SALMO 41
Oración pidiendo
salud
Al músico principal.
Salmo de David.
Salmo 41:1-13 Bienaventurado el que piensa en el pobre; En
el día malo lo librará Jehová. Jehová lo guardará, y le dará vida; Será
bienaventurado en la tierra, Y no lo entregarás a la voluntad de sus enemigos. Jehová
lo sustentará sobre el lecho del dolor; Mullirás toda su cama en su enfermedad.
4-9 Yo dije: Jehová, ten
misericordia de mí; Sana mi alma, porque contra ti he pecado. Mis enemigos
dicen mal de mí, preguntando: ¿Cuándo morirá, y perecerá su nombre? Y si vienen
a verme, hablan mentira; Su corazón recoge para sí iniquidad, Y al salir fuera
la divulgan. Reunidos murmuran contra mí todos los que me aborrecen; Contra mí
piensan mal, diciendo de mí: Cosa pestilencial se ha apoderado de él; Y el que
cayó en cama no volverá a levantarse. Aun el hombre de mi paz, en quien yo confiaba,
el que de mi pan comía, Alzó contra mí el calcañar.
10-13 Mas tú, Jehová, ten misericordia de mí, y hazme levantar, Y les daré
el pago. En esto conoceré que te he agradado, Que mi enemigo no se huelgue de mí.
En cuanto a mí, en mi integridad me has sustentado, Y me has hecho estar
delante de ti para siempre. Bendito sea Jehová, el Dios de Israel, Por los
siglos de los siglos. Amén y Amén.
El Salmo 41 es especial, ya que
completa la primera parte del salterio. Es considerado un salmo de acción de
gracias que tiene una división especial como muchos otros salmos. En su primera
parte desde el verso 1 al 3, tenemos una enseñanza sapiensal. La segunda parte
es una súplica o lamento, verso 4 al 9, y la última parte es una acción de gracias y alabanza.
Este Salmo también se considera mesiánico.
Fue escrito por David probablemente en los días en que fue traicionado por
Ahitofel, su consejero de confianza. Ahitofel tomó partido por Absalón, hijo de
David, cuando el joven encabezó una rebelión contra su padre. Finalmente,
Ahitofel se suicidó ahorcándose (2 Samuel 17:23) De esa manera, Ahitofel
prefiguró a Judas, el que traicionó a Cristo y fue así citado por el mismo
Señor.
La enseñanza sapiensal
El salmista comienza enseñando la bendición de bienaventuranza para aquellos que “consideran a los pobres”. Pronuncia una bendición de seis promesas. Estas promesas son para todos aquellos que manifiestan misericordia, y en la medida de lo posible, ayudan a sus compañeros y a los débiles. El usa esta realidad; el contraste entre un enfermo y los enemigos que le afligen; como una analogía de su propia experiencia; porque ve en ello como Dios actúa con el mismo. El Señor lo librara en tiempo de angustia, en el día malo. Así como el salmista tiene piedad de sus semejantes, Dios tendrá piedad de él.
El salmista quiere mostrar el
contraste con la actitud de los enemigos de Dios; ellos se aprovechan para
hacer más daño al débil. También quiere enseñar a sus oyentes que se preocupen
de otros que caigan en la misma situación que él describe en los versos 4-9. David
estuvo enfermo recibió la misericordia de Dios porque él había sido
misericordioso con otros.
Lamento del enfermo abandonado
Como en el Salmo 40, los enemigos
se aprovechan de la crisis para hacerle más daño al salmista. Ellos quieren su
destrucción, su muerte. Se juntan los malos contra el siervo de Dios; creen que
seguirá peor, esperan y predicen su destrucción. No obstante, el salmista
David, reconoce que su enfermedad viene por su propio pecado. “Yo dije: Jehová, ten misericordia de mí;
Sana mi alma, porque contra ti he pecado”.
En la primera parte del salmo el
considera la bendición del hombre compasivo. Ahora pasa a contemplar su propio
caso: sus aflicciones y sus sufrimientos. “Señor se misericordioso conmigo. Sana
mi alma; porque he pecado contra ti.” El sabía que el peor de todos sus
problemas, y la raíz y el origen de todos ellos, es su propia pecaminosidad. A
menos que todo eso se curara, no habría alivio para su alma. Por tanto, luego
de dar un grito de piedad general, se dirige a la raíz del asunto, “Cura mi
alma”. Allí en lo más profundo de nuestra naturaleza, está la peor enfermedad.
El salmista nos invita a decirle al Señor. “Cura eso, y pronto todo estará bien
conmigo.
La Biblia enseña que Dios permite
pruebas a sus hijos; no son todas por causa del pecado. Pero el creyente debe
siempre examinarse.
Una queja amarga contra sus enemigos
Él dice que su propio amigo, su
familiar, su íntimo, alzo su mano contra él. En el caso de David, se considera
que este salmo se refiere a la experiencia de haber sido traicionado por
Ahithophel, su consejero más cercano; quien se une a su hijo Absalón para
quitarle el trono.
Muchos comieron el pan de la mesa
del rey David, lo cual significaba la intimidad, la confianza que era posible depositar
en todos aquellos que disfrutaron de ese privilegio. Sin embargo, se describen
a todos ellos como la conducta de un caballo rebelde que patea a su propio
maestro.
El mismo Señor Jesús vio en esta
experiencia del salmista una prefigura de su propia experiencia de la traición
de Judas.
Juan 13:18b “El que come pan conmigo, levantó contra mí
su calcañar”
Cuando una persona está en crisis, aun el amigo a quien ha ayudado puede volverse en su contra. Es el peor sufrimiento y así sufrió Jesús. Muchos de los que le seguían y llamaban entusiastamente maestro, levantaron su calcañar, levantaron su pie para aplastarle y pasar por encima de todo lo que el significaba en sus vidas.
Oración y expresión de
confianza
“Mas tú, Jehová, ten misericordia de mí, y hazme levantar, Y les daré
el pago. En esto conoceré que te he agradado, Que mi enemigo no se huelgue de
mí.”
Ahora el salmista pasa de la
queja a la oración, y nuevamente pide al Señor que lo libere. Reafirma su
comunión con Dios y reconoce que es Dios el que sustenta esta relación. Le pide
que lo levante del lecho de enfermo y le restablezca en una posición de
autoridad. Para que pueda dar el pago a sus enemigos y descansar de ellos.
David no buscaba venganza privada
y egoísta. Era su deber como rey. Romanos 13:4 dice que las autoridades no están
para infringir temor al que hace el bien, sino al malo. ¿Quieres no temer a la
autoridad?, entonces haz el bien. Si hay arrepentimiento, justicia de vida en
la autoridad, es vengador para castigar al que hace lo malo. David era rey
ungido por Dios y su deber era mantener su propia vida en sujeción y gobernar
con justicia y rectitud.
En otros salmos el salmista deja
la venganza en las manos de Dios, pero aquí pide darles el mismo su merecido.
Recordemos que él era rey legítimo y fue
destronado por una rebelión injusta, por esta razón, pide una muestra del
agrado de Dios sobre su vida: que el enemigo no gane sobre él.
Al finalizar este salmo mesiánico,
el Espíritu Santo da una visión futura de la obra de Cristo. Tenemos aquí una
referencia a la resurrección. Dios por su misericordia lo levanto de la muerte
y poner a todos sus enemigos como estrado de sus pies. La muerte de Cristo y su
resurrección son inseparables. La muerte de Cristo sola no salva a nadie. Son la muerte de Cristo y Su
Resurrección las que salvan. El apóstol Pablo definió explícitamente el
Evangelio en 1 Corintios 15:3-4, cuando dijo: “Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; y que fue
sepultado y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras. “
Sin la resurrección del Señor, no
existiría el Evangelio. En el día de hoy estamos viendo muchas obras en las que
se deja a Jesús en la cruz, o en la tumba. Pero la piedra fue quitada del
sepulcro y El resucitó de los muertos. Y gracias a la resurrección podemos
decir, con el versículo 13:
“Bendito sea Jehová, el Dios de Israel, Por los siglos de los siglos.
Amén y Amén.”
Esta es la doxología (alabanza a Dios) con que el salmista cierra esta parte del salterio.Esta sección de los salmos termina con la nota triunfal de la resurrección. Significa que Dios dio el último toque en cuanto a nuestra salvación cuando Cristo resucitó de los muertos, ascendió al cielo, y se sentó a la derecha de Dios. El salmista nos recuerda que Cristo finalizó la obra de la salvación para nosotros. Debemos ser entonces agradecidos, reconocer nuestro pecado, ser misericordiosos con el prójimo, entregar la justicia en las manos de Dios y confiar siempre en El.
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