Aprendamos del SALMO 9

 

 

Acción de gracias por la justicia de Dios

Al músico principal; sobre Mut-labén. Salmo de David.

Algunos han dicho que este salmo pudo haber sido originalmente un salmo con el Salmo 10. La Septuaginta (traducción griega del Antiguo Testamento Hebreo) los muestra como uno. Tienen formas similares (casi cada estrofa comienza con una letra del alfabeto hebreo), tienen palabras similares y parece que tienen un énfasis en el hombre mortal. Pero hay buenas razones para que sean separados. Salmo 9 es un canto de acción de gracias, mientras que el Salmo 10 es una queja / oración de los hombres impíos.

Salmo 9 fue escrito por David, y se ajusta a "la melodía de la muerte del Hijo" (Muth-labben). Sinceramente, no se sabe lo que esto significa. Se cree que se refiere a la muerte del hijo de David con Betsabe, a la muerte del hijo de Faraón, incluso otros han creído que se refiere a la muerte de Goliat y la victoria de David. Lo que si es cierto y seguro, es que David alaba a Dios por su juicio y luego le pide a Dios que quite su aflicción para que pueda alabar más.

LA ALABANZA AL SEÑOR Y SU MOTIVO                                                                                         

Salmo 9:1-4 “Te alabaré, oh Jehová, con todo mi corazón; Contaré todas tus maravillas. Me alegraré y me regocijaré en ti; Cantaré a tu nombre, oh Altísimo. Mis enemi
gos volvieron atrás; Cayeron y perecieron delante de ti. Porque has mantenido mi derecho y mi causa; Te has sentado en el trono juzgando con justicia.
Reprendiste a las naciones, destruiste al malo, Borraste el nombre de ellos eternamente y para siempre. Los enemigos han perecido; han quedado desolados para siempre; Y las ciudades que derribaste, Su memoria pereció con ellas. Pero Jehová permanecerá para siempre; Ha dispuesto su trono para juicio.  El juzgará al mundo con justicia, Y a los pueblos con rectitud. Jehová será refugio del pobre, Refugio para el tiempo de angustia.

¡Qué hermosa forma de alabar al Señor vemos en David! Él entendió perfectamente la fuente de la más genuina alabanza. David comienza el salmo de esta manera, buscando el favor del Señor, en su deseo de ser socorrido en las calamidades con las que ahora estaba afligido. Todo el favor de Dios y continua hoy hacia su pueblo, por lo tanto, esto debe servirnos de inspiración para mantener la confianza y esperanza, de que Dios será amable y misericordioso en el futuro. Todo el favor recibido y las misericordias recibidas, nos deben animar  a esperar ayuda  en futuras emergencias.

 David abre las puertas a la oración, mostrando que debemos tener un corazón sincero, correcto, que se opone  a un corazón con dobleces. Por lo tanto, David actúa y  se distingue no solo de los hipócritas, que alaban a Dios solo con sus labios hacia afuera, sin que sus corazones se vean afectados de alguna manera, sino que también reconoce que todo lo que había hecho hasta ahora, lo cual era encomiable, procedía completamente de la pura gracia de Dios.

Reconocemos que aún los hombres sin temor al Señor, cuando han obtenido una victoria memorable, son capaces de sentir pesar por robarle al Señor la alabanza merecida, pero no pueden resistir la jactancia por sus triunfos en honor a su propio valor, como si no tuvieran ninguna obligación hacia Dios. Es una burla cuando profesan que sus hazañas han sido realizadas por la ayuda de Dios; porque, después de haberle alabado, se vuelven a jactar por sus propios consejos, habilidad, fuerza y recursos.

David, por lo tanto, con razón, afirma que él es diferente a los hombres de este mundo, cuya hipocresía o fraude es descubierto, porque de forma perversa y deshonesta quieren recibir una honra compartida entre Dios y ellos mismos.

Querer gloria para sí mismo, ciertamente no es alabar a Dios con todo el corazón. Cuando un hombre mortal se atreve a apropiarse de la porción más pequeña de la gloria que Dios es una aberración. Dios no puede soportar ver su gloria apropiada por la criatura en el más mínimo grado, esto es una  arrogancia sacrílega, porque el hombre no tiene derecho de  alabarse a sí mismos, oscureciendo la gloria de Dios.

Solo el que tiene un corazón correcto, sin dobles ante el Señor, puede  decir como David, “Contaré todas tus maravillas”. En este Salmo David no solo adora por una victoria o una sola liberación, sino que considera todos los milagros y hazañas del Señor como su inspiración de meditación.

Todas las liberaciones y beneficios que había recibido, de forma más extraordinaria, las reconoce  como memorables y sorprendentes en cuanto a la manifestación de Dios. Para el Salmista, su Dios es extraordinariamente maravilloso más allá de toda comprensión.

Dios quiere que lo reconozcamos como el autor de todas nuestras bendiciones; pero en algunos de sus regalos, el hace marcas más evidentes,  para despertar nuestros sentidos de forma más eficaz, porque de otro modo dormirían y no reconocerían, la mano poderosa del Señor y sus obras extraordinarias.

 El lenguaje de David, por lo tanto, es un reconocimiento de que fue preservado de Dios, no por medios ordinarios, sino por el poder especial de Dios, que se mostró visiblemente en este asunto; en la medida en que extendió su mano de manera milagrosa, y por encima de la forma común y habitual.

Por este conocimiento de Dios, David expresó “Mis enemigos volvieron atrás; Cayeron y perecieron delante de ti “.

Esta es una declaración de confianza que proviene de una experiencia. Nuestro Dios es todopoderoso y más grande que cualquier fuerza que haya existido. Nuestros enemigos definitivamente siempre darán la espalda cuando él esté en defensa de nosotros. Esto es lo que había visto el salmista que le dio tanta confianza. No necesitaba preocuparse por la existencia de sus enemigos porque estaba seguro de que seguramente morirían.

“Porque has mantenido mi derecho y mi causa; Te has sentado en el trono juzgando con justicia”

Esta es una de las obras que el salmista tuvo que mostrar. Había visto a Dios juzgar correctamente en su nombre. Vindicando y favoreciéndolo en el juicio. Y no solo en una ocasión singular, sino consistentemente. Dios es justo y honesto en sus juicios y está listo para juzgar correctamente en nombre de sus hijos una y otra vez.

DIOS EL JUEZ SUPREMO DE TODO

Salmo 5-9 “Reprendiste a las naciones, destruiste al malo, Borraste el nombre de ellos eternamente y para siempre. Los enemigos han perecido; han quedado desolados para siempre; Y las ciudades que derribaste, Su memoria pereció con ellas. Pero Jehová permanecerá para siempre; Ha dispuesto su trono para juicio.  El juzgará al mundo con justicia, Y a los pueblos con rectitud. Jehová será refugio del pobre, Refugio para el tiempo de angustia.

David presenta en este salmo a Dios como el Juez supremo y justo. El Señor juzga a todas las naciones y aquellos que se oponen a Él son castigados por siempre.  Podemos alegrarnos en la justicia de Dios. En todos los seres humanos existe un deseo por que se haga justicia y se corrijan las injusticias de esta vida. Esto es porque fuimos creados a imagen de Dios. Y por lo tanto, es parte de nuestra humanidad el querer justicia. Sin embargo, el pecado ha corrompido nuestro ser, y muchas veces nuestros deseos de justicia son injustificados.

A veces pensamos que Dios permite que los malvados se salgan con la suya, mientras que los justos tienen dificultades para enfrentarse a ellos. Pero aquí, vemos que la fidelidad de Dios y su amor por los justos hace que destruya a los malvados, incluso hasta el punto de borrar su nombre de la posteridad. Este fue el testimonio del salmista. Había visto a Dios reprender a individuos y naciones que lo hicieron injustamente y estaba seguro de que lo volvería a hacer. Sabía seguramente que sus enemigos estaban condenados para siempre. Por lo tanto, esto nos dice que no importa cuán injustamente nos hayan tratado los hombres malvados, Dios siempre sabe cómo reprenderlos y, cuando lo hace, sigue siendo permanente.

Es por eso que debemos acudir al Señor y clamar a Él por su justicia, y no ejercer la nuestra. Además, la justicia de Dios también podría meternos en problemas a nosotros. Porque, debido a nuestro pecado, nosotros también merecemos ser castigados por Dios. David entendía esto, y por eso dice que “el Señor es refugio del pobre, de los oprimidos, es su baluarte en momentos de angustia.

LA SEGURIDAD DEL JUSTO

Salmo 9:10 “En ti confiarán los que conocen tu nombre, Por cuanto tú, oh Jehová, no desamparaste a los que te buscaron.”

El Señor se convirtió en el refugio de aquellos que le buscan, aquellos que comprendieron que son pecadores. Es por eso que le pedimos al Señor que perdone nuestros pecados y es por eso que Cristo murió en la cruz. Porque la justicia de Dios exigía el castigo por el pecado. Dios no puede dejar de ser justo. Por eso tuvo que haber alguien que pagara por nuestras maldades. Y Cristo tomo voluntariamente ese lugar por nosotros. Por eso tampoco debemos apresurarnos a juzgar a otros. Porque Dios ha sido misericordioso con nosotros. El Señor, en Jesús, se convirtió en el refugio definitivo y gracias a esto no sufrimos las consecuencias del pecado. Lo que debemos hacer es ofrecer la misericordia de Dios a los demás. Y Dios se encargará de dar justicia o misericordia, de acuerdo a lo que Él crea conveniente.

David dice que Dios es “El vengador de los inocentes” que “se acuerda de ellos; no pasa por alto el clamor de los afligidos”. Dios siempre nos escuchará si buscamos refugio en Él y nunca nos abandonará. Estos son motivos preciosos para alegrarnos y regocijarnos en Él.

LA RESPUESTA DEL JUSTO

Salmo 9: 11-12 “Cantad a Jehová, que habita en Sion; Publicad entre los pueblos sus obras. Porque el que demanda la sangre se acordó de ellos; No se olvidó del clamor de los afligidos.”

 Ante el asombro de la fidelidad y justicia continuas de Dios, el salmista llama a toda la nación a cantar alabanzas a Dios y compartir el testimonio de sus obras a todos y cada uno. Quizás publicarles a los pueblos paganos las grandezas de Dios, era como hablarle a sordos, pero David mostraba con esto que las obras de Dios eran tan grandes y dignas que debían ser proclamadas en todo el país,  Judea era demasiado estrecho para contener la infinita grandeza de las alabanzas de Jehová.

Él le da a Dios este título, “el que habita en Sion”, para distinguirlo de todos los dioses falsos de los gentiles. No es suficiente para las personas honrar y reverenciar alguna deidad indiscriminadamente o al azar; deben rendir claramente al único Dios vivo y verdadero la adoración que le pertenece y que él ordena. Sion era el lugar peculiar en que Dios habitaba por lo tanto, no era licito intentan callar esta alabanza a Dios. “Él es aquel, quien el cielo de los cielos no puede contener”

En la antigüedad Dios usaba un lugar físico, el tabernáculo, como un símbolo externo que  elevara sus mentes por encima de ellos y cedieran a Dios en adoración espiritual. Deseaba que estos símbolos externos sirvieran como escaleras, por las cuales los fieles podrían ascender hasta el cielo. En consecuencia, incluso en la actualidad, el uso verdadero y apropiado de ellos es, para ayudarnos a buscar a Dios espiritualmente en su gloria celestial, y no ocupar nuestras mentes con las cosas de este mundo, o mantenerlas fijas en las vanidades de la carne.

Y como el Señor, en la antigüedad, cuando se llamaba a sí mismo, “el que mora en Sion”, tenía la intención de dar a su pueblo un terreno lleno y sólido de confianza, tranquilidad y alegría; así que incluso ahora, después de que la ley ha salido de Sion, y el pacto de la gracia nos ha llegado desde esa fuente, seamos conocedores y estemos completamente persuadidos, que donde quiera que los fieles, que lo adoran con un corazón puro, de la forma debida y de acuerdo a su palabra, El Señor participa en sus actos de alabanza y está  lleno de gracia presente y preside en medio de ellos.

LA RAZON DE DESEAR SER LEVANTADO

Salmo 9: 13-14 “Ten misericordia de mí, Jehová; Mira mi aflicción que padezco a causa de los que me aborrecen, Tú que me levantas de las puertas de la muerte, Para que cuente yo todas tus alabanzas En las puertas de la hija de Sion, Y me goce en tu salvación.”

Al comienzo de este salmo, David celebró los favores dados por el Señor y que inspiraron esta oración. El clama en medio de sus peligros y ansiedades, pero aquí  implora la ayuda de Dios en este momento, y le pide que Él, a quien había experimentado a menudo como su libertador, continuara brindándole la misma gracia y favor. Sus enemigos, tal vez, a quienes ya había vencido en varias ocasiones, después de haber reunido un nuevo coraje y haber reunido nuevas fuerzas, vendrían de nuevo con mayor ímpetu.

David, cuando ofreció esta oración, se encontraba en gran temor; porque él, por un pequeño asunto, no habría pedido a Dios que fuera testigo de su aflicción como lo hace aquí. Mientras se entrega a la misericordia del Señor, lo hace con una mente paciente y sumisa; entregándose a la cruz que fue puesta sobre él.

David llama al Señor  “su levantador de las puertas de la muerte”; Con esto, el salmista, en primer lugar, fortalece su fe a partir de su experiencia pasada, por todos los peligros que fue liberado. Y, en segundo lugar, se asegura de la liberación, incluso ante las puertas de la muerte.

Dios está acostumbrado no solo a socorrer a sus siervos, y a librarlos de sus calamidades por medios ordinarios, sino también a sacarlos de la tumba, incluso después de que se corta toda esperanza de vida; porque las puertas de la muerte, son nada más, los peligros más graves que amenazan la vida o que abren la tumba ante nosotros. Por lo tanto, que ni el peso de las calamidades que actualmente soportamos, ni el temor de aquellos que vemos inminentes sobre nosotros, puedan abrumar nuestra fe o interrumpir nuestras oraciones, recordemos nuestra memoria de que el oficio de levantar a su pueblo desde las puertas de la muerte no se atribuye a Dios en vano.

 

LA JUSTICIA E INJUSTICIA TIENEN SU RECOMPENSA DELANTE DE DIOS

Salmo 9:15-20 “Se hundieron las naciones en el hoyo que hicieron; En la red que escondieron fue tomado su pie. Jehová se ha hecho conocer en el juicio que ejecutó; En la obra de sus manos fue enlazado el malo. Higaion. Selah

Los malos serán trasladados al Seol, Todas las gentes que se olvidan de Dios. Porque no para siempre será olvidado el menesteroso, Ni la esperanza de los pobres perecerá perpetuamente. Levántate, oh Jehová; no se fortalezca el hombre; Sean juzgadas las naciones delante de ti. Pon, oh Jehová, temor en ellos; Conozcan las naciones que no son sino hombres. Selah”

David no está diciendo que sus enemigos perezcan por hacer venganza por su propia mano. Aquí tenemos la voz del profeta que advierte lo que pasara al malo por su maldad.

El Señor es conocido por el juicio que ejecuta: el impío está atrapado en la obra de sus propias manos. Como parte de su sistema de justificar a los rectos, Dios se asegura de que los malvados cosechen el fruto de su propio trabajo. Aunque hacen planes para los rectos, Dios se encarga de que sean los beneficiarios completos de esos planes.

Los malvados serán convertidos en infierno, y las naciones que se olvidan de Dios. Este es el destino de todos los que viven malvadamente e injustamente, tanto individuos como naciones. Dios decreta su justicia sobre ellos y los envía al infierno.

Porque los necesitados no siempre serán olvidados: la expectativa de los pobres no perecerá para siempre. En contra de la difícil situación de los impíos, los justos finalmente serán recordados. Su expectativa largamente deseada finalmente se cumplirá. Dios los recordará en su justicia y satisfará todas sus necesidades.

Después de que el salmista ofreció acción de gracias y mostró las maravillosas obras de la justicia de Dios, lo llamó para que muestre su poder a los hombres. Él pide a Dios que no permita que los malvados se salgan con la suya, sino que les demuestre que son simples hombres.

 

CONCLUSIONES DE ESTE SALMO

Nuestro mayor incentivo para tener un corazón recto y  justo, es conocer, entender y aceptar la santidad de Dios.

Todo lo que hace Dios en David, el reconoce que es con un propósito, para que cuente a las naciones “quien eres tú”.

Para Dios es importante que me convierta en un testificador de la verdad es parte fundamental del propósito de mi propio desarrollo. Mi sentido de vivir es delante de Dios; implica mi consagración y   por otro lado el testificar de este Dios infinito.

No dejar de compartir que la victoria es posible solo por Dios. Esta es una actitud de reverencia de fe y de compromiso. Esto nos dará fuerzas para enfrentar la vida diaria, dando acción de gracias. Nada es mejor que ser agradecidos.

Celebrar al señor es nuestro deleite, hagamos uso de este privilegio. Si callamos ¿cómo podrá el mundo saber lo que él ha hecho?, pongamos sus hechos en evidencia, contemos de nuestra propia vida que ha hecho y nos dará en abundancia que decir y contar de él.

Frena nuestras acciones el saber que estaremos ante el gran rey. Dios es juez supremo sobre su creación y llegara el día, en que justos e injustos debamos comparecer ante su temible y dulce presencia.

Dios es  un refugio para los oprimidos. Él sabe defender, él sabe  librar. Esto hace que depongamos nuestras armas terrenales para darle paso a aquel que sabe hacer justicia. Encomendemos nuestras almas al fiel creador.

La fe es una gracia inteligente. Hay conocimiento sin fe, pero no puede haber fe sin conocimiento. Dicen que la ignorancia es la madre de la devoción. Tan necesario es el conocimiento para la existencia de la fe, que las escrituras  a veces llaman a la fe con el nombre del conocimiento. En Isaías 53:11 el conocimiento es puesto aquí en lugar de la fe. No podemos hacer otra cosa los que hemos conocido la salvación y al conocer su nobles actos. Nunca confiamos en un hombre hasta que le conocemos bien, de los malos no podemos confiar. Esto nos permite preguntarnos ¿Qué tanto conocemos a Dios? Y ¿qué tanto confiamos en Él? Ambas preguntas están directamente interconectadas, si lo conoces, confiarás, si no confías es porque no lo conoces.

Dios inquirirá de todos. Llega un tiempo en que Dios perseguirá a todos los inquisidores de sus hijos que fueron justos por él.

 

Así que, ofrezcamos siempre a Dios, por medio de él, sacrificio de alabanza, es decir, fruto de labios que confiesan su nombre.

Hebreos 13:15


 

 

 

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