Aprendamos del Salmo 31

 

SALMO 31

Declaración de confianza

Al músico principal. Salmo de David.

El Salmo 31 inicia en los versos 1 al 8 con David declarando que Dios es el refugio de su vida y su plena confianza, por lo tanto ruega no ser confundido. Desde el verso 9 parece dar un giro enorme. Sus palabras reflejan a un hombre derrotado, con un ánimo devastado, un siervo vapuleado. Luego desde el verso 14 vuelve a ver un nuevo giro y su confianza es restablecida al considerar las obras de Dios para animar su corazón.

En este salmo podemos ver que nos pasa de igual forma. Hay días en que tenemos plena confianza y oramos declarando que Dios es nuestro refugio, nuestro castillo, la roca fuerte, nuestra salvación, nuestro todo; pero el corazón, la mente, siguen hundidos en el temor y la duda.

Hay otros días en que sentimos angustia, tristezas, debilidad, vergüenza, miedo, etc. Sin embargo aunque estemos metidos en la prueba más dura tenemos la confianza de que él está allí para ayudarnos.

Aunque nos sintamos así, en los momentos de más angustia es donde más debemos clamar; sabiendo que por amor a su nombre, nunca estará lejos de nosotros.

En el Salmo 31 se nos dice que Dios nos ama y que desea que tengamos un corazón contristado; que lo derramemos ante sus pies para que así Él lo pueda restaurar de todo el daño que sufrió cuando no lo conocíamos y que nos impide tener una vida feliz, una vida que expresa confesión y total honestidad, que no tiene reservas para Dios.

Es solamente cuando en verdad sometemos nuestro espíritu ante Él podemos recibir el consuelo de su conocimiento.

El último aspecto de este bello salmo es el agradecimiento que el salmista demuestra hacia Dios. Es importante recordar y tener el agradecimiento como forma de vida. La gracia es algo inmerecido que nos es concedido de todas formas.

Todo lo que somos y tenemos es porque le complace al Señor, es por su gracia; por lo tanto, debemos vivir día y noche en constante agradecimiento por su extrema bondad para con nosotros.

Expresión de confianza y deseo de no ser confundido

Salmos 31:1-8 En ti, oh Jehová, he confiado; no sea yo confundido jamás; Líbrame en tu justicia. Inclina a mí tu oído, líbrame pronto; Sé tú mi roca fuerte, y fortaleza para salvarme. Porque tú eres mi roca y mi castillo; Por tu nombre me guiarás y me encaminarás. Sácame de la red que han escondido para mí, Pues tú eres mi refugio. En tu mano encomiendo mi espíritu; Tú me has redimido, oh Jehová, Dios de verdad. Aborrezco a los que esperan en vanidades ilusorias; Mas yo en Jehová he esperado. Me gozaré y alegraré en tu misericordia, Porque has visto mi aflicción; Has conocido mi alma en las angustias.  No me entregaste en mano del enemigo;  Pusiste mis pies en lugar espacioso.

En esta porción, el salmista enseña que la fe y la oración deben ir juntas, porque la oración de fe es la oración que prevalece. David entregó su alma a Dios en forma especial. Y con sus palabras, versículo 5, “En tu mano encomiendo mi espíritu”; nuestro Señor Jesús en la cruz, entrego su vida como rescate, haciendo de su alma una ofrenda voluntaria por el pecado, dando hasta su último aliento.

David aquí se muestra vulnerable, confundido y con problemas serios. Lo positivo, es que muestra un gran cuidado por su alma y espíritu.No hay nada más seguro que poner la vida e las manos del Señor. Es muy común, en nuestro caso,que descuidemos nuestras almas, al estar atrapados en situaciones difíciles y mundanas, o cuando las preocupaciones se vuelven incontrolables. En estos momentos complicados, es cuando más debemos resguardar los cuidados espirituales para que el hombre interior no sufra daño, y el hombre exterior se desgaste.

La redención de nuestras almas es algo tan precioso, Toda la trinidad está involucrada en ello, día a día. Confiar en la misericordia de Dios, hace que uno se alegre y regocije en eso. Dios mira nuestra alma cuando estamos atribulados, para ver si se humilla por el pecado y mejora por medio de la aflicción vivida. Como creyentes enfrentaremos peligros y grandes liberaciones, hasta que seamos librados de la muerte, nuestro postrer enemigo.

David confiaba plenamente en esto, por eso lo expresa con vehemencia, con seguridad. Esta seguridad en la salvación le lleva a declarar que aborrece no confiar nada más que en el Señor.

“Aborrezco a los que esperan en vanidades ilusorias; Mas yo en Jehová he esperado. Me gozaré y alegraré en tu misericordia,”

Cuando los hombres no nos apoyamos en el único brazo de fortaleza, ponemos nuestra vana confianza en nosotros mismos. Esto es una gran locura.

El hombre siempre busca tener un dios, incluso estando inconsciente que lo está haciendo. Se fabrica un dios el mismo y le sirve y da su atención.  Esta confianza supersticiosa está basada en una ilusión, que hace que el hombre tenga esperanza en algo vano.

Todo aquel que hace un dios falso, ya sea de sus riquezas, de su persona, de su entendimiento o de cualquier cosa, debe ser evitado, por el que tiene su fe en Jesucristo. Lejos de ser envidiado, debemos mostrarle compasión por depender de estas vanidades.

El salmista expresa  profundas angustias

Salmos 31:9-13 Ten misericordia de mí, oh Jehová, porque estoy en angustia; Se han consumido de tristeza mis ojos, mi alma también y mi cuerpo. Porque mi vida se va gastando de dolor, y mis años de suspirar; Se agotan mis fuerzas a causa de mi iniquidad, y mis huesos se han consumido. De todos mis enemigos soy objeto de oprobio, Y de mis vecinos mucho más, y el horror de mis conocidos; Los que me ven fuera huyen de mí. He sido olvidado de su corazón como un muerto; He venido a ser como un vaso quebrado. Porque oigo la calumnia de muchos; El miedo me asalta por todas partes, Mientras consultan juntos contra mí E idean quitarme la vida.

Las aflicciones de David lo hicieron varón de dolores. Aquí era tipo de Cristo que estaba experimentado en quebrantos. David reconoce que sus aflicciones eran merecidas por sus pecados, pero Cristo sufrió por los nuestros. Los amigos de David no se animaron a socorrerlo. No pensemos que es raro si nos abandonan, pero asegurémonos de un Amigo en el cielo que no falla. Con toda seguridad Dios ordenará y dispondrá todo en la mejor forma para quienes también encomiendan su espíritu en su mano. El tiempo de la vida está en las manos de Dios, que lo alarga o acorta, lo amarga o endulza, conforme al consejo de su voluntad. El camino del hombre no está en sí, ni en las manos de nuestros amigos, ni en las manos de nuestros enemigos, sino en las de Dios.

Su confianza renovada

Salmos 31:14-24 Mas yo en ti confío, oh Jehová; Digo: Tú eres mi Dios. En tu mano están mis tiempos; Líbrame de la mano de mis enemigos y de mis perseguidores. Haz resplandecer tu rostro sobre tu siervo; Sálvame por tu misericordia. No sea yo avergonzado, oh Jehová, ya que te he invocado; Sean avergonzados los impíos, estén mudos en el Seol. Enmudezcan los labios mentirosos, Que hablan contra el justo cosas duras Con soberbia y menosprecio. Cuán grande es tu bondad, que has guardado para los que te temen, Que has mostrado a los que esperan en ti, delante de los hijos de los hombres! En lo secreto de tu presencia los esconderás de la conspiración del hombre; Los pondrás en un tabernáculo a cubierto de contención de lenguas. Bendito sea Jehová, Porque ha hecho maravillosa su misericordia para conmigo en ciudad fortificada. Decía yo en mi premura: Cortado soy de delante de tus ojos; Pero tú oíste la voz de mis ruegos cuando a ti clamaba. Amad a Jehová, todos vosotros sus santos; A los fieles guarda Jehová, Y paga abundantemente al que procede con soberbia. Esforzaos todos vosotros los que esperáis en Jehová, Y tome aliento vuestro corazón.

En lugar de rendirnos a la impaciencia o al desánimo cuando somos atribulados, debemos volver nuestros pensamientos a la bondad del Señor para con quienes le temen y confían en Él. Los pecadores hemos recibido todo por la expiación de nuestros pecados, por medio de la dádiva maravillosa del unigénito Hijo de Dios.

El salmista nos enseña a no rendirnos a la incredulidad o al pensar, en circunstancias desalentadoras. Debemos rendir nuestro orgullo al Señor. El Señor, perdona nuestras quejas y temores; aumenta nuestra fe, paciencia, amor y gratitud. Pidamos que nos enseñe  a regocijarnos en la tribulación y en la esperanza.

Que la liberación de Cristo y la destrucción de todos sus enemigos fortalezca y consuele nuestros corazones. Que no haya aflicción aquí abajo que someta y doblegue nuestro corazón. Si sufrimos valientemente con nuestro hermoso maestro, podemos entrar triunfantes en su gloria.


La mano de Jesús es la mano que rige nuestros tiempos. El regula el reloj de nuestra vida. Cristo por nosotros y Cristo en nosotros. Mis tiempos están en su mano. Mi vida no puede ser en vano, como la vida del Salvador no es en vano. E. Paxton Hood





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