SALMO 16
Una herencia escogida
Mictam de David.
Salmo 16: 1:11 “Guárdame, oh Dios, porque en ti he confiado. Oh alma mía, dijiste a Jehová: Tú eres mi Señor; No hay para mí bien fuera de ti. Para los santos que están en la tierra. Y para los íntegros, es toda mi complacencia. Se multiplicarán los dolores de aquellos que sirven diligentes a otro dios. No ofreceré yo sus libaciones de sangre, Ni en mis labios tomaré sus nombres.
Jehová es la porción de mi herencia y de mi copa; Tú sustentas mi suerte. Las cuerdas me cayeron en lugares deleitosos, Y es hermosa la heredad que me ha tocado. Bendeciré a Jehová que me aconseja; Aun en las noches me enseña mi conciencia. A Jehová he puesto siempre delante de mí; Porque está a mi diestra, no seré conmovido. Se alegró por tanto mi corazón, y se gozó mi alma; Mi carne también reposará confiadamente; Porque no dejarás mi alma en el Seol, Ni permitirás que tu santo vea corrupción. Me mostrarás la senda de la vida; En tu presencia hay plenitud de gozo; Delicias a tu diestra para siempre.”
Este es otro salmo de David y es el primer Salmo Mictam. La palabra Mictam tiene un origen incierto, (y vamos a llegar a otros Salmos que también se llaman Mictam, por ejemplo los Salmos 56 al 60.) Martín Lutero tradujo la palabra Mictam, a "Joya dorada o de oro", y se cree que esta traducción es cercana a su significado real.
También este es el tercer Salmo mesiánico que hemos visto. Primero vimos el Salmo 2, donde observamos el rechazo del Rey y el propósito final de Dios de ponerlo en el trono, lo cual mira anticipadamente hacia la segunda venida. Luego tenemos el Salmo 8, Su humanidad se presenta en ese Salmo; es decir, la encarnación, y eso se cita también en la epístola a los Hebreos, capítulo 2.
Este salmo se relaciona con Cristo y expresa los sentimientos de su naturaleza humana, en vista de sus sufrimientos y victoria sobre la muerte y la tumba, incluida su posterior exaltación a la diestra de Dios. Podríamos llamar a este Salmo "La Joya de Oro de David", porque él estaba mirando hacia Aquel que vendría de su linaje, a Aquel de quien podía decir: "Ésta es toda mi salvación".
“Guárdame, oh Dios, porque en ti he confiado. Oh alma mía, dijiste a Jehová: Tú eres mi Señor; No hay para mí bien fuera de ti.
El salmista expresa su total dependencia en Dios, hablándole y recordándole a su alma quien era su Dios y como le era imposible encontrar nada deseable en la tierra fuera de Él. David sabía que no existía mejor lugar donde refugiarse que en la misma presencia del Todopoderoso protector, es por ello que ahí ponía su confianza.
El mayor ejemplo de dependencia y protección, lo encontramos en la relación de nuestro Señor y el Padre celestial. El Señor nunca asumió un rol de súper héroe, aunque sabemos que él era y es completamente fuerte y capaz. La biblia nos muestra que el jamás consideró su divinidad como cosa a que aferrarse. Vivió su paso por la tierra en su condición de hombre y se sujetó a todas las leyes a que el ser humano debe sujetarse.
Su confianza plena en Dios se revela en que él sabía que era el único que podía fortalecerle y guiarle en su camino para finalmente levantarle de la muerte. Durante todo su paso por este mundo, en los días de su carne se sujetó a aquel que podía librarle, como lo relata Hebreos.
Hebreos 5:7 “Y Cristo, en los días de su carne, ofreciendo ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas al que le podía librar de la muerte, fue oído a causa de su temor reverente.”
Su sumisión fue una actitud de temor y reverencia. Nuestro Señor respetaba la voluntad de Dios para su vida y fue fiel a ella aún al terrible precio de la cruz. Fue en Getsemaní, la noche antes de la cruz, cuando Jesús luchó con el problema de la redención.
“y aunque era hijo…aprendió la obediencia”. Cristo confiaba en el Padre, tenía fe en él. ¿Cuál es el camino que él nos señala? Que sin obediencia no hay fe, no hay confianza. La prueba definitiva de la fe, es la obediencia. La fe es el acto de obediencia a lo que uno sabe que es la voluntad de Dios. La obediencia es una actitud que se tiene que enseñar y se debe aprender. Como hombre Jesús tuvo que aprender lo mismo que nosotros.
El libro de Lucas relata el desarrollo de Jesús en las esferas de su vida y en su relación de sujeción y confianza con el Padre. Esta íntima y confiada relación es la que el Espíritu Santo inspira al salmista a escribir “tú eres mi Señor no hay nada para mi fuera de ti”. Esto no es de la noche a la mañana, es un proceso que lleva un desarrollo y que incluye la obediencia como requisito para desarrollar una fe que permita tener una relación de confianza y seguridad en Dios.
Lucas 2:52 “Y Jesús crecía en sabiduría y en estatura, y en gracia para con Dios y los hombres.”
Estas fueron las cuatro esferas en las que Jesús –hombre aprendió: la de la sabiduría (intelectual), la de la estatura (física), la de la gracia para con los hombres (social) y la de la gracia con Dios (espiritual). El no nació con un desarrollo completo en estas esferas. Para él la vida fue un proceso de aprendizaje en la escuela de la obediencia. En la cruz nos muestra hasta qué punto debemos someternos a Dios, obedecerle en confianza absoluta. Entonces vemos el resultado de la fe obediente de Jesús.
Hebreos 5:9 “y habiendo sido perfeccionado, vino a ser autor de eterna salvación para todos los que le obedecen;”
La condición para poder ser guardados por el poder de Dios, es aprender a confiar en obediencia. Si el mismísimo hijo de Dios, siendo Santo, puro, impecable, necesitó de este proceso. Su vida de obediencia al Padre, le permitió concretar su misión, teniendo siempre presente que fuera de Dios nada tenía y nada bueno abría.
Esto nos recuerda lo visto anteriormente en el Salmo 15. El camino de integridad del cristiano, significa Dios por entero en su vida, sin que nada falte. Librados por el poder de Dios para no ser alcanzados por el pecado. Esta es la huella del camino que Cristo nos deja. Su ejemplo de integridad se muestra, en que durante toda su vida estuvo totalmente sumido en la comunión, presencia, sujeción y obediencia al Padre.
Ahora, continúa diciendo este salmo: ¿con quién está su complacencia? sin duda para con aquellos que han entendido y están dispuestos a vivir la lección anterior.
“Para los santos que están en la tierra. Y para los íntegros, es toda mi complacencia.”
Los santos han de ser íntegros y esta integridad hay que vivirla practicarla y proclamarla. El salmista escribe inspirado por el Espíritu Santo, que su lealtad estaba con los que están en integridad, y eran fieles y leales. De igual manera Cristo dice que su complacencia es con aquellos que son fieles en buscar estar completos en él y lo aceptan tal cual es. ¿A quién somos leales?, ¿estamos con los que defienden lo mismo que nosotros?. Esta sociedad pretende deshacer lo que Dios proclama. David se gozaba con los íntegros que buscan a Dios y con aquellos que son fieles en seguirle y servirle con integridad.
Se multiplicarán los dolores de aquellos que sirven diligentes a otro dios. No ofreceré yo sus libaciones de sangre, Ni en mis labios tomaré sus nombres.|
Este verso muestra el contraste con el verso dos. “Mi alma dice a Jehová tu eres mi Dios, no hay bien fuera de ti”. El salmista describe como el nunca seguiría a los paganos en sus prácticas vanas. Muchos paganos sacrificaban a sus ídolos (esto es, a demonios) sangre humana, en contra de todas las leyes. Además, los sacerdotes de Baal ofrecían su propia sangre a su dios falso.
El salmista describe que poner la confianza en cualquier cosa que no sea el Señor, es tener una vida llena de dolores, no obstante el hombre en su locura sirve a estos ídolos con diligencia.
El peligro es que cuando un creyente no es diligente en servir al Dios verdadero, lo irá llevando a poner su confianza en un Dios no real. Esto hará que exista lentitud en servir al Dios verdadero.
David sabía que su vida, vivida tras Dios, no era fácil. Él experimentó muchas dificultades debido a que permanecía fiel a Dios. Sin embargo, él también sabía que la vida vivida a otro dios era más difícil.
Jehová es la porción de mi herencia y de mi copa; Tú sustentas mi suerte. Las cuerdas me cayeron en lugares deleitosos, Y es hermosa la heredad que me ha tocado.
Después de declarar que no había nada que hallar en los dioses paganos, David explicó el bien que recibía de Yahvéh.
David era el hijo menor de una familia con muchos hijos. Él pudo esperar nada de herencia de su familia; pero encontró gozo y consuelo en el hecho de que Dios era la porción de su herencia, y sabía que su herencia era hermosa. Las cuerdas que marcaban su herencia cayeron en lugares deleitosos.
Dios le dijo a los sacerdotes en los tiempos de Moisés: “Yo soy tu parte y tu heredad”. David entendió que esta era una promesa que no solamente fue dada a los sacerdotes, sino para todos aquellos que confiaban en que Dios era su porción y su heredad. Cada hombre piadoso tiene la misma posesión y las mismas prohibiciones que tenían los sacerdotes. Así como éstos ellos también no tienen tierras, y en lugar de bienes inmuebles tienen a Jehová.
! El Señor es la porción de mi herencia! Es una frase de largo alcance. David también apunta a quien era su linaje y herencia, Cristo. Él fue quien descendió aquí a este mundo y ocupó ese lugar, andando en un mundo de pecado y de dolor; Fue un perfecto extraño aquí. David se alegró por estar unido al Señor; hubo paz y gozo en su vida. Y dijo además: El Señor es la porción de mi herencia y de mi copa. Mi porción es lo que a mí me pertenece; sea que lo disfrute o no, es mío. Y mi copa es aquello de lo cual yo me apropio, y lo hago mío, propio.
En las siguientes porciones de este salmo, veremos como el salmista enseña acerca de los beneficios de la confianza en el Señor, del gozo y la preservación.
Bendeciré a Jehová que me aconseja; Aun en las noches me enseña mi conciencia. A Jehová he puesto siempre delante de mí; Porque está a mi diestra, no seré conmovido.
Los dioses falsos de las naciones jamás dieron consejo de la manera que el Señor ofreció a David. Cuando David necesitaba dirección, Dios se lo daba, y, por lo tanto, David alababa a Dios.
Para un hombre de tales responsabilidades, un consejo sabio, una divina instrucción, sin duda fue lo más sagrado. Reconocer la intervención del Señor, allí, incluso en su conciencia, da cuenta de alguien que sabe reconocer hasta donde Dios intervenía en su vida. La conciencia del salmista fue instruida primero por Dios y Su palabra, y por lo tanto podía también instruirle en los caminos de Dios.
De esta manera su manera de pensar fue moldeada y vio los beneficios que vienen de esta transformación. Quizás el apóstol Pablo tenía en mente esta enseñanza cuando escribe en romanos 12:1-2 y habla de la renovación del entendimiento, que solo viene al exponer nuestras mentes a la palabra de Dios.
Nunca es en vano el estar hasta tarde para tratar de descifrar los problemas. David sabía del gozo de estar en comunión con Dios en las noches, y el recibir guía por parte del Señor.
David también hizo una decisión solemne: colocar a Dios en primer lugar en su vida. Se determinó en que Dios siempre sería su enfoque, su perspectiva.
En un sentido definitivo, solamente Jesús hizo esto de una manera perfecta. Él siempre estuvo en el lugar íntimo de Su Padre. Cristo, como hombre, para soportar su humanidad en tiempos de prueba, y ser perseverante hasta el final, mantuvo un sentido constante de la presencia del Padre. Esto le permitió verse seguro en Dios quien podía socorrerle y librarle. De esta manera no temía a los poderes del infierno los cuales no podían destruirle.
Ese esfuerzo de fe que Cristo nos muestra, es la misma vida de la devoción. Dios es solo nuestro en realidad cuando estamos conscientes de Su cercanía.
Esa misma clase de fe, la del esfuerzo, por aferrarse a Dios con todo; es la que hace expresar al salmista “Porque está a mi diestra, no seré conmovido”. Este era el sencillo resultado de la decisión de David de colocar a Dios primero. No había manera de existir sin esta posición de seguridad, Dios a mi diestra, Dios a mi favor, Dios a mi bien.
Ahora se nos habla de los beneficios del gozo y el ser preservados por Dios.
Se alegró por tanto mi corazón, y se gozó mi alma; Mi carne también reposará confiadamente; Porque no dejarás mi alma en el Seol, Ni permitirás que tu santo vea corrupción. Me mostrarás la senda de la vida; En tu presencia hay plenitud de gozo; Delicias a tu diestra para siempre.
Estas son las expresiones de aquel que sabe que toda su vida, presente y eterna depende de Dios. No hay nada que el hombre pueda hacer sin el Señor, especialmente cuando se trata del alma del hombre. Solamente Dios puede bendecir nuestra vida terrenal de grandes cosas, y solamente Dios nos puede otorgar la vida eterna, y ésta última, por medio de la fe en Su Hijo Jesucristo.
En todo sentido hay una “gran mañana” junto a Dios. Busquémoslo de todo corazón, veremos que no hay nada de lo que nos podamos lamentar.
Conclusiones finales:
Como podemos ver, este es un hermoso Salmo en el que se profetizó la resurrección del Señor Jesucristo. "Me mostrarás la senda de la vida; en tu presencia hay plenitud de gozo, delicias a tu derecha para siempre".
Aunque la experiencia límite en la vida de los seres humanos es la muerte. El rey David aprendió al fin que la muerte no representaría una amenaza fatal, trágica e irreversible para él porque, como revelan estos Salmos que estamos considerando, él había disfrutado de grandes bendiciones, de privilegios y una verdadera relación de compañerismo con el Señor.
El tuvo por gracia del Espíritu Santo una visión de la vida, obra y resurrección de aquél que era su Dios y su herencia futura. El Cristo quien vendría a este mundo para conquistar la misma muerte.
Tengamos esta misma esperanza y estemos seguros que será nuestra experiencia. Cristo resucitó en primer lugar como primicias, como el primer fruto de la cosecha y después, en el momento en que Cristo vuelva, resucitará a aquellos que le pertenecen.
Que nuestro amado Dios, enseñe a nuestras conciencias.
“Me parece escuchar una pequeña dulce voz dentro de mí, diciendo, Este es el camino, anda en él; y esto, en la noche, cuando este envuelto en descanso y silencio.”
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