RESUMEN ESTUDIO ANTERIOR: hemos unificado los tres primeros capítulos de efesios, denominados la parte doctrinal, todas las bendiciones recibidas en Cristo. Concluimos con la segunda petición, el apóstol Pablo oró diciendo que Cristo habite por la fe en vuestros corazones. Esto implica asumir con nuestra mente los pensamientos del Señor. Esto implica una relación de compañerismo, de camaradería con Él, que nos ayuda a conocerle más y que nos revela la voluntad de Dios para nuestras vidas.
Cristo no ha venido a visitarnos de una manera temporal; Él ha venido a radicarse permanentemente por medio del Espíritu Santo, para vivir en nuestras vidas.
Esta petición del final del capítulo 3 es un pedido para que los creyentes puedan conocer las dimensiones de ese amor de Cristo que sobrepasa todo conocimiento. El apóstol oró para que ellos estuvieran arraigados y cimentados en amor.
Vimos lo que Dios ha hecho por nosotros en Cristo. Hoy veremos los imperativos de Dios para su iglesia. Como responder a este llamado celestial como individuo e iglesia de Cristo.
Analizaremos la primera sección de efesios4, dese el verso 1 al 6.
INTRODUCCIÓN
Llegamos a una nueva sección en esta epístola a los Efesios. Muchos expositores consideran que a partir del capítulo 4 comienza la parte práctica de la epístola, ya que es en este punto que el apóstol empieza a exhortar a sus lectores a poner por obra lo que les ha expuesto acerca de su posición en el Plan divino.
Durante los primeros 16 versículos de este capítulo, El apóstol Pablo habla de la naturaleza de esa unidad espiritual que antes ha descrito, (La unidad del Espíritu). En esta sección describe al cuerpo en su funcionamiento vital, los medios de crecimiento, y la relación íntima que guarda con el Dios trino. Es a partir del versículo 17 cuando pasa plenamente a la parte práctica (La nueva vida en Cristo). En todo, el apóstol se dirige al creyente individual, pero el marco y enfoque de su enseñanza, tanto doctrinal como práctica, es la comunidad de los creyentes, en la que cada uno juega un papel único según el don o los dones que ha recibido.
En esta sección el apóstol Pablo trata sobre la conducta de la iglesia. En los primeros tres capítulos vimos el llamado celestial y ahora, en esta parte práctica, veremos el andar terrenal del creyente; no un andar mundano, sino un andar terrenal porque nos encontramos con los pies sobre esta tierra. Los verdaderos cristianos, a quienes colectivamente llamamos la Iglesia, están sentados en los lugares celestiales, en Cristo. Él es la cabeza del cuerpo y está sentado a la derecha de Dios, pero la Iglesia tiene que andar por esta tierra, como veremos más adelante. La iglesia, en este capítulo 4, es considerada como un nuevo hombre que vive y actúa en esta tierra.
En los primeros tres capítulos, desde un punto de vista espiritual, hemos estado en la cumbre del plano celestial. En esta última sección práctica, descendemos al nivel del diario vivir. Al descender a este plano natural, nos podemos encontrar tanto con la rutina como con las situaciones más inesperadas y conflictivas, en un mundo controlado por las fuerzas del mal.
Ahora, ¿seremos capaces de traducir estas verdades de la cumbre espiritual a las necesidades de la vida cotidiana? ¿Vamos a ser capaces de permanecer firmes y andar por los caminos de esta tierra de una manera que agrade a Dios?
“Nuestro Señor dijo que estábamos en el mundo pero que no pertenecíamos al mundo.”
Una analogía
Así como en los tiempos de Josué, el pueblo recibió promesa de conquistar la tierra prometida, tomando posesión de ella. Así El cruce del río Jordán es un símbolo de la muerte, la sepultura y la resurrección de Cristo. Nosotros, como creyentes, espiritualmente debemos cruzar el Jordán y poseer la tierra que se nos ha prometido. Hoy vivimos en el tiempo de resurrección.
La palabra "posición" fue una palabra clave en Efesios porque Dios nos ha bendecido "con toda bendición espiritual" (Efesios 1:3).
Dios nos las ha entregado a nosotros, pero en nuestra vida aquí en la tierra, ¿hemos tomado posesión de ellas? A los israelitas se les había prometido esa tierra, pero para ellos se trataba de una tierra futura, hasta que entraron en ella. A Josué Dios le dijo (en Josué 1:3).
Josué 1:3 "Yo os he entregado, tal como lo dije a Moisés, todos los lugares que pisen las plantas de vuestros pies".
En otras palabras, Dios le dijo que la tierra era de ellos, pero sólo la disfrutarían cuando tomaran posesión de ella.
Ahora, el creyente tiene el privilegio hoy de entrar y ocupar, es decir, de poseer todas las bendiciones espirituales en los lugares celestiales. Sin embargo, las inescrutables riquezas de Cristo deben ser buscadas con un detector espiritual, que es la Palabra de Dios. Hasta este momento, en esta carta apostólica hemos podido observar declaraciones gloriosas, pero a partir de ahora encontraremos mandamientos.
EFESIOS CAPÍTULOS 1,2 Y3 |
EFESIOS CAPÍTULOS 4,5 Y6 |
Hemos recibido declaraciones gloriosas |
Encontraremos mandamientos |
A aquellos que han sido llamados a un lugar tan exaltado, se les manda vivir una vida que se corresponda con el llamado recibido.
Hay tantas personas en el día de hoy que se han detenido en su camino y viven en la primera parte de esta epístola a los Efesios, pretendiendo que son personas sumamente espirituales. Es un terrible error pretender que solo con manejar conceptos y doctrinas lograremos la clase de vida que Dios demanda de nosotros.
LA UNIDAD DEL ESPÍRITU
Hemos llegado entonces a la parte práctica de Efesios: es decir, a la conducta terrenal de la Iglesia. En este capítulo la Iglesia es representada como un nuevo hombre, manifestando en la tierra un vivir exaltado y digno, según su llamado divino. Se considera a esta porción como la declaración de fe de la iglesia
EFESIOS 4:1-6 “Yo pues, preso en el Señor, os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados, con toda humildad y mansedumbre, soportándoos con paciencia los unos a los otros en amor, solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz; un cuerpo, y un Espíritu, como fuisteis también llamados en una misma esperanza de vuestra vocación; un Señor, una fe, un bautismo, un Dios y Padre de todos, el cual es sobre todos, y por todos, y en todos.”
La exhibición del hombre nuevo (Efesios 4:1-6)
Efesios 4:1 "Yo, pues, preso en el Señor, os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados"
El apóstol Pablo comienza de la forma más inteligente esta sección. Usa la palabra "pues" la cual es conectiva, es una palabra de transición. Quiere decir, “en vista de todo lo que Dios ha hecho por el creyente”, y que hemos visto en los tres primeros capítulos de esta epístola.
¿Cómo hemos de vivir y responder ante Dios?
Ahora les dice; yo Pablo "un prisionero en el Señor". Era un prisionero a causa de su posición en Cristo. El mismo hombre que padecía como prisionero en una cárcel física, estaba sentado en los lugares celestiales con Cristo en su espíritu. ¡Que gloriosa posición!
Así que él nos dice: "os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados". De igual forma nos dijo en Romanos 12:1 "os ruego por las misericordias de Dios".
Su ruego es un persuadir con amor, no como un mandamiento del Sinaí, no una exigencia de la ley con fuego. Él nos exhorta delicadamente, apelando a nuestras conciencias, luego de haber conocido todo el plan de Dios tocante a nuestra terrible realidad.
¿Cuál será mi respuesta y firme decisión? Debo vivir como es digno de la vocación o llamamiento que he recibido. Decido vivir en un nivel acorde con la posición que tengo en Cristo.
¿Cómo debe ser este vivir?
Efesios 4:2-6 “con toda humildad y mansedumbre, soportándoos con paciencia los unos a los otros en amor, solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz; un cuerpo, y un Espíritu, como fuisteis también llamados en una misma esperanza de vuestra vocación; un Señor, una fe, un bautismo, un Dios y Padre de todos, el cual es sobre todos, y por todos, y en todos.”
Los versículos 2 y 3 nos dicen como debe ser este vivir
"Con toda humildad y mansedumbre, soportándoos con paciencia los unos a los otros en amor, procurando mantener la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz"
· Con humildad.
Aquí dice "con toda humildad", lo cual quiere decir, una mente que no es altiva. Sabemos que el apóstol Pablo practicaba lo que predicaba. Es lo opuesto al orgullo y al leer la historia del apóstol Pablo, encontramos que él actuó con humildad.
El apóstol Pablo, escribiendo a los Filipenses, dijo así:
Filipenses 2:3 "Nada hagáis por rivalidad o por vanagloria; antes bien, con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo".
Nuestro máximo ejemplo es nuestro Señor.
Mateo 11:29 "Llevad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí: que soy manso y humilde de corazón".
¿Dónde queda nuestro orgullo, ante esta verdad? Cristo, el impecable, se despojó asimismo, dejando toda su gloria para hacerse pecado, para que con su humillación, yo y usted fuéramos enriquecidos, sin tener merito alguno.
Nos haría bien considerar estas sabias palabras de nuestro apóstol Pablo. ! Que lección de humildad nos da en ellas!
1 Corintios 4:7 “Porque ¿quién te distingue? ¿o qué tienes que no hayas recibido? Y si lo recibiste, ¿por qué te glorías como si no lo hubieras recibido?”
El único que nos distingue es Cristo, porque él ha puesto en nosotros su virtud y gracia. Sabemos que nada nos pertenece, incluso nuestros mejores esfuerzos ante Dios son tan inútiles como nuestra antigua existencia. Hay muchos creyentes en la actualidad que tienen orgullo por su raza, por su lugar de origen, por su posición y apariencia, y en realidad hasta están orgullosos de haber sido salvos por gracia. Vanidad de vanidades, todo es vanidad dijo el predicador.
Necesitamos permitir, que el Espíritu Santo nos controle para poder andar en humildad y mansedumbre.
· Con mansedumbre
Además de humildad, el apóstol nos habló de mansedumbre, o sea de amabilidad y benignidad de carácter. La Biblia describe a la mansedumbre como una disposición a cumplir la voluntad de Dios.
Este mundo la define como un sinónimo de debilidad; pero nosotros de ninguna manera la debemos entenderla así. Para nosotros, la mansedumbre consiste en inclinarnos ante la voluntad de Dios.
· Soportándoos con paciencia los unos a los otros en amor
Es la capacidad para padecer o soportar algo sin alterarse, o la facultad de saber esperar cuando algo se desea mucho. Es un fruto del Espíritu Santo, como podemos ver en Gálatas 5:22.
Quiere decir, el controlarse a uno mismo en una actitud de amor. Colosenses 3:13 completa esta idea diciendo:
Colosenses 3:13 “Soportaos unos a otros y perdonaos unos a otros, si alguno tiene queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros".
Gálatas 5:15 “Pero si os mordéis y os coméis unos a otros, mirad que también no os consumáis unos a otros.”
El apóstol les advirtió a los Gálatas que tales actitudes y conductas divisorias los destruirían, si se dejaban arrastrar por ellas.
Pelear y hacernos daño, el apóstol Pablo lo compara con la acción de mordernos y comernos. Cuando no estamos motivados por el amor y guiados por el Espíritu de Dios tendemos a ver solo las faltas en los demás en lugar de ver sus virtudes y cualidades. Esta actitud terminará por romper la unidad en el matrimonio, en la familia e incluso en la iglesia; porque va en contra de la oración sacerdotal echa por Cristo donde enfatizaba que así como el Padre y Él era uno, así también, Él desea que todos seamos uno.
Juan 17: 21 “para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste.”
Pero, ¿Qué significa ser uno? Ser uno significa: animar, consolar, ser compasivos, vivir en armonía, ponerse de acuerdo en pensamiento y en propósito.
Filipenses 2: 1-2 “Por tanto, si hay alguna consolación en Cristo, si algún consuelo de amor, si alguna comunión del Espíritu, si algún afecto entrañable, si alguna misericordia, completad mi gozo, sintiendo lo mismo, teniendo el mismo amor, unánimes, sintiendo una misma cosa.”
Y para estar unidos no necesariamente tenemos que pensar igual, porque todos tenemos diferentes opiniones que son válidas, pero en las diferentes formas de pensamiento debemos buscar lo que mejor conviene a la familia ´, a la Iglesia evitando el orgullo y la vanidad.
· Solícitos en guardar la unidad el Espíritu en el vínculo de la paz
Finalmente se exhorta diciendo: procurando mantener la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz. El Señor oró por esta unidad en Juan 17:21, diciendo:
Juan 17:21 "para que todos sean uno; como tú, Padre, en mí y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste".
El Espíritu nos ha bautizado en un cuerpo. Recordemos que el apóstol Pablo dijo en Primera de Corintios 12:13:
1Corintios 12:13 "porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo, tanto judíos como griegos, tanto esclavos como libres; y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu".
Ahora a los creyentes se les pide que conserven la unidad que el Espíritu ha logrado. Nosotros no podemos crear una unidad. Ni podemos forzarla. Sólo el Espíritu Santo crea la unidad. Pero nosotros debemos mantenerla. Todos los verdaderos creyentes en Cristo Jesús pertenecen a un cuerpo, y tendríamos que ser conscientes de que somos uno en Cristo.
En Filipenses 1:27 el apóstol Pablo dijo:
Filipenses 1:27 “Solamente os ruego que os comportéis como es digno del evangelio de Cristo, para que, sea que vaya a veros o que esté ausente, oiga de vosotros que estáis firmes en un mismo espíritu, combatiendo unánimes por la fe del evangelio".
Y en Colosenses 1:10 describe que esta unidad es un fundamento para poder crecer en el Señor.
Colosenses 1:10 " Así podréis andar como es digno del Señor, agradándolo en todo, llevando fruto en toda buena obra y creciendo en el conocimiento de Dios".
Así fue que el apóstol Pablo nos rogó que viviéramos una vida digna del Evangelio. Debemos vivir sabiendo que estamos siendo evaluados por la gente, si es que somos verdaderos hijos de Dios. La única forma en que pueden saberlo es por nuestra manera de vivir.
Podríamos decir que no se trata tanto de "cómo" anda uno, como de "por dónde" camina uno. Como dijo el apóstol Juan refiriéndose a la verdadera comunión con el Señor y los resultados positivos de ella para la comunión del cuerpo y la comunión con Cristo.
1 Juan 1:6-7 "Si decimos que tenemos comunión con él, y andamos en tinieblas, mentimos, y no practicamos la verdad; pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros y la sangre de Jesucristo, su Hijo, nos limpia de todo pecado".
Andar en la luz quiere decir vivir a la luz de la Palabra de Dios. Su verdad nos une cuando la abrazamos y la vivimos tal y cual ella es. El alcance de ello es tan profundo, que el que la luz de la palabra nos ilumine para vivir como Dios quiere y nos haga vivir en paz unos con otros; nos dará el derecho de ser perdonados y que la sangre de Cristo nos limpie de todo pecado en nuestro proceso de santificación.
Necesitamos conocer y obedecer la palabra del Señor. Si queremos vivir en compañerismo y camaradería con Dios y lo hermanos, tenemos que vivir a la luz de la Palabra de Dios.
Ahora podemos entender porque el apóstol Pablo parte esta capitulo diciendo “Yo Pablo, preso en el Señor, os ruego”
El apóstol Pablo estaba expresando sus ruegos en base al llamamiento que ellos habían recibido. Les acababa de explicar que vivían en la economía o administración de la gracia de Dios. Vivían bajo un nuevo orden. La imagen de unidad perfecta de la trinidad debía ser su ejemplo para vivir ahora como un cuerpo. Esto recuerda a los creyentes que la unicidad de Dios define la unidad de la Iglesia.
FUNDAMENTOS DE LA UNIDAD DE LA IGLESIA
En esta nueva economía o administración de la gracia de Dios; los creyentes tienen la responsabilidad de mantener la unidad en el Cuerpo de Cristo. Los siete fundamentos enumerados en estos versículos constituyen el fundamento sobre el cual el Dios trino crea la unidad de la iglesia. El plan del apóstol Pablo puede verse desde la perspectiva de la obra del Espíritu; el cual da forma al cuerpo de Cristo, produce una esperanza, una fe, y un bautismo,- y del único Dios y Padre que crea un solo pueblo.
A continuación el apóstol procedió a enumerar siete de estos fundamentos de unidad. Leamos los versículos 4 al 6:
Efesios 4:4-6 "Un solo cuerpo y un solo Espíritu, como fuisteis también llamados en una misma esperanza de vuestra vocación; un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo, un solo Dios y Padre de todos, el cual es sobre todos y por todos y en todos."
Veamos estos fundamentos de unidad:
1. Un solo cuerpo. Aquí se refiere al número total de creyentes, desde el día de Pentecostés hasta que Cristo recoja a Su iglesia.
Un Cuerpo. Una organización puede deshacerse en fragmentos, pero no así un organismo como el cuerpo humano, figura del Cuerpo místico de Cristo al que alude el apóstol Pablo. La unidad es, pues, vital e interna, y nunca puede lograrse por los planes o esfuerzos de los hombres
2. Un solo Espíritu. Se refiere al Espíritu Santo que bautiza a cada creyente en el cuerpo de Cristo. La obra del Espíritu consiste en unir a los creyentes en Cristo. Ésta es la unidad que al creyente se le pide que conserve.
El Espíritu Santo, según su función desde el seno del Trino Dios, proporciona y mantiene la unidad actual de la Iglesia. Es la vida del Cuerpo, el principio vital que vivifica y llena todo, impulsando a cada miembro a aportar su contribución particular al conjunto en su constante desarrollo hacia la madurez.
3. Una misma esperanza de vuestra vocación o llamamiento. Se refiere a la meta, al objetivo colocado frente a todos los creyentes. Ellos serán recogidos de este mundo para ser llevados a la presencia de Cristo. Este evento es llamado en Tito 2:13, "la esperanza bienaventurada".
La esperanza se deriva del sello y de las arras de la herencia divina que el creyente recibió cuando creyó en el Cristo muerto y resucitado (1 Pedro 1:3).
Es, pues, el Espíritu Santo quien garantiza que Dios terminará lo que comenzó por medio de la Encarnación y la Obra redentora del Hijo.
4. Un solo Señor. O sea, el Señor Jesucristo. Su señorío sobre los creyentes crea y convierte en realidad la unidad de la iglesia.
Un Señor. Hay una sola fuente de autoridad en el Cuerpo (1 Corintios 8:6), la Cabeza. Este hecho se deriva de la base de unidad que Él puso mediante el sacrificio de sí mismo en la Cruz. Según (Colosenses 1:18), Él tiene que ostentar primacía en todo. La Iglesia es suya; la compró con su sangre (Hechos 20:28). Frente a este señorío de Cristo, no puede existir división alguna entre los miembros del Cuerpo, por grandes que sean las diferencias externas de raza, color, sexo, cultura o clase social que pudieran separarles en lo humano (Romanos 10:12) (Gálatas 3:26-28) (Colosenses 3:11).
Es de tal trascendencia esto, que los creyentes de los primeros siglos estaban dispuestos a ir al martirio, rehusando, bajo ningún concepto, afirmar que "César es Señor". Toda lealtad humana, por importante que sea en su área particular, al Estado, a la familia o la raza, ha de supeditarse y condicionarse absolutamente a la autoridad del Cristo de Dios, Señor de la Iglesia. Y el señorío de Cristo es el único remedio y la única esperanza para las profundas divisiones que existen en la humanidad hoy en día, como ha sido en todos los siglos de la historia.
5. Una sola fe. Se refiere el cuerpo de la verdad llamado en Hechos 2:42 la doctrina de los Apóstoles. Cuando ésta es negada, se producen divisiones. Tiene que haber una base, un fundamento para que se produzca la adhesión de los creyentes. Y esa base es la doctrina correcta.
6. Un solo bautismo. Se refiere al bautismo del Espíritu Santo, que es el verdadero bautismo. El bautismo ritual tiene lugar con agua. El bautismo en agua es el símbolo del bautismo verdadero, el del Espíritu Santo, por el cual los creyentes se convierten una unidad, son hechos uno.
7. Un solo Dios y Padre de todos. Se refiere a la paternidad de Dios, en cuanto a los creyentes. Ya que sólo hay un Padre, Él no es el Padre de los que no son creyentes. El carácter de hijos se recibe sólo por medio de Cristo. La unidad de los creyentes produce una marcada diferencia entre los creyentes y los que no son creyentes. Él es el Padre de todos aquellos que le pertenecen, por haber sido regenerados.
Por otro lado esta expresión, podría haber sido el principio de todas, pero el apóstol Pablo prefiere dejarlo para remate y consumación de los demás aspectos. El trino Dios es uno, y de Él proceden todas las cosas. Las manifestaciones pueden ser de una diversidad casi infinita, pero todas son "una cosa", pues sólo reciben su ser por medio de Aquel que es "Padre de todos, sobre todos, obra por medio de todos y está en todos".
Esta verdad no solo influye al hombre sino al universo entero. La "unidad" del universo ha quedado deshecha por el pecado, pero el propósito del Plan es el de volver a ella mediante la reconciliación.
El creyente es quien reconoce a su Creador y Redentor, le ve como Centro y Origen de todo, y por lo tanto quiere cooperar en el gran propósito de volver todo a su cauce dentro de la voluntad de Dios (Mateo 6:9-10).
Esta convicción de la soberanía divina debe vincularnos más y más como redimidos, unirnos unos a otros, en un mundo "rebelde y contradictor", para que podamos ser sostenidos en medio de un universo destruido por el caos y el pecado. Porque por la fe percibimos que vivimos en un mundo "creado, controlado, sustentado y colmado por Dios", quien habita en nosotros para cumplir sus propósitos. Esto fundamenta aún más la necesidad de no permitir ninguna división, ningún resquebrajamiento de esta hermosa unidad.
Estos son nuestros fundamentos y declaración de fe como Iglesia de Cristo. Al estar firmes en ellos, estaremos preparados para conocer los dones y talentos que recibimos para cumplir con nuestra misión y deber en esta tierra.
No debemos olvidar, que para Dios lo más importante es que debemos estar fundamentados en amor, porque Dios es amor.
“El amor nunca deja de ser; pero las profecías se acabarán, y cesarán las lenguas, y la ciencia acabará.”
1 Corintios 13:8
PRÓXIMO ESTUDIO: continuaremos revisando el capítulo 4 desde el verso 7 al 16
El crecimiento y la madurez de la Iglesia (Efesios 4:7-16)
El crecimiento de la Iglesia hasta la plenitud propuesta por Dios en Cristo se consigue, según nos enseña el apóstol Pablo aquí, mediante el debido funcionamiento de los dones derramados por el Señor resucitado y ascendido, cada uno en relación estrecha con la Cabeza.
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