Aprendamos del Salmo 25


SALMO 25

El Salmo 25 es un salmo muy especial, en un momento de quiebre en la vida del rey David. Por la naturaleza de sus palabras, se puede inferir que es un tiempo de la madurez de su vida; ciertamente en un momento en que está en medio de un gran tormento y preocupación.

Una vez más vemos al rey David confrontando las duras situaciones de la vida, tratando de no quejarse sino de pedir en todo momento al Señor de Israel, la protección en todo. Hemos conocido, que para el salmista confiar en Dios es el centro de su universo.

Este salmo está hecho en forma de salmo acróstico: cada versículo empieza con una letra distinta del alfabeto hebreo, como siguiendo el orden de la "a" hasta la "z". El salmista descubre todos sus sentimientos y vacía su interior ante el Señor, haciendo memoria de la infinitud de motivos que tiene para confiar en la providencia del Señor.

Hemos visto en otros salmos, como las peticiones de David son: Liberación de los enemigos-Ayúdame en mi angustia--Pelea contra la aflicción-Dame la victoria-Cuida mi vida-Protégeme, cuídame, sálvame, etc. En este salmo veremos que el salmista hace tres peticiones puntuales: dirección, perdón y protección. En este desagarro del alma, no hay alabanza sino que todo es angustia y petición; no obstante es imposible para el salmista no repasar los motivos para seguir confiando en su Dios.

El Salmista necesita la dirección de Dios

(Un grito de angustia)

Salmos 25:1-7 "A ti, oh Jehová, levantaré mi alma. Dios mío, en ti confío; no sea yo avergonzado, no se alegren de mí mis enemigos. Ciertamente ninguno de cuantos esperan en ti será confundido; serán avergonzados los que se rebelan sin causa. Muéstrame, oh Jehová, tus caminos; enséñame tus sendas. Encamíname en tu verdad, y enséñame, porque tú eres el Dios de mi salvación; en ti he esperado todo el día. Acuérdate, oh Jehová, de tus piedades y de tus misericordias, que son perpetuas. De los pecados de mi juventud, y de mis rebeliones, no te acuerdes; conforme a tu misericordia acuérdate de mí, por tu bondad, oh Jehová."

Al vivir situaciones complejas, es difícil elevar una oración, es difícil pedir; este es el escenario que enfrentaba el salmista. Él está consiente de todas sus fallas, sabe que sus errores han contribuido a lo vivido, pero confía absolutamente en la misericordia del Señor.

Cuando el alma está turbada y los pensamientos golpean en la mente, ¿qué más hacer? Cuando el alma está angustiada y abatida David dice al Señor "a ti levantaré mi alma".

El rey Josafat en un momento en donde era imposible enfrentar con éxito una batalla clamó al Señor y dijo así:

2 Crónicas 20:12 "Porque en nosotros no hay fuerza contra tan grande multitud que viene contra nosotros; no sabemos qué hacer, y a ti volvemos nuestros ojos"

¡Qué consejo tan notable y sabio! Mirar al Señor es tener una fe expectante; es confesar que solo Dios puede solucionar nuestros conflictos y ponemos solo en el nuestra confianza. Renunciamos a nuestras soluciones humanas y de forma extrema ponemos nuestra confianza en el Señor. Si el Señor no actúa, nada podemos hacer. ¿Qué haremos entonces? Seguiremos esperando en El, obedeceremos a su palabra. Mire lo que dice el salmo 123.

Salmos 123:2 "Nuestros ojos miran a Jehová nuestro Dios, hasta que tenga misericordia de nosotros".

¿Hacia donde miran nuestros ojos hoy? ¿En quien o en que esperamos?. ¿Hombre, nación, trabajo,un gobierno? 

Para el rey David, confiar, era mirar hacia el Señor y no ser avergonzado jamás. El nunca sería confundido, porque el Señor cumpliría siempre su palabra que había prometido. Dios salva a los que confían en sus promesas. En el caso de David, la promesa en la que confiaba, estaba basada en el pacto que el Señor libremente hizo con él:

2 Samuel 7:14-15  "Yo le seré a él padre, y él me será a mí hijo. Y si él hiciere mal, yo le castigaré con vara de hombres, y con azotes de hijos de hombres; pero mi misericordia no se apartará de el como la aparté de Saúl..."

La promesa de la vida eterna incluye protección, provisión, dirección y consuelo. En momentos de confusión es necesario pedir luz, para conocer la dirección correcta, la decisión correcta.

El rey eleva su alma a Dios por ayuda y protección, pero no olvida algo vital, el pide algo específico, “muéstrame tus caminos". No está pidiendo al Señor que le diga que hacer. Aprender de los caminos del SEÑOR ES LO QUE IMPORTA AHORA. Eso es más importante que nuestras decisiones y estas decisiones deben estar alineadas con su voluntad que está en su palabra. El salmista nos dice que todo aquel que busca a Dios, debe buscar primero su voluntad en todas las cosas de la vida.

Todos los caminos escabrosos, serán allanados si caminamos en su voluntad.

Proverbios 3:17 "sus caminos son deleitosos y todas sus veredas paz" 

La lámpara a nuestro pie es su palabra, el salmista lo sabe y lo escribe en el salmo 119:105 "Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino"

Los salmos están orientados a guiar al hombre hacia Dios; son luz, palabra viva, que está cargada de experiencias reales de hombres que caminaron con Dios y experimentaron profundamente su presencia- en el temor, en el conflicto, en la soledad, en la tristeza, en la falta de dirección.

Los Salmos nos enseñan a orar y los Proverbios nos aportan sabiduría práctica para muchos casos de la vida real.

Salmos 43:3 "Envía tu luz y tu verdad, éstas me guiarán; me conducirán a tu santo monte, y a tus moradas"

Hay verdades latentes en cada palabra. Dios envía su verdad para hacernos comprender aquellos pasajes bíblicos que dan luz a nuestro caso. Dios envía su luz admirable, el abre la mente para captar su mensaje y guiarnos día a día.

¿Cuál es la base de confianza que nos enseña el salmista?

"Porque tú eres el Dios de mi salvación; en ti he esperado todo el día".

Dios guía a los suyos, El los perfecciona, como el autor y consumador de nuestra fe, la cual debe ser probada como el oro.

También nos enseña de cuan piadoso y misericordioso es nuestro Dios.: "Acuérdate, oh Jehová, de tus piedades y de tus misericordias, que son perpetuas".

Sigamos el consejo del Salmista para profundizar en su palabra y deleitarnos en sus profundos significados. La palabra, como Cristo dijo, es un tesoro que está muy profundo y debe ser desenterrado.

Las piedades y las misericordias. Veamos que significan ambas.

La palabra "piedades" es "rajameka", que viene de la palabra "rejem", "vientre". "Piedades" son los sentimientos tiernos con que una madre acaricia al niño que ha nacido de su vientre.

Para David era seguro que había nacido del Señor, tanto en lo físico, como en lo espiritual, por tanto con toda seguridad le pide al Señor que muestres ternura al fruto de su amor.

El Señor es un Dios compasivo. El profeta Isaías lo dijo.

Isaías 49:15 "¿Se olvidará la mujer de lo que dio a luz, para dejar de compadecerse del hijo de su vientre? Aunque olvide ella, yo nunca me olvidaré de ti."

¡Maravillosa es la piedad del Señor!. Ahora veamos su misericordia.

"Misericordias" traduce la palabra hebrea "jasadeka", cuya raíz es "jesed", "amor leal". Jesed es el amor que Dios muestra a los que él ha escogido libremente, con los que ha hecho un pacto de fidelidad.

En la búsqueda de la ayuda del Señor, el rey no apela a sus méritos para que el Señor le escuche. Él sabe que lo único que el hombre contribuye es pecado (fallar al blanco) y rebelión (transgredir a sabiendas). David apela a los sentimientos tiernos del Dios que le ha engendrado, y a la lealtad del Dios que se ha comprometido con él. Suplica que el Señor se acuerde de sus piedades y sus misericordias, y que olvide de los pecados y las rebeliones de su juventud.El es ya un hombre maduro y experimentado en quebrantos, un hombre aferrado solo a la providencia de su Dios.

El Salmista afirma que el Señor siempre guiará a los suyos

Salmos 25:8-15 "Bueno y recto es Jehová; por tanto, él enseñará a los pecadores el camino. Encaminará a los humildes por el juicio, y enseñará a los mansos su carrera. Todas las sendas de Jehová son misericordia y verdad, para los que guardan su pacto y sus testimonios. Por amor de tu nombre, oh Jehová, perdonarás también mi pecado, que es grande. ¿Quién es el hombre que teme a Jehová? El le enseñará el camino que ha de escoger. Gozará él de bienestar, y su descendencia heredará la tierra. La comunión íntima de Jehová es con los que le temen, y a ellos hará conocer su pacto. Mis ojos están siempre hacia Jehová, porque él sacará mis pies de la red."

David llama a los que guardan el pacto y testimonios del Señor, "los humildes y los mansos". Estos son todos aquellos que están conscientes de sus defectos (son pecadores), pero que confían en Cristo, y su beneficio son las promesas del pacto. Estos no se sienten víctimas de las circunstancias, de los abusos de los demás y a su vez no se permiten ser autónomos y autosuficientes.

Vivimos en un pacto, que se manifiesta en una vida de fe que salva, que transforma. Aquella fe que para todos nuestros hermanos de la antigüedad era una fe anticipada de un redentor. Ellos murieron esperando todo aquello que se les había prometido. Nuestra generación que vive después de la cruz y la resurrección, es una fe viva en Jesucristo como nuestro sustituto. En él se cumplió toda la justicia de Dios en nuestro lugar. El contenido de nuestra fe es la vida, enseñanza, muerte y resurrección de Cristo.

El Señor es bueno y recto. David sabe que le guiará sin falta. Como pecador sabe que él le enseñará su camino. Aunque este sea difícil debido al pecado, será elevado más allá de la circunstancias. La expulsión del Edén, la maldición sobre la tierra, no representan nada ya, ante las promesa del redentor.

Aun después de creer en Cristo, el creyente tiene que seguir viviendo en esta tierra, lo que conlleva afrontar miles de difíciles situaciones. En medio de todo esto, el salmista nos dice, si Dios mandó todo esto, entonces él seguramente guiará a los que han creído. Dios compromete su gloria en esto, solo debemos creer de verdad.

"Todas las sendas de Jehová son misericordia y verdad, para los que guardan su pacto y sus testimonios".

Esta es la promesa para creyentes en Cristo (los que guardan su pacto), no para todos. Las sendas del Señor deben ser entendidas.

¿Qué son las sendas? "arjot", Estos son los caminos particulares de un viajero.

No se trata de cualquier senda, camino o autopistas. No se trata de caminos anchos por donde este mundo transita y donde hay gran multitud. Este es el camino particular que el Señor tiene para cada uno de sus hijos que  practican “la  fe que salva”. Esta fe es aquella que conoce su objeto de fe y ese es Dios.

Para aquellos que depositan su vida en sus manos sin reservas, el Señor ha preparado un conjunto de benditas, especiales  y particulares circunstancias. Los caminos para estos creyentes estarán llenos de perdón para aquellos que aceptan que en este camino es ineludible el aspecto moral. Nuestro Dios, es un Dios ético que reina en el cielo y que ha puesto en nosotros un aparato moral llamado conciencia, para que nuestros criterios del bien y del mal estén en armonía con su verdad. La persona que teme al Señor sabe que él "le enseñará el camino que ha de escoger".

Es necesario ser sinceros, como David, esconder lo que somos no llevará a buen puerto. Minimizar los fallos es una gran equivocación. El salmista reconoció su realidad y dijo “perdonarás también mi pecado, que es grande", Su intención es pedir  del Señor una purificación interior total.

El salmista habla de "la comunión íntima de Jehová es con los que le temen" y afirma que "mis ojos están siempre hacia Jehová".

¿Quién es el que teme a Jehová?

Es necesaria la humildad, junto a un  temor reverente de Dios. Los dos conceptos deben ir unidos y estrechamente relacionados. Solo el humilde y reverente puede esperar el don de la guía e instrucción de Dios.

No cualquier comunión se dará entre el hombre y Dios. El hombre debe mirar hacia Dios, en un ejercicio constante de fe expectante. Es una vida devocional que logrará cambios profundos en todo su ser.

Los ojos del Salmista Estaban siempre hacia el Señor. El veía hacia el futuro al gran redentor. Todos los que vivieron en el pasado contemplaban los sacrificios en el tabernáculo y sacaban grandes lecciones de la salvación  en ello. Los que convivieron con Jesús le vieron actuar, enseñar, morir en la cruz y resucitar el primer día de la semana. La carta de 1 de Juan lo dice.

1 Juan 1:1. "Lo que hemos visto con nuestros ojos", 

Los que vivimos siglos después de la cruz acabamos "viendo" con los ojos de la fe, gracias a los testimonios de todos los testigos presenciales.

Gálatas 3:1 "vosotros ante cuyos ojos Jesucristo fue ya presentado claramente como crucificado"

Nuestra mirada, de fe, siempre debe estar centrada en la persona de Jesucristo.

Que el Señor nos mire, es urgente

Salmos 25:16-22 "Mírame, y ten misericordia de mí, porque estoy solo y afligido. Las angustias de mi corazón se han aumentado; sácame de mis congojas. Mira mi aflicción y mi trabajo, y perdona todos mis pecados. Mira mis enemigos, cómo se han multiplicado, y con odio violento me aborrecen. Guarda mi alma, y líbrame; no sea yo avergonzado, porque en ti confié. Integridad y rectitud me guarden, porque en ti he esperado. Redime, oh Dios, a Israel de todas sus angustias."

Al principio el salmista no sabía cómo pedir, su angustia era mucha, pero ahora reduce toda su necesidad en un “mírame”, “mírame y ten misericordia”

Todo asunto queda en la voluntad y en las manos de Dios. Es necesario reconocer que no sabemos que es lo mejor, es reconocer que lo que pensamos o deseamos en nuestro corazón, muchas veces nos engañan. Solo Dios puede hacer más abundante delo que pedimos o pensamos. Confiamos en Dios y exponemos nuestra urgente necesidad.

Por un lado, sabemos que nadie entiende del todo lo que sentimos en el corazón, pero también sabemos que nadie se va a ocupar de nosotros con la perfecta combinación de cariño, sabiduría, tacto, y firmeza que cada ser necesita.

Salmos 142:4. "...no hay quien me quiera conocer, no tengo refugio, ni hay quien cuide de mi vida"

Por eso el salmista iba al Señor, y nos invita a ir también a nosotros. Debemos ser como huérfanos abandonados, sabiendo que él nos redimirá de todas nuestras angustias. Nuestro tierno Señor nos hará entender sus caminos, nos indicará por dónde avanzar en nuestro camino, y guardará nuestro corazón.

¡Levantemos nuestros almas al Señor, miremos hacia su rostro, seamos mansos y humildes para tener intima comunión con El. Él sabe guardar a los hijos de su pacto!






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