SALMO 18
Este es otro Salmo escrito por el rey David. En palabras del teólogo Perowne, lo describe magistralmente así.
"En este magnífico himno el poeta real explica algunos bocetos grandiosos de la historia de su vida; el relato de su maravillosa liberación y las victorias que el Señor le dio. Un registro también, de su propio corazón, la verdad de su afecto hacia Dios, y la integridad de propósito, por medio del cual él siempre había sido influenciado. A través de esa vida tan accidentada, perseguido como lo había sido por Saúl antes de llegar al trono, y constantemente acosado después de haberse convertido en rey por rivales que disputaban su autoridad y que procuraban robar el corazón de su pueblo, obligado a huir para proteger su vida a causa de su propio hijo, y ocupado después en largas y feroces guerras contra naciones extranjeras, una cosa nunca lo había abandonado, y fue el amor y la presencia del Señor. Por su ayuda, subyugó a todos los enemigos, y ahora en su vejez, echando una mirada retrospectiva al pasado con agradecimiento devoto, él cantó este gran himno de alabanza al Dios de su vida".
El salmo 18 es magnífico de principio a fin. Es excepcionalmente claro e instructivo. Principalmente muestra al Señor como un Dios muy activo en el cielo, cuyo control es absoluto en toda la tierra. De igual forma,deja ver en la tierra, a un hombre de corazón ferviente y sincero, en el cumplimiento de la voluntad de Dios y en el servicio a su causa.
El salmo incluye una declaración del amor y la confianza de David en el Señor (versículos 1-3),
Una narración de su liberación por parte del Señor (versículos 4-19),
Una explicación de la causa de la liberación de David (versículos 20-24),
Una exposición de la exhibición de los atributos de Dios para aquellos que confían en Él (versículos 25-30),
Una descripción más detallada de la victoria de David (versículos 31-45)
Y una palabra final de agradecimiento por la liberación de Dios (versículos 46-50).
Comienza el salmista declarando desde el fondo de sus ser: “¡Te amo, oh Jehová, fortaleza mía". No siendo esto suficiente, va más allá en su adoración y exclama: "Jehová, roca mía y castillo mío, y mi libertador; Dios mío, fortaleza mía, en él confiaré; mi escudo, y la fuerza de mi salvación, mi alto refugio. Invocaré a Jehová, quien es digno de ser alabado, Y seré salvo de mis enemigos.” Salmos 18:1-3.
¡Qué amor y admiración tan hermosos! David declaró su amor por Dios eligiendo cuidadosamente sus palabras para expresar su devoción con una profundidad que sobrecoge al corazón más duro e insensible.
Este Dios magnífico era su fortaleza. Tanto defensiva como ofensivamente, el Señor era todo lo que David necesitaba en las duras batallas de la vida. De esta manera nos muestra que sobre tal fundamento todo se puede edificar y todo se puede llevar a cabo. Fue sobre este fundamento que David estuvo de pie en los días de tribulación, cuando las ligaduras del Seol y los lazos de muerte lo rodeaban.
Entonces clamó a su Dios, en medio del temor, la angustia, y Dios lo escuchó en su templo. Su oración fue la oración de un hombre justo, puro y libre de idolatría.
Salmos 18:4-6 “Me rodearon ligaduras de muerte, Y torrentes de perversidad me atemorizaron.5 Ligaduras del Seol me rodearon, Me tendieron lazos de muerte. 6 En mi angustia invoqué a Jehová, Y clamé a mi Dios. El oyó mi voz desde su templo, Y mi clamor llegó delante de él, a sus oídos.
La respuesta de este clamor no se hizo esperar.
Salmo 18,7-19 “Entonces la tierra fue conmovida y tembló. Humo subió de su nariz, y de su boca fuego consumidor; carbones fueron por él encendidos. 9 Inclinó los cielos, y descendió; Y había densas tinieblas debajo de sus pies. 10 Cabalgó sobre un querubín, y voló; Voló sobre las alas del viento. 11 Puso tinieblas por su escondedero, por cortina suya alrededor de sí; Oscuridad de aguas, nubes de los cielos. 12 Por el resplandor de su presencia, sus nubes pasaron; Granizo y carbones ardientes. 13 Tronó en los cielos Jehová, Y el Altísimo dio su voz; Granizo y carbones de fuego. 14 Envió sus saetas, y los dispersó; Lanzó relámpagos, y los destruyó. 15 Entonces aparecieron los abismos de las aguas, Y quedaron al descubierto los cimientos del mundo, A tu reprensión, oh Jehová, Por el soplo del aliento de tu nariz. 16 Envió desde lo alto; me tomó, Me sacó de las muchas aguas. 17 Me libró de mi poderoso enemigo, Y de los que me aborrecían; pues eran más fuertes que yo. 18 Me asaltaron en el día de mi quebranto, Mas Jehová fue mi apoyo. 19 Me sacó a lugar espacioso; Me libró, porque se agradó de mí.”
Todo lo expresado en este pasaje, fue una reacción y acción excepcional por parte de Dios. El salmista extasiado por la respuesta divina expresa: envió desde lo alto; me tomó, me sacó… me libró… ¡Qué poder inmenso en acción! ¡Fue una victoria aplastante!.
¡Como quedar impávidos y no sucumbir ante la providencia de un Dios infinitamente grande en poder, que tiene la gentileza y bondad de defender a un ser ínfimo como es el hombre!
La acción divina, su pronta respuesta nos hace recordar que así también Dios espera de nosotros una pronta respuesta. Todo el salmo es un golpe contra la falsa gracia y la falsa predicación, predicación que nos quita la personalidad y nuestra parte del pacto y responsabilidad de acción. La predicación que dice que todo lo que hacemos significa muy poco para Dios, es incorrecta. Esta confunde el “todo es por gracia”, como una forma de esperar todo sin hacer nuestra parte.
La verdadera gracia que David conocía muy bien, era la que conduce a la actividad y a la acción. Lo que Dios hace a menudo es una reacción a nuestra acción y voluntad. Así es como Dios es honrado, porque es Él quien produce así el querer como el hacer; pero Él no cambiará nada en nosotros y nuestra circunstancias sin nuestra obediencia.
David entendió esto, y cuando analizó la poderosa intervención de Dios y milagro dijo:
Salmos 18:20-24 “Jehová me ha premiado conforme a mi justicia; Conforme a la limpieza de mis manos me ha recompensado. 21 Porque yo he guardado los caminos de Jehová, Y no me aparté impíamente de mi Dios. 22 Pues todos sus juicios estuvieron delante de mí, Y no me he apartado de sus estatutos. 23 Fui recto para con él, y me he guardado de mi maldad, 24 Por lo cual me ha recompensado Jehová conforme a mi justicia; Conforme a la limpieza de mis manos delante de su vista.
Para David la respuesta de Dios a su oración fue un premio y una recompensa a su esfuerzo sincero. Había guardado los caminos del Señor; todos sus juicios estaban delante de él y se había guardado de su maldad. ¡Qué bendito conocimiento de Dios y que bendita relación!! ¡Qué gigante de fe llegó a ser este siervo, en las manos de Dios!
Nuevamente el salmista nos revela que Dios recompensa la integridad, la fidelidad y la justicia.El deseo divino es que nos mantengamos íntegros, puesto que el Señor ve cada una de nuestras actitudes frente al pecado. Dejar todo lo deshonesto y corrupto, nos pone bajo la protección del cielo. Especialmente en el verso 23 vemos una gran revelación, que dice así: “Fui íntegro para con él y me guardé de mi maldad”.
Amados hermanos. La naturaleza corrupta, está en todos, y cada día debemos guardarnos de ella, haciéndola morir. Es necesario, para ser ayudados, vencer el pecado por el poder del Espíritu Santo. Debemos tener la disposición de obedecer y así nuestra debilidad se transformará en fortaleza, porque el Señor ve esa actitud del corazón.
El salmista repite una y otra vez, que la pureza de corazón, la justicia, la integridad mantenida en su vida, fue lo que le permitió ser recompensado. En su corazón sabía que lo primordial era ser puro, ante los ojos del Señor. El conocía en sus propias experiencias de la justicia, amor y severidad del Señor. Esto es lo que expresa a continuación.
Salmo 18: 25-27 “Con el misericordioso te mostrarás misericordioso, y recto para con el hombre íntegro. Limpio te mostrarás para con el limpio severo serás para con el perverso.27 Porque tú salvarás al pueblo afligido, Y humillarás los ojos altivos”.
Hay mucha seriedad en estas palabras “Y severo serás para con el perverso”.
En otras traducciones dice así: “El perverso induce al error”
En otras palabras, los malos pensamientos nos guían al mal camino, nos hace dudar, sospechar y sacar conclusiones erróneas. Nos medimos y pesamos conforme a nuestras justicias, no dejando que Dios nos alumbre con su verdad. Así no podemos ver el desagrado de Dios sobre nuestras malas acciones para que nos corrija. Caer en tal engaño significa que nunca llegaremos a conocer al Dios de David.
Por otro lado, este versículo nos dice que aquellos que son puros en sus pensamientos, sus motivos, su conducta; descubrirán que tienen que tratar con un Dios que es luz y siempre puro. Él es el Dios quien ama la pureza y quién la acompañará con las recompensas apropiadas donde sea que se encuentre. El salmista así lo conocía por eso le honra con estas palabras.
Salmo 18:28“Tú encenderás mi lámpara; Jehová mi Dios alumbrará mis tinieblas. 29 Contigo desbarataré ejércitos, Y con mi Dios asaltaré muros”.
Para David todo era brillantemente claro. ¿Cómo puedo ver mis situaciones, mis semejantes, mis hermanos, a la iglesia, incluso a Dios? La mancha oscura que vemos en nuestras situaciones a menudo refleja una mancha oscura similar en nuestro propio corazón. Esto no fue así en el corazón de David, por eso, Dios pudo unirse a él completamente en su gran poder.
"El Señor mi Dios iluminará mi oscuridad y hará que la luz brille en mi oscuridad. Me sacará de la oscuridad a la luz, para disfrutar de la luz de su semblante."
El salmista había sido liberado, pudo escalar los muros de un enemigo, pudo vencerlos y asegurar una victoria a través de Dios. Él fue llevado de victoria en victoria por seguir la huella que el Señor dictó para sus caminos,y por abrazar la instrucción de su palabra. Para el, Dios y su palabra eran simplemente perfectos.
Salmo 18:30 “En cuanto a Dios, perfecto es su camino, Y acrisolada la palabra de Jehová; Escudo es a todos los que en él esperan.”
Puede que no siempre comprendamos lo que Dios está haciendo en este momento de nuestras vidas, pero podemos estar seguros de que es lo correcto. Dios es perfecto, El no comete errores. Cualquier problema que estemos enfrentando en este momento; podemos confiar en que nuestro Dios puede manejarlo. Nuestro trabajo no es cuestionar, sino confiar en Él. Tener fe es una cosa, pero la confianza va más allá de la fe.
En otras palabras, David dice. “Yo no tengo ninguna queja, ninguna insatisfacción”.
A estas alturas de su considerar, el salmista está satisfecho y pleno en la contemplación de la acción divina; de tal manera que resto del salmo es un testimonio ejemplar de una victoria ininterrumpida,y de la destrucción total del enemigo. En su admiración por la obra divina, expresa su propio accionar gracias al despliegue total del poder de Dios.
¡Desbaraté ejércitos, asalté muros, perseguí enemigos hasta aplastarlos…!Todo lo que es llamado enemigo es destruido!
¿como honrar a su Dios ante tal magnífico obrar? Lo más apropiado sería una hermosa alabanza que mostrara las misericordias a su ungido, a David.Pero el rey no permite honra o medalla de victoria para sí mismo.Su corazón solo se permite decir, en el más humilde reconocimiento...
Salmo 18:31-45 “Porque ¿quién es Dios sino sólo Jehová? ¿Y qué roca hay fuera de nuestro Dios? 32 Dios es el que me ciñe de poder, Y quien hace perfecto mi camino; 33 Quien hace mis pies como de ciervas, Y me hace estar firme sobre mis alturas; 34 Quien adiestra mis manos para la batalla, Para entesar con mis brazos el arco de bronce. 35 Me diste asimismo el escudo de tu salvación; Tu diestra me sustentó, Y tu benignidad me ha engrandecido. 36 Ensanchaste mis pasos debajo de mí, Y mis pies no han resbalado. 37 Perseguí a mis enemigos, y los alcancé, Y no volví hasta acabarlos. 38 Los herí de modo que no se levantasen; Cayeron debajo de mis pies. 39 Pues me ceñiste de fuerzas para la pelea; Has humillado a mis enemigos debajo de mí. 40 Has hecho que mis enemigos me vuelvan las espaldas, Para que yo destruya a los que me aborrecen. 41 Clamaron, y no hubo quien salvase; Aun a Jehová, pero no los oyó. 42 Y los molí como polvo delante del viento; Los eché fuera como lodo de las calles. 43 Me has librado de las contiendas del pueblo; Me has hecho cabeza de las naciones; Pueblo que yo no conocía me sirvió. 44 Al oír de mí me obedecieron; Los hijos de extraños se sometieron a mí. 45 Los extraños se debilitaron Y salieron temblando de sus encierros.”
Dios no ha cambiado un milímetro durante todos estos años. Así como fue con David, así es con cada uno de nosotros, Él no es parcial.
Desde el principio de los tiempos hasta toda la eternidad, todavía estaremos tratando de comprender la plenitud de quién es Dios. El Espíritu es uno. Las personalidades de ese Espíritu Único son tres. Sabemos que Jesús fue y es la Roca. Él es la Roca sobre la que debemos construir nuestra casa. Él era la Roca en el desierto que Moisés golpeó para sacar agua. Él no solo era la Roca, sino que también es el Agua que fluye de esa Roca. Dios es todo lo bueno y maravilloso. Él es mi todo en todo. Sin Él, no puedo hacer nada. Con Él, puedo hacer todas las cosas.
Lo único que importa es cómo lo tenemos en nuestro corazón... !Seamos creyentes fieles y digamos como David!
Salmo 18.46-50 “Viva Jehová, y bendita sea mi roca, Y enaltecido sea el Dios de mi salvación; 47 El Dios que venga mis agravios, Y somete pueblos debajo de mí; 48 El que me libra de mis enemigos, Y aun me eleva sobre los que se levantan contra mí; Me libraste de varón violento. 49 Por tanto yo te confesaré entre las naciones, oh Jehová, Y cantaré a tu nombre. 50 Grandes triunfos da a su rey, Y hace misericordia a su ungido, A David y a su descendencia, para siempre.”
El Señor es nuestra roca, la fuerza que nos da una capacidad especial para luchar y vencer a los enemigos, el Señor nos adiestra para la guerra, nos hace entender cómo batallar en el Espíritu, en la oración, en la declaración de la palabra. El no solo nos protege, sino que nos hace hábiles guerreros para vencer al enemigo y desbaratar sus obras por medio de la autoridad del nombre de Jesús.
La más sublime y majestuosa declaración de este salmo comenzó en el verso 1 con: “Te amo, oh Jehová, fortaleza mía.”
Si esto es verdadero en nosotros, Dios mueve cielo y tierra para su gloria, en nuestra causa.
El salmo concluye en el versículo 50, haciendo la siguiente declaración:
“Grandes triunfos da a su rey, Y hace misericordia a su ungido, A David y a su descendencia, para siempre.”
Cuando ponemos a Dios como nuestro refugio, Él no solo nos ayuda, sino que nos hace personas fuertes para vencer y avanzar en la vida.
Somos la descendencia del rey David, en Cristo nuestro Señor. !AMÉN!
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