en grado especial, es un vaso "lleno de Cristo". Por medio de nuestra obediencia a la verdad de Dios damos el fruto esperado y glorificamos al Señor mediante esta obediencia y sometimiento a su Señorío.
Finalmente no debemos olvidar el hilo principal que nos presenta el apóstol Pablo en su oración. Ahí enlaza la revelación del plan de los siglos y la soberanía de Cristo sobre su Iglesia que se funda sobre la Obra del Calvario, con la Resurrección y la Exaltación del Señor a la diestra de Dios. El apóstol no pierde de vista el dominio universal del Señor: una realidad presente que espera una manifestación futura y completa.
Los últimos conceptos destacan la Iglesia, regida por la Cabeza que Dios le concedió, como el centro del universo, siendo Cristo la "plenitud de todo".
El apóstol Pablo afirma que la Iglesia solo existe y funciona por esta relación vital con su cabeza, Cristo Jesús. En su calidad de Cristo resucitado y exaltado, no tiene necesidades ni de pende de nada. Sin embargo, está incompleto sin el cuerpo, el cual es la Iglesia que lo complementa. Por lo tanto, el cuerpo y la cabeza son uno en el sentido más real.
CONCLUSIÓN.
El apóstol Pablo tenía dos peticiones fuertes para Dios:
1. Que Dios diese espíritu de sabiduría y revelación a los cristianos para que conocieran a Dios y a lo que han sido llamados.
2. Que conocieran la supereminente grandeza de su poder.
Próximo encuentro: Al estudiar la sección (Efesios 2:1-10) pasaremos a algo que parecerá muy diferente, pero no lo es, pues el tema de la salvación por la gracia y por la fe, sin mezcla de obras humanas, constituye el meollo del Plan de los siglos.
“Bendiciones a todos”
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