Aprendamos del Salmo 32

 

Salmos 32

La dicha del perdón

Salmo de David. Masquil.

Salmos 32:1-11 Bienaventurado aquel cuya transgresión ha sido perdonada, y cubierto su pecado.  Bienaventurado el hombre a quien Jehová no culpa de iniquidad, Y en cuyo espíritu no hay engaño. Mientras callé, se envejecieron mis huesos En mi gemir todo el día. Porque de día y de noche se agravó sobre mí tu mano; Se volvió mi verdor en sequedades de verano. Selah

5 Mi pecado te declaré, y no encubrí mi iniquidad. Dije: Confesaré mis transgresiones a Jehová; Y tú perdonaste la maldad de mi pecado. Selah

6 Por esto orará a ti todo santo en el tiempo en que puedas ser hallado; Ciertamente en la inundación de muchas aguas no llegarán estas a él. 7 Tú eres mi refugio; me guardarás de la angustia; Con cánticos de liberación me rodearás. Selah

8 Te haré entender, y te enseñaré el camino en que debes andar; Sobre ti fijaré mis ojos.

9 No seáis como el caballo, o como el mulo, sin entendimiento, Que han de ser sujetados con cabestro y con freno, Porque si no, no se acercan a ti. 10 Muchos dolores habrá para el impío; Mas al que espera en Jehová, le rodea la misericordia.

11 Alegraos en Jehová y gozaos, justos; Y cantad con júbilo todos vosotros los rectos de corazón.

Este Salmo fue escrito por David después de ser perdonado cuando peca contra el Señor en lo relacionado con Betzabe, y Urias Hitita. Nos enseña como experimentar la felicidad del perdón.

Cuando preguntamos si somos felices, decimos que los creyentes debemos tener gozo profundo. Esto muchas veces parece más una excusa para evadir el hecho de que en lo profundo no experimentamos esa paz y felicidad del bienaventurado. El gozo no puede estar en lo profundo, el gozo es público, una expresión de alegría y felicidad genuina, que tiene sus raíces más profunda en la obra que solo Dios puede hacer en nosotros.

¿Qué hace que perdamos nuestras  sonrisa? ¿Será el sufrimiento? pero la biblia dice que debemos alegrarnos en el sufrimiento, de hecho los apóstoles vivieron etapas duras en su vida, y en honor a la verdad, casi toda su vida.  En cárceles, azotados, náufragos, hambrientos. Todos liberados por el Señor, cantando cánticos y alabando en medio del dolor. Entonces, debemos alegrarnos en el sufrimiento, porque por Dios somos capaces de regocijo a pesar de la enfermedad, de los problemas, de la enfermedad o el dolor de nuestros cuerpos.

La raíz de la infelicidad es otra, ¿sabe cual es? no estamos felices porque no creemos, no estamos felices porque no entendemos la  frase “mis pecados han sido perdonados”, no conocemos las implicaciones de lo que significa haber sido rescatados del castigo eterno. Lo que no creemos  y no creemos de manera profunda es  que los pecados han sido pagados.  No comprendemos la esperanza viva y eterna que Dios está preparando para los salvados. De esto nos habla el salmo 32.

David se dedica en este salmo a profundizar las características de un creyente gozoso, cuyo fin es glorificar al señor. Él nos instruye y habla de su propia experiencia de pecador perdonado y experimentador de este gozo divino, que trasciende toda circunstancia.

El creyente esta gozoso confiado en su esperanza y esta pronto a confesar.

El Salmo 32 entonces nos enseña del gozo que resulta después del perdón. Tiene un paralelo con un salmo que veremos más adelante, el Salmo 51 “Arrepentimiento, y plegaria pidiendo purificación”, que nos enseña de la confesión que es el requisito para el perdón y recibir el gozo inefable que trae el  perdón.

La historia del rey David es tremenda y enseña la historia más hermosa de redención que apunta hacia el sustituto para los pecados en la persona de Cristo. Cuando David peca al desear la mujer de Urias Hitita, no solo codicia, su pecado crece y se convierte en adulterio y asesinato. El corazón de David se endurece y pasó más de un año para que confesara su pecado. Al final Dios trae a el profeta Natán para confrontarlo. Su corazón  estaba muy duro y aferrado a su pecado. Luego de ser confrontado por el profeta Natán se volvió sensible, como dice en salmo 51. David reconoce que no pudo hacer un sacrificio por su pecado.  No hubo sacrificio para lidiar con un  asesino, adultero. Solo hizo la única cosa que pudo, apelar a la gracia y misericordia, confesando su pecado y pidiendo perdón.

2 Samuel 12: 13 Entonces dijo David a Natán: Pequé contra Jehová. Y Natán dijo a David: También Jehová ha remitido tu pecado; no morirás.

En el momento que David dijo pequé contra Jehová, el Señor ya había comunicado a Natan que su pecado seria remitido, es decir, otro pagaría por su pecado. Para el dolor del rey fue su hijo que esperaba con Betzabe quien paga el precio de su pecado.Un inocente, por un culpable.

2 Samuel 12:14 Más por cuanto con este asunto hiciste blasfemar a los enemigos de Jehová, el hijo que te ha nacido ciertamente morirá.

Dios siempre está listo a perdonar al que confiesa. Así vemos como esta escena apuntaba ya a nuestro amado Señor Jesucristo, nuestro sustituto.

David al vivir tal experiencia como pecador nos habla en este salmo como un pecador y habla del gozo que viene después de la confrontación, la confesión y el  perdón. Este celestial gozo es por experimentar la paz de saber de que sus pecados eran borrados.

Para David es importante que sepamos que el creyente debe estar feliz con su perdón. Esta profunda declaración da también título a esta salmo y se llama MASQUIL porque entra en la línea de salmo didáctico que debe  producir un serio pensar. Por esta razón también  se repite tres veces SELAH. En cada uno de estos razonamientos es necesario hacer esta pausa, tomarse  un tiempo de pensar en lo que se está compartiendo. El parte este salmo con la palabra bienaventurado, que es aquel cuya transgresión ha sido perdonada.

En los diccionarios de este mundo se dice que ser feliz es tener felicidad, pero David muestra una profundidad inigualable y enseña de donde nace la verdadera felicidad. Esta es una palabra común en los salmos, pero con un significado verdadero. El salterio inicia con esta palabra. “feliz el varón que no anduvo en consejo de malos.”

Estos salmos y en particular los de sabiduría presentan la verdad de que solo hay dos formas de vivir. Así mismo, existen dos tipos de personas en este mundo.  Puedes vivir como el malo, ser triste y perecer en el juicio final. O puedes meditar en la ley de Jehová, meditar, ser feliz y prosperar. El salmo 32 continua con este mismo principio de los salmos didácticos y de sabiduría.

Hay dos formas de pensar, una como el mulo, como el malo que se aleja de Dios, que peca y que no pide perdón.  Aquel ser que anda gimiendo, triste, agobiado, lleno de dolor, con un destino eterno en el juicio. A diferencia de aquel que se arrepiente para recibir el perdón y experimentar la genuina y dichosa condición de ser felizmente perdonado. Si queremos ser felices y experimentar gozo, el salmista nos va a enseñar de un salmo que da sabiduría, dando muestra de como vivir. Lo que dice es simple, “si quieres vivir feliz, necesitas experimentar el perdón de Dios. “ porque feliz es aquel cuya transgresión ha sido perdonada.

Para entender más profundamente este salmo es bueno ver la diferencia  entre la poesía Hebrea y la poesía española. En la española rimamos el sonido final de las estrofas. Hay coritos que usan rimas como cruz con  luz, la palabra  tierna  con eterna,  cantar  y rescatar. Lo que hacemos es rimar el último sonido. En la poesía Hebrea,  en vez de rimar sonidos, ellos riman sus ideas. Se repiten las ideas. En el salmo 19 vimos esto. Parte diciendo: “los cielos cuenta la gloria de Dios y el firmamento anuncia las obras de sus manos”. Ambas frases apuntan a la misma idea. El Salmo 32 es lo mismo, tiene varias frases de paralelismo que aportan a la misma idea. 

Por la forma de poesía, vemos que en El salmo 32 la clave nos es tratar de averiguar cuál sea  la  diferencia de pecado, transgresión, iniquidad, Sino, que la idea es  como ver los tres términos juntos y fortaleciendo una misma idea. Dice transgresión, pecado, iniquidad, perdonada, cubierta, no culpada. David quiere enfatizar y usar todos los términos para demostrar de que no hay mayor felicidad de saber que todo pecado, toda rebelión, toda transgresión e iniquidad ha sido completamente borrada. La idea del salmista es juntar estos tres términos para que veamos la totalidad del pecado que Dios nos ha perdonado.

El término rebelión hace una referencia directa a una afrenta directa, ya que David adulteró, y asesinó, a un hombre. Dios había borrado y perdonado todas sus transgresiones. Iniquidad se refiere más a la paga que resulta después del pecado. Pecado es una palabra normal que se refiere a cualquier desobediencia aunque sea pequeña. Como sabemos, es como tirar una flecha al blanco y errar. Nosotros fallamos en todo. El combinar esas tres palabras cubre cualquier acto de desobediencia. Incluye cualquier fallo. El que recibe este perdón de cualquier desobediencia es muy dichoso.

David apela al carácter de Dios. Igual que Moisés en éxodo 34 “Jehová grande en misericordia”. Perdona tres cosas, la iniquidad, rebelión, el pecado. Los  mismos términos que desarrolla David. Nos instruye como orar apelando al carácter de Dios. No merecemos este perdón, pero,  le dice al Señor! Glorifícate perdonando a este gusano como yo, que el mundo sepa que eres misericordia y perdonas al arrepentido!

El usa tres verbos para el perdón. Bienaventurado el que no peca. No es al que no peca, es al que peca, pero ha sido perdonado. En este salmo, recordemos que David es un pecador dirigido a otros pecadores. El salmista como un pecador nos instruye a confesar, recibir perdón y recibir el gozo de la salvación. Dios lleva lejos el pecado, la transgresión perdonada, el pecado ha sido cubierto. ¡Es una felicidad de que esto se halla hecho en nosotros.!

En génesis Dios les promete perdón al hombre  y promete que la mujer traería esa simiente del salvador y que el mataría a satanás. Les promete que tendrían un hijo. Adán cree y nombra a Eva madre de todos los creyentes. Dios mata a un animal, vierte su sangre y cubre a los hombres con la piel. Ese animal muere vicariamente y simboliza que su pecado había sido cubierto. Ese animal muere para perdonarles a ellos, símbolo de Cristo.

“Bienaventurado al que no culpa de iniquidad”. Al decir no culpa, David está diciendo “no considera” como pecador. La base del cristianismo y base de la justificación es que feliz es la persona que Jehová no considera pecador. Lo bello del verbo es pensar lo que alguien no es en realidad. No somos justos, pero Dios nos considera justos, algo que no somos en realidad. La base de la justificación es que Dios nos considera justos, aunque seguimos pecando. ¿Si hemos sido perdonados, porque no nos sentimos felices?, ¿quizás no comprendemos el haber sido perdonados por Dios?, ¿quizás no comprendemos la ira de Dios?. David nos va a hablar más de esto.

David supo que merecía el fuego eterno, supo que merecía la muerte. Sabía que no pudo hacer nada al respecto, sabía era merecedor de una condenación en el infierno que nunca acabaría. Cuando entendemos esto y que hemos sido librado del infierno y hemos pasado de muerte a vida, no puede haber  mayor felicidad que esto; no existe una condición más dichosa. Pasaremos una eternidad con el Señor en gloria, aunque merecemos el infierno.

David dice “En su espíritu no hay engaño”. A ese su transgresión es perdonada, su pecado es cubierto, su iniquidad no es tomada en cuenta. Lo que hace David es decirnos  que el único hombre feliz, es el que confiesa todo, y no hay engaño en él. El que encubre su pecado no es feliz. Intentar engañar a Dios y tapar un solo pecado, en eso no hay felicidad. Para estar feliz hay que tener los pecados confesados. David al decir esto, está haciendo una transición al tema que viene ahora.

El creyente odia su pecado y eso le guía a la confesión.

Él nos dice que “mientras callé”. David confiesa que escondió su pecado por mucho tiempo, hasta ser confrontado por Natan. El describe este proceso para que aprendamos de su experiencia, Lo primero que él hizo fue callar, mantuvo silencio. Si se peca se está obligado a hablar y confesar, no tan solo confesión publica, se debe confesar a la persona que ha ofendido. No confesar es sufrir, mientras no confesemos no podremos experimentar los versos 1 y 2. Tendremos hasta los huesos adoloridos, experimentaremos cansancio del alma, nos consumiremos desde adentro, desde los huesos. Es un gemir todo el día, un gemido audible, es tener un alma deprimida todo el día, sin gozo. El pecado es ilógico, sabemos que nos hace sufrir,nos roba el gozo. Sabemos que los deleites del pecado son baratos y pasajeros y de todas formas lo hacemos.

Por eso dice David “Día y noche se agravó tu manso sobre mi”. Esta fue la experiencia de David. Dios supo de su pecado, su mano pesada vino sobre él. Dios lo vio y el sintió eso es su corazón. Todo su dolor interno  lo describe, pero lo físico también es literal. El pecado enferma al hombre entero.

Recordemos que David experimento esto en el antiguo pacto, para nosotros es diferente porque tenemos al Espíritu Santo en nosotros. Pecamos contra su templo, porque el mora en el creyente, no está dormido, él vive en nosotros. Cuando peca el creyente, el Espíritu Santo le aflige para que se arrepienta; esa es su gracia que nos pone freno, nos pone disciplina para que volvamos a él. Debemos dar gracias si somos afligidos porque su mano pesada nos disciplina para que participemos de su santidad.

¿Cuál es la peor cosa que Dios puede hacer hacia nosotros? dejarnos hacer lo que queramos y dejarnos libre en nuestras concupiscencias. Dejarnos prosperar en el  pecado para que amontonemos ira para el día de la ira.

David dice, si no quieres esto, confiesa tu pecado,tu iniquidad, tu transgresión. Si quieres que Dios perdone todo, confiesa y arrepiéntete de todo. Él lo hizo porque sabía que al primero que ofendía era al dador de la ley. Primero a Dios y luego a los que has herido. La confesión de David no fue general, él es específico en cada una de sus acciones. Se trata de declaración audible, no escondiendo nada, explicando todo, expresando todo y humillándose. No sabemos que dijo David al confesar, pero seguramente él  dijo: adulteré, mentí, maté.

Jehová cubre el pecado de quien no lo encubre.

David cambia la forma de dirigirse a nosotros la audiencia, antes nos habla de su experiencia. Ahora nos exhorta y anima. EL NOS DICE: Si tu vez la historia de un adultero, asesino, si tu vez la historia de una persona que calló en pecado, que sufrió, demorando su confesión, y luego vez la forma en que Dios al instante de arrepentirme de corazón le perdonó y cubrió de gozo; pues no seas como un mulo como yo fui. Confiesa tu pecado y hazlo pronto.

“Por esto orará a ti todo santo en el tiempo en que puedas ser hallado”

El pecado se vuelve más pesado, David comienza con la codicia, luego el adulteró, luego asesinó. Su pecado se volvió más grande cada vez mientras no confesó. Por eso David aconseja, ¡yaaa, inmediatamente debes confesar, porque habrá un tiempo en que Dios no podrá ser hallado. No habrá oportunidad de arrepentimiento aunque la procuremos con lágrimas. No tenemos la vida comprada!.

David dice todo santo confiesa sus pecados porque es la forma en que Dios preserva a  sus hijos. Si estamos pecando y no confesamos debemos temer, porque estamos mostrando ser algo que no somos y decimos ser. Cada creyente confiesa su pecado, porque el Espíritu Santo le afligirá hasta que confiese. Esto es amor de verdad. El amor leal, el “JESED”, la misericordia de Dios se ha manifestado a nosotros. Entonces ¿que impide que no confesemos el pecado? ¿orgullo, temor de la vergüenza publica, nuestra reputación?. Hay consecuencias al no confesar el pecado. Muchas aguas, inundación de aguas vendrán, pero si confiesas no vendrán estas inundaciones a tu vida. Dios será nuestro refugio en donde nadie nos encontrará.

Se nos muestran  dos caminos: si no confiesas andarás solo y triste, y si confiesas Dios te preservara y te rodeara. Dios mismo con cánticos de liberación.  ¡Alegrémonos, gocémonos porque él lo hará.! La confesión es causa de gozo y fiesta en el cielo. Dios está listo para perdonar al arrepentido, se deleita Jehová en esto más que nada.

Ahora David nos instruye directamente a nosotros como un hombre que ha pecado. De la misma manera nos habla Juan en su epístola. “Estas cosas os escribo para que no pequéis”

 “Te haré entender, y te enseñaré el camino en que debes andar; Sobre ti fijaré mis ojos.

Después de su experiencia y confrontación de Natan y recibir su gozo,  nos exhorta y anima a no ser como él. En el salmo 61 hace un voto. “Si me perdonas enseñare a otros a no hacer lo que yo hice.”

Nos enseña como un maestro que no está sobre la ola, él se sienta a nuestro lado a completar la tarea, porque es crucial lo que nos esta diciendo. Poder eso usa estos términos fuertes.

“No seáis como el caballo, o como el mulo, sin entendimiento, Que han de ser sujetados con cabestro y con freno, Porque si no, no se acercan a ti”

El mulo no tiene entendimiento, el caballo silvestre, son animales tontos. Nadie quiere ser como un mulo. Hay que controlarlos y obligarlos con cabestros, con bridas. Para que vaya a tu lado debes obligarlos con instrumentos que los dañan a ellos mismos.

David nos dice obedezcamos para que Dios no tenga que tirarnos la cabeza para que nos volvamos con dolor. Entendamos que Dios nos arrastra para amarnos, para hacernos el bien, pero somos tan necios que huimos de él. Como un caballo silvestre, necio que no se acerca porque no sabe que es para hacerle bien.

¿Pero como debe ser el creyente? “el creyente está confiado en su esperanza.”

Al impío le espera el dolor, aquí en la vida, en la eternidad por no confesar su pecado. Se confiesa, pero como aquel que no espera el perdón en Dios, si no en obras. Pero David dice que el único que recibe JESED “misericordia”, es el que espera en Jehová. Quien deposita toda su confianza y esperanza en Jehová, sabe que merece la muerte, el infierno, y sabe  que nada puede hacer para salvarse. Debe creer que Dios hará lo que dice hacer, que el borra todo pecado rodeando y sumergiendo en su gracia.

Termina David diciendo: Alegraos en Jehová y gozaos, justos; Y cantad con júbilo todos vosotros los rectos de corazón

Esto no aplica a toda persona, porque siempre hay dos caminos. Esto aplica a los justos y rectos de corazón que tienen motivos de alegrarse y gozarse. No a los justos que practican la justicia, porque este salmo trata de la felicidad del que peca y es perdonado. Según la palabra cuando habla del justo; este no es el que anda haciendo justicia, sino el que ha sido hecho justicia y su cuenta ha sido borrada y que ahora busca andar en rectitud. El justo que se goza de ser un pecador arrepentido que recibe gracias. Solo esta persona puede vivir en alegría y gozo. Una alegría que se expresa, no que se guarda. Si hemos recibido perdón, demostrémoslo con júbilo, con gozo alegría.

El que confiesa su pecado, transgresión, iniquidad, ha sido perdonado cubierto y justificado ahora se goza alegra canta con júbilo. Expresiones audibles de felicidad por lo que Dios ha hecho.

Solo hay dos posibilidades: primer camino, esconder el pecado, yo gano cielo por esfuerzo y recibo condenación y  fuego eterno. Segundo camino, confieso y sé que solo puedo esperar en la misericordia de Dios.

Todo está en Cristo y el evangelio. Recordemos a Cristo porque Dios envía a Cristo a morir por mi pecado y merezco la muerte, pero Cristo recibió la ira Dios. Ahora Dios me trata como justo porque trató a Jesús como si fuera injusto .Ese es el evangelio en que Dios imputó y transfirió todo mi pecado a la cuenta de Cristo y lo mató por mí. Ahora toda la justicia de  Cristo me pertenece. ¡Que felicidad! estamos cubiertos y vestidos de la justicia de Cristo. Hemos recibido un perdón completo e inmerecido ¡Que gozo más grande!

Nuestro pecado ya ha sido cubierto por la justicia de Cristo, nuestra culpa, es perdonada cada día en la confesión.



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